Si bien Enrique Peña Nieto ya advirtió que tiene todo el derecho de usar la fuerza en el caso de que las movilizaciones a favor de los normalistas desparecidos se tornen violentas, no cabe duda que la situación se vuelve cada vez más difícil.
Se pisa sobre un terreno “minado”, sobre un pasto muy seco, como dirían otros, que con cualquier chispita puede prender, y es entones cuando se tiene que actuar con mucha inteligencia porque las presiones de algunos grupos para que volvamos a la época de los sesentas-setentas en que el ejército salía a las calles para sofocar a los movimientos populares irán en aumento.
Hoy la situación es muy distinta. El gobierno de México lleva sobre sus espaldas la presión internacional, que le ha echado abajo muchos de los planes que tenía a partir de las reformas estructurales aprobadas por el Congreso de la Unión.
Hoy la situación económica del país tiene descontento a un sector muy importante de la población que se ha sumado a las protestas como ha quedado demostrado en las movilizaciones a lo largo y a lo ancho del país.
La estrategia para enfrentar el conflicto desatado por los trágicos acontecimientos del 26 de septiembre en Iguala debe dar resultados inmediatos; de lo contrario, el país se les puede ir de las manos con todo y esas advertencias. No es tiempo de discursos.
Que no se hagan: el gobierno de Peña Nieto sabe quienes son los provocadores, saben quién mece la cuna, ¿entonces para que sirve el Cisen y los demás órganos de inteligencia a su servicio?, ¿por qué no van por ellos?, ¿no les parece extraño?
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Para el gobierno del Estado de México el problema jurídico del caso Tlatlaya no está resuelto, aunque lo quieren arreglar con dinero… Dice César Camacho que el PRI respalda todas las acciones del gobierno federal y seguramente el mexiquense piensa que con eso ayuda a quien lo puso en el cargo que ostenta. Lo que Enrique Peña Nieto necesita, señor Camachito, son ideas no lambiscones. Es el mismo PRI de Díaz Ordaz, de Echeverría con sus corifeos siempre atentos para arrastrarse ante el señor. ¿También lo respaldarán por la compra de la casa de Las Lomas? … Pronto los “chuchos” pasarán a ser los sepultureros del PRD. Jesús Ortega, el “Chucho Mayor” sigue el mismo camino que su maestro, el tránsfuga Rafael Aguilar Talamantes. La desbandada en el Sol Azteca está a la vuelta de la esquina. A la salida de Alfonso Ramírez Cuellar, un dirigente con representación popular amplia, vendrán más y para las elecciones del 2015 el PRD será sólo un esqueleto que si bien puede conservar el registro, tendrá una votación abajo del 4 por ciento. Y como se esperaba, “Los Chuchos” rechazaron, por conducto de su empleado Carlos Navarrete, la petición de Cuauhtémoc Cárdenas de que renuncie la dirigencia nacional para rescatar al partido, para tratar de evitar el fracaso en las elecciones del año próximo.
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