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El movimiento político de AMLO dejó indefenso al enemigo

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I.- Eufóricos y hasta vengativos, los del Movimiento Regeneración Nacional en el Congreso de la Unión, con sus aliados y simpatizantes en la tribuna, se ensañaron con los legisladores de la raquítica y hasta temerosa oposición, como que tienen motivos para su exultante manifestación: lograr la Presidencia de la República y la mayoría en todo el Congreso de la Unión (con logros semejantes en cuatro estados con la gubernatura y diputados locales). Gozaron su triunfo contundente. Arrasador. Los pobrecitos del PRI fueron los que más sufrieron con los reclamos. Y algo tocó a los del PAN. A todos les sacaron a relucir los trapos sucios. Fue una algarabía; una sesión inaugural festiva. Los Mario Delgado y Martí Batres con su vaca sagrada: Muñoz-Ledo, dieron rienda suelta al ajuste de cuentas al peñismo. El mexiquense del “copete” lloriqueaba con sus mensajes del sexto informe, dando en su reunión privada con sus “acarreados” e invitados las “gracias”, confesando sus errores, su corrupción, sus contrarreformas y abrazándose cínicamente emocionado y con la larga cola de su mal gobierno enredada al cuello para estrangularse políticamente.

II.- Enterado AMLO de la rebosante y animosa sesión, con choques verbales y sarcasmos, pidió a sus legisladores que “no haya pleitos”, ya que quiere que en las dos Cámaras aprueben sus iniciativas todos los partidos y les recordó que tiene muy buenas relaciones con el peñismo. Y es que con su cristianismo a flor de piel, el tabasqueño sí practica el “perdón y olvido”, que no es fácil de asumir cuando prevalecen los rencores, las venganzas y los odios. Y está dispuesto a hacerlo, una vez vencedor tras los dos intentos anteriores en que le arrebataron la Presidencia de la República. Ha logrado su ambición política colmada de ventajas. Ganó en las urnas y nada tiene que agradecer, salvo a los ciudadanos que, indignados contra Peña, el PRI y el peñismo priista, boca a boca se pasaron la consigna de apoyar a Morena y a su dirigente y candidato. Empero, éste no quiere desquites. Quiere “amor y paz” tras su guerra política de 18 años, echando mano de que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”, cambiando la célebre frase de Karl von Clausewitz.

III.- El movimiento político de AMLO dejó indefenso al enemigo y lo venció en las urnas. Y no quiere más hostilidades. Tuvo un entendimiento con Peña y lo quiere hasta salvar del juicio político que pende sobre él durante todo 20l9; cuando no puede abandonar el país, tal y como lo decide la Constitución. Por eso es que mientras llega la toma de posesión, López Obrador quiere la paz y pide a sus compañeros de viaje sexenal que depongan las armas; y para sellar esa paz envió a Batres y Muñoz-Ledo a escoltar a Peña en su despedida. No quiere AMLO quemar la pólvora en infiernitos, que necesitará para resolver los graves problemas que le hereda Peña, empezando por la violencia sangrienta, la corrupción desbordante y la crisis económica. Así que nada de venganzas ni fiestas. Es hora –dice López Obrador– de “olvidar y perdonar” a la mafia del poder que hizo hasta la imposible por impedirle lo que finalmente hizo posible: ser Presidente de la República.

cepedaneri@prodigy.net.mx 

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