El alto funcionario de Hamás, Sami Abu Zuhri, lo dejó claro: no aceptarán planes turísticos para Gaza —idea promovida por Trump y Jared Kushner— ni ningún proyecto diseñado por Israel y Estados Unidos. Tampoco admitirán iniciativas que busquen desarmar al grupo armado gazatí, ninguna forma de administración local no palestina, ni la presencia de fuerzas extranjeras permanentes en lo que queda de Gaza. Frente a su costa, curiosamente, yacen reservas estratégicas de gas natural estimadas en 1 billón de pies cúbicos (valuadas en miles de millones de dólares), además de materias primas como arena y grava para construcción. Todos codician esa riviera con arena, sol y palmeras, pero tras más de 500 días de lucha, ni Israel ni Estados Unidos han podido cantar victoria.
Mientras Trump sueña con un paraíso turístico al estilo Cancún sobre los cadáveres del genocidio israelí, los gazatíes armados negocian exigiendo una mínima injerencia extranjera sus territorios, defendidos día y noche durante más de 500 días. Los objetivos militares de Netanyahu al iniciar el primer gran genocidio del siglo XXI no se cumplieron: no derrocó a Hamás, no recuperó a todos los rehenes (muchos muertos por misiles israelíes) y no eliminó definitivamente las amenazas en la frontera sur de Israel.

El nuevo jefe del Ejército israelí, Eyal Zamir, admitió que Hamás «aún no ha sido derrotado», desmantelando las ilusiones de Netanyahu y exponiendo las fallas del autoproclamado «ejército más poderoso de Medio Oriente». La «misión sagrada» sionista en Gaza no puede calificarse como éxito, aunque quizá avance intereses a largo plazo. Videos recientes muestran a cientos de combatientes de Hamás intactos durante intercambios de rehenes, incluso un registro muestra a un rehén israelí liberado besando la frente de su captor palestino. En contraste, los palestinos liberados regresan mostrando signos claros de tortura o, los menos agraviados, se ven cadavéricos o moribundos. «La organización terrorista Hamás ha sufrido un golpe, pero no está derrotada. La misión no está completa», reconoció Zamir.
¿Qué hacer con Gaza?
Trump y Netanyahu amenazan con «desatar el infierno» nuevamente si no se liberan al total de rehenes judíos, pero omiten mencionar a los más de 300 niños palestinos (según datos de organizaciones de derechos humanos en 2024) encarcelados sin cargos. El plan de Trump para convertir Gaza en un paraíso Airbnb fue rechazado globalmente. Mientras, Egipto propone un plan de reconstrucción de 112 páginas que contrasta con las playas judías que imagina Trump. Se busca crear un Estado palestino según resoluciones internacionales, una paz duradera, la reconstrucción sin desplazamiento de ningún gazatí, y un curioso entrenamiento policial local, liderado por Egipto y Jordania. El proyecto costaría 23.000 millones de dólares, financiado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y otros estados árabes. Aunque los patrocinadores no hayan confirmado su compromiso con la idea de reconstrucción de Gaza propuesta por Egipto.
Sin embargo, la visión de EE.UU. e Israel choca con este plan. Los Emiratos Árabes, grandes aliados de Israel, exigen el desarme inmediato de Hamás para participar, ignorando que el grupo —con su brazo armado, las Brigadas Al-Qassam (Izz ad-Din al-Qassam)— es también un movimiento político. Ganó las elecciones de 2006 con 44% de los votos, respaldado por su propuesta de lucha tajante de corte anticolonial. La propuesta egipcia de no desplazar gazatíes contrasta con la trampa trumpista de vaciar Gaza, lo que complicaría el retorno de los dueños históricos de la cotizada tierra semita. Como advierte el cantante Jorge Drexler: «Si quieres que algo se mueva, déjalo quieto».
L’assurda visione che #Trump ha di Gaza: ci sono lui e #Netanyahu mentre bevono cocktail sulle sdraio, donne barbute che fanno la danza del ventre, #Musk che si abbuffa di hummus, pioggia di banconote, statue dorate del tycoon.
Non è satira. Il video l’ha caricato Trump pic.twitter.com/BnJ3QJ9SWv
— L’Espresso (@espressonline) February 26, 2025
Trump insiste en su paraíso turístico hecho con capitales extranjeros y para extranjeros para satisfacer a un pueblo que ha resistido el equivalente a cuatro bombas de Hiroshima, mientras Netanyahu busca reanudar una guerra que ya demostró su fracaso. Gaza, entre ruinas y resistencia, sigue siendo el tablero de un ajedrez geopolítico sin vencedores claros. Según los testimonios de los propios palestinos, el olor de los cadáveres debajo de los escombros es el pan de cada día. Así que se vislumbran 2 opciones encima de las ruinas y los cuerpos: una nueva Gaza en donde sus habitantes tienen voz, tranquilidad y voto, o una Gaza turística lista para ser disfrutada por las familias de quienes patrocinaron el genocidio semita.
X: @SaavedraNiet