(05 de agosto, 2014).- Justo cuando parecía que el postdrama –muchas veces incomprendido o no tan bien ejecutado– se apropiaría de la escena contemporánea en México, cerrándole cada vez más los espacios a las historias que sí son historias y que sí tienen personajes, aparece en el Teatro La Capilla, El mentidero de Chico Talegas para recuperar esa fascinación que provoca en el espectador lo que Mauricio Kartun llamaría El Cuentito; es decir, cierta necesidad intrínseca por que nos cuenten historias.
Esta obra, que viene de la pluma de Sergio Galindo –dramaturgo sonorense con más de 35 años de trayectoria–, es llevada a escena por la compañía Teatro pa’ llevar, bajo la dirección del hijo del autor, Paulo Sergio Galindo.
La historia arranca en un ‘mentidero’ de la sierra de Sonora: lugar cualquiera donde los compadres norteños se reúnen para pasar un rato contando historias luego de terminar su jornada de trabajo. En este caso, el Chico Talegas, el Cuate Córdoba, el Sapo Morales y el Chile Verde empiezan la acción con un detallado relato cargado de humor, fantasía y un lenguaje coloquial que, para los que venimos del norte, resulta entrañable y nostálgico, armando así la atmósfera cuasi mágica de aquellos ranchos o lugares alejados de la ciudad.
La escenografía consiste en cuatro tinas de metal oxidado, con agua en su interior, donde Jorge León, Oswaldo Sánchez, Dettmar Yáñez y el mismo director están semi sumergidos durante casi toda la obra. De esta manera se conjugan los diálogos y tareas escénicas “naturalistas” con la abstracción que implica interactuar con el líquido –e incluso su temperatura– para configurar imágenes y juegos escénicos sumamente interesantes.
El estímulo real de empaparse y escurrir mantiene a los actores en la verdad escénica del ‘aquí y ahora’, les brinda una energía extracotidiana, además de contrastar con el ambiente desértico que se describe y se evoca con la gama de colores del diseño de arte –tonos cálidos–, generando un potente oxímoron que conserva la tensión del espectador, pues nos hace esperar ese agüacero que llenará las tinas de agua y finalmente los dejará empapados.
Se trata de un discurso que no sólo aborda la faceta existencial de estas regiones, donde la gente suele refugiarse por medio de ficciones y mitos que terminan constituyendo su identidad y su imaginario para escapar de la realidad, muchas veces precaria; sino que incluso trastoca cuestiones sociales de sumo contexto actual, como son la escasez de agua y las expropiaciones territoriales a beneficio de los empresarios y las figuras de poder.
El mentidero de Chico Talegas es una puesta que aboga por la fuerza de la ficción, por el buen contar de las historias sin necesidad de saturar al público de otros artilugios que, en ocasiones, dejan de lado al texto y su contenido, a las actuaciones y su contenido.
Aunque tal vez miento –como los personajes–, tal vez la obra sí cuente con elementos postdramáticos que llevan a la ficción hacia otros lares y busquen deconstruir ciertas estructuras y convenciones teatrales; pero de ser el caso, podría decir entonces que su mayor acierto es disimular estos elementos y aprovecharlos en favor de la experiencia que se le regala al espectador, al no permitirle dudar del juego donde se le va sumergiendo.
La cita para presenciar esta mancuerna escénica padre-hijo es en el Teatro La Capilla (Madrid no. 13, colonia del Carmen Coyoacán), el próximo miércoles 6 de agosto a las 20:00 horas. Los costos de los boletos son de 150 pesos, y 100 para estudiantes, maestros y/o beneficiarios del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) con credencial.