Valentina Pérez Botero / @vpbotero3_0
(5 de junio, 2013).- Nadie quiere encontrar a su hijo en la morgue. Pero para los padres que el 5 de junio de 2009 terminaron su búsqueda ahí, hallaron, además del fin de la esperanza, la clave que permite que -después de cuatro años- la tragedia en donde murieron 49 niños siga impune: las redes de compadrazgo entre la clase política, religiosa y económica del país.
Esa noche, la devastación se acompañó de un “consuelo” religioso: “Resignación, hijos. Es lo único que queda” les dijo Ulises Macías, arzobispo de Sonora, México, a los padres que después de identificar a sus hijos entre el banco de cadáveres explotaban de dolor y coraje ante la pregunta ¿Por qué se incendió la guardería ABC? ¿Qué pasó? ¿Quiénes son los culpables?
Resignación, no justicia
En un país donde el 92 por ciento de la población es católica, las palabras del máximo jerarca religioso de Sonora tuvieron eco: el 7 de junio los padres estuvieron envueltos por dos hechos religiosos. El primero, una mensaje de condolencias que el papa Benedicto XVI envío a las familias, y el segundo, una misa multitudinaria que el mismo Ulises Macías realizó en el lugar donde había estado la guardería.
Durante el sermón, Macías empezó a matizar su discurso sobre la trage”.dia: enfatizó la necesidad de resignarse y aventuró un primer porqué de lo sucedido: “fueron llamados por Dios, pues ya se habían ganado el cielo”.
No había que exigir justicia, lo adecuado era agachar la cabeza y aceptar los designios divinos.
¿Quién es Ulises Macías?
Ulises Macías nació en uno de los enclaves del conservadurismo en México: León, Guanajuato, el 29 de octubre de 1940. Según la página de la arquidiócesis que dirige, fue nombrado obispo para la diócesis de Mexicali por el Papa Juan Pablo II, el 16 de junio de 1984 y consagrado por el delegado apostólico Jerónimo Prisiones, el 29 de julio del mismo año.
Desde octubre de 1996, Macías es el titular de la Arquidiócesis de Hermosillo, que comprende 89 mil 126 kilómetros, una de las más extensas del país.
Amigos y enemigos le reconocen una debilidad por la política, declaraciones sobre temas públicos, su amistad con servidores públicos de primer nivel y su gusto por trasladarse escoltado por policías municipales cuando viaja a diócesis sufragáneas como las de Ciudad Obregón o Tijuana.
Le gusta lucir gruesos relojes de oro en su muñeca, anillos con pedrería ostentosa y collares de metales que deslumbran a las cámaras de televisión.
‘Nadie tuvo la culpa’
En julio, Macías preparaba su estocada. En entrevista con medios locales hablaba de los “ángeles de Sonora” al referirse a los 49 niños que habían muerto en el incendio de la guardería y aclaraba que no había culpables.
“Nadie tuvo la culpa, nadie le encendió un cerillo para que se incendiaria”, declaró el prelado el 19 de ese mes en entrevista con el periódico La Prensa.
La absolución desde el púlpito se dio justo cuando las primeras hipótesis rastreaban las causas del incendio al mal funcionamiento de un aparato de aire acondicionado y la propagación de las llamas por la negligencia gubernamental de las condiciones en que se mantenía el inmueble.
A cuatro años de lo ocurrido, las pistas de la investigación precisamente van hacia donde el arzobispo las quería desviar: las llamas bien pudieron haber sido provocadas intencionalmente.
La estocada arzobispal
Un mes después de esas declaraciones, los padres de familia se enteraron que él y el arzobispo emérito de la ciudad, Carlos Arce –cuyo poder en la entidad es tan grande que tiene una calle en Hermosillo nombrada en su honor– habían enviado dos de las 34 cartas que el juez primero tomó como aval de la integridad moral de los dueños de la guardería ABC.
Ulises Macías terminó su carta con la frase “le escribo esto con singular alegría” después de dar fe sobre la honorabilidad de quienes se les acusaba de ser los directos responsables de la tragedia: Antonio Salido Suárez, Gildardo Francisco Urquídez Serrano, Sandra Lucía Téllez y Marcia Matilde Altagracia, esta última prima de la exprimera dama Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón.
Cuando los padres se enteraron, por tener acceso al expediente, le reclamaron al arzobispo: ¿Por qué un jerarca de la iglesia emitía una carta que podía influir legalmente en la determinación de culpabilidad de los dueños de la guardería? ¿No debía, él, estar en favor de sus feligreses afectados?
Macías negó dos veces haber firmado una carta así, aunque los padres tenían copia de la carta con su firma.
Decepción
La indignación de los padres los llevó a escribir una carta directamente al papa Benedicto XVI pidiéndole que enviara un extrañamiento grave a ambos arzobispos.
“Si han de intervenir (los arzobispos), lo hagan en favor de las víctimas y sus familiares, y no en favor de quienes son sus victimarios”, escribieron el 21 de septiembre los padres de los niños fallecidos.
Aún, ni la iglesia ni los políticos que les prometieron justicia han cumplido. Ambos arzobispos siguen gozando de su jerarquía eclesiástica.
Ulises Macías aún es arzobispo de Sonora, México, y los padres de las víctimas de las tragedias aún esperan justicia.