En el espectáculo mediático en que se ha convertido la política en México, Miguel “El Piojo” Herrera, hasta hace poco director técnico de la Selección Nacional de Futbol, jugó, anotó y cayó.
De manera impresionante este personaje ocupó las pantallas de televisión, las columnas de deportes de varios periódicos de circulación nacional e internacional, los comentarios en estaciones de radio, los comerciales de marcas como Banamex, Ciel, Movistar, Segundamano, Melox, producto éste que hoy debería consumir para hacer menos amarga su salida de la Selección Nacional.
Más que ninguno de los jugadores de la Selección Nacional, Herrera apareció reiteradamente en medios como si fuera el redentor de un equipo que no habiendo logrado consolidar un estilo de juego ni un nivel constante como ganador de partidos, ahora si vería realizado el sueño de una afición leal, que pase lo que pase, no abandona nunca la esperanza de ver llegar a su selección a los primeros lugares.
Pero su figura no sólo impactó el ámbito del llamado “deporte del hombre” ni el espacio de la publicidad comercial, sino que, transcendió a la esfera de la política haciendo campaña en favor de la oferta turística de Chiapas, entidad gobernada por el Partido Verde Ecologista de México o twitteando en favor del mismo partido, violando la veda electoral el día de las elecciones intermedias del 7 de junio, anotando un gol sin portero, dada la falta de autoridad y liderazgo de las autoridades electorales.
Como otras figuras de Televisa y TV Azteca, Raúl Araiza, Galilea Montijo, Gloria Trevi, Andrea Legarreta, Julio César Chávez, Daniel Bisgno, Aleks Syntek, Jorge “El burro” Van Rankin, el Piojo se prestó a una burda táctica para tratar de impactar en el ánimo de las y los votantes, en favor de un partido que de manera reiterada violentó las leyes electorales no sólo sobrepasando con mucho los topes de campaña sino sobreexponiendo su imagen en todos los medios posibles.
No le importó a Herrera dañar su imagen apoyando a un partido aliado de la, hoy por hoy, institución política gobernante, el PRI, tal vez pensó que la impunidad con la que el Verde se comporta, bajo la mirada pasiva de las autoridades electorales, se haría extensiva a él.
Esta falsa creencia lo llevó, entre otras cosas, a mentarle la madre al árbitro del partido en que México perdió contra Holanda, en el Mundial de Futbol 2014, como él mismo afirmó http://www.am.com.mx/irapuato/superdeportivo/a-van-persie-le-mente-su-madre-revela-el-piojo-124758.html , o a golpear al comentarista deportivo Christian Martinoli en el aeropuerto de Filadelfia, después de que la selección venciera al equipo de Jamaica y ganara la Copa Oro, el domingo 26 de junio.
Más aún, las reiteradas expresiones agresivas del Piojo Herrera hicieron pensar a su hija Mishelle que podía manifestar la misma conducta sin que hubiera consecuencias, lo hizo así cuando vía Twitter ofendió a la afición mexicana que cuestionó la actuación del ex técnico nacional en el juego amistoso entre México y Bosnia-Herzegovina en junio de 2014 o cuando abofeteó a Luis García, poco después que su padre golpeara a Martinoli. http://www.proceso.com.mx/?p=411595
De manera reiterada se adjudican al temperamento y carácter de Herrera los errores que uno tras otro cometiera hasta lograr su despido como director técnico. Pero, habrá que ampliar dicha visión afirmando que lo que lo llevó a perder los 2.7 millones de dólares anuales que percibió al frente de la Selección, a lo cual hay que sumar los otros millones ganados en publicidad comercial y política, no fue sólo un temperamento explosivo y un carácter en clara confrontación con la autoridad, sino el contexto que le permitió suponer que podía hacer lo que fuera sin que hubiera efectos negativos.
Este contexto está claramente marcado por la descomposición social y política que convierte a México en el paraíso de delincuentes callejeros, organizados o de cuello blanco; que es tierra fértil donde la política como negocio, que no como vocación o servicio, florece al margen de la ley con total impunidad y cinismo; y es además uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo y en el cual ni el Estado ni la sociedad protegen de manera adecuada la labor, integridad y vida de sus periodistas.
Es así entonces que no fue sólo una percepción equivocada de aquel que llegó a los cuernos de la luna, sino que Herrera se encontró con indicadores que le hacían confiar en su intocabilidad. Entre ellos, el soporte brindado por las dos grandes televisoras, Televisa y TV Azteca, y diversos medios que hicieron de él la estrella del momento, a lo cual se sumó el apoyo abierto de políticos como el mismo presidente de la República o el gobernador de Chiapas. Destaca también que una tras otra sus faltas disciplinarias fueran pasadas por alto por las autoridades de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y que su abierto apoyo al partido Verde no implicara que la misma federación le llamara a cuentas o que la autoridad electoral intentara algo más que una ridícula multa.
Pero el apoyo no quedó ahí, tras su última jugada, la agresión contra Martinoli, se preparaba una defensa más, sólo que está llegó a destiempo pues la FMF ya había determinado su “caída”. En su página de Facebook del lunes 27de julio, el coordinador de Comunicación Social de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Néstor Martínez, operador de medios de dicha comisión, hizo el siguiente comentario: “Si van a sancionar a El Piojo, que sea por mediocre y no porque le tiró un madrazo a Martinoli. En esto, el que se ríe se lleva”. http://www.indicadorpolitico.com.mx/
Lamentable opinión de quien tiene la obligación de defender la libertad de expresión y los derechos de los periodistas, abriendo con ello al Piojo, la posibilidad de castigar e intimidar a aquellos comentaristas deportivos cuyas críticas no le fueran favorables. De manera clarificadora, Martínez se aventó en defensa del Piojo cuando ya le habían quitado la red de protección.
Se equivocó el Piojo y se equivocó el supuesto defensor de derechos humanos, ambos motivados por todo el boato que se formó en torno a Herrera y que le permitió ir más allá de lo políticamente correcto.
El encumbramiento de Miguel Herrera al frente de la Selección Nacional no tuvo como única razón el apoyo al deporte más popular del mundo, sino que fue una clara muestra de cómo los políticos y los medios en México trabajan de manera coordinada para manipular, desinformar, controlar a una población vulnerada por la pobreza, el desempleo, el bajo nivel de la educación formal, la desinformación y la falta de un futuro promisorio. Finalmente el Piojo Herrera, jugó su papel de instrumento de quien gobierna y mediatiza a este país, metió un gol en favor de los poderosos, y cayó, una vez cumplida su misión.


