Marco Malvido / @MarcoMalvido
(8 de julio, 2014)
Y se leerá en los libros…
“El día que la la ‘verde amarelha’ se despintó”.
En 30 minutos, el color de su camiseta perdió el prestigio ganado en 56 años. Cinco goles para la historia. Media hora en el infierno para una selección que de 1958 a la fecha, había utilizado el celeste del cielo como su parque de diversiones. Al final fueron 7 los que asestó una implacable Alemania, excelsa en lo táctico, en lo técnico y en lo mental.
Se fueron al caño cientos de millones de dólares que Brasil invirtió para ganar su Copa. Se esfumó la magia de Rivelino, Sócrates, Garrincha, Zico, Pelé, Romario, Bebeto, Rivaldo, Ronaldo, Ronaldinho, hoy disfrazados de Kroos, Müller, Lahm, Klose y compañía. La ilusión óptica nos jodió. Pensamos que Brasil era el equipo de amarillo. Nada más falso. Alemania fue Brasil, de principio a fin.
Ocho años de Löw al frente de estos robots con pinta de futbolistas han valido la pena. Ya habían pisoteado a Argentina en el Mundial anterior. Con todo y Maradona y Messi juntos, los mandaron a volar de Sudáfrica con un 4 – 0 humillante en cuartos de final.
Sufrieron contra Argelia, batallaron contra Francia, pero ya lo había advertido Nietzsche, alemán no por coincidencia, “lo que no me mata me hace más fuerte”, y entonces surgió la más poderosa de las ‘alemanias’, la que fue Brasil por un día, por un partido, por un lapso de media hora, en Brasil, ni más, ni menos. Rompiendo marcas ‘casi intrandescentes’ como la del mejor anotador de un Mundial (Miroslav Klose, 16) a otro brasileño, Ronaldo.
La memoria de los alemanes es fuerte. No olvidan. Tenían guardada en la memoria, fragmento a fragmento, aquella final perdida ante los brasileños en Corea – Japón 2002. Fueron cautelosos, esperaron 12 años para cobrar revancha, pero lo hicieron de forma tan calculadora que pareció una estrategia militar.
Esta tarde en el estadio ‘Mineirao’ de Belo Horizonte, se ha escrito un capítulo muy grande, que quizá marque un parteaguas en la historia del futbol mundial. Alemania fue Brasil por 30 minutos atroces. Impactantes. De escándalo. De horror. De lamentos políticos, sociales y culturales. Brasil perdió su magia, su color.
Con toques de primera intención. Inteligencia. Chispa. Talento. Paredes. Asociación. Fintas. Golazos y mucho futbol, de pronto el color negro de la indumentaria alemana cobró tintes ‘verde y amarillo’. ‘El joga bonito’ lo pusieron los europeos, en una versión superlativa y aniquiladora.
Müller, Klose, Kroos en dos tiempos, Khedira y Schurrle en dos tiempos dieron forma a la histórica goliza. Oscar descontó por orgullo. A Brasil le hicieron bailar un ritmo parecido a la samba, pero con sintetizadores y ‘beats’ evolucionados desde el perfeccionismo alemán. Alemania fue una aplanadora, le quitó el color a la ‘verde amarelha’.
Solo el tiempo dirá si dolió más que el ‘Maracanazo’.