I.- Conmovido casi hasta las lágrimas, conteniendo su indignación y prometiendo justicia (“justicia a secas” decía Juárez), López Obrador estuvo en el Segundo Diálogo por la Paz y la Verdad, sumamente dolido por el recuento de los familiares sobre sus seres desaparecidos en estos seis años de sangrienta violencia del peñismo, enraizada en el sexenio calderonista. Con angustia y desesperación en su rostro pedía perdón como adelanto a lo que hará al recibir la Presidencia de la República, como prólogo a las exigencias con gritos y lágrimas de los presentes que reclamaban justicia y no simplemente “perdón”. Al contar el padre de Dafne Sánchez Delgado la terrible historia de su asesinato, éste casi sufrió un infarto y tuvo que ser atendido por paramédicos. Los oradores callaban cuando el luchador Javier Sicilia pedía un minuto de silencio por los caídos, expresando a gritos que no perdonarían a los criminales que han desgraciado a la Nación. Y López Obrador escuchaba con un rictus de dolor en la cara las legales, legítimas y democráticas peticiones.
II.- No hay precedente de un hecho semejante: el pueblo y el político auténtico, representados por los familiares: padres, hermanos, madres, hijos y López Obrador. Éste captado por el reportero gráfico: Israel Rosas (Reforma: 15/IX 18), donde el tabasqueño y los asistentes, eran un dramático cuadro de la sangrienta y aterradora violencia que priva en el país por la incapacidad de Peña; el que debe responder ante un Juicio Político en cuanto deje la Presidencia, como parte de la “justicia a secas” que demandan las víctimas ante López Obrador como última esperanza y repito: última esperanza, para apaciguar sus dolores. Fue una reunión sobre la tragedia nacional, porque son millones de mexicanos que han padecido secuestros, homicidios (entre éstos feminicidios); robos, fuego cruzado de militares y delincuentes; abusos de marinos, soldados y policías. Fue, pues, una desgarradora sesión donde el rostro de AMLO mostró los estragos que le causaba escuchar y ver las caras, los gritos desesperados, las quejas y los pedidos de justicia sin contemplaciones. Y nunca perdón ni olvido.
III.- Las crónicas periodísticas y narraciones de los noticieros fueron desgarradores (Zedryk Raziel y Alma E. Muñoz.- Reforma y La Jornada: 15/IX/18). Pues es consuetudinaria la violencia por todo el territorio de parte de los delincuentes, cuyas facciones ya se presentan en la capital del país, para completar esa sangrienta inseguridad. Ésta ha sido el elemento más sobresaliente del fallido y mal gobierno de Peña, quien se irá del cargo protegido por la impunidad que, de antemano, le ha concedido López Obrador, tanto a él como a su grupo, responsables penal y políticamente, como para hacerlos comparecer ante el ministerio público y los órganos judiciales. Así que en la reunión “por la paz, la justicia y la verdad”, prometió el presidente electo que hará lo “humanamente posible” para resolver esos problemas. Pero se trata de hacer hasta lo institucionalmente imposible para solucionar esa tragedia.