En el 2018, durante la campaña electoral, escuché un par de veces a un joven militante de Morena hablar sobre el movimiento y la importancia de sumar para ganar elecciones. Por su discurso bien articulado, ideas claras y planteamientos atendibles era invitado por los comités de campaña para abonar a la discusión, intensa siempre, que se daba al interior del movimiento. Después de escucharlo, pensé que teníamos a un buen comunicador, con conocimiento y bases para dar la batalla de la información y la promoción del voto consciente e informado. Me chocaron, en cambio, su altanería y su soberbia, muy común en jóvenes que destacan por “inteligentes y cultos”. Algunos la superan; a otros los convierte en energúmenos. A las preguntas que se le hacían, contestaba con un dejo de displicencia y hasta con sorna, sobre todo a quienes lo hacían desde alguna adscripción de “izquierda”. Les cuestionaba ser una “izquierda incapaz de ganar elecciones” y enfrascada siempre en batallas ideológicas entre corrientes.
Con un estilo mesurado y documentado en sus textos de análisis, publicados en Libre en el Sur, Gibrán Ramírez Reyes fue ganando un espacio privilegiado al interior del movimiento y del partido. La necesidad de contar con buenos comunicadores que contribuyeran a difundir las políticas, las intensiones, los proyectos y, sobre todo, a construir el discurso político, la “narrativa” del nuevo régimen, le dio una visibilidad y presencia privilegiadas. Rápidamente ganó un programa de televisión en el Canal 11, el más consolidado de entre los medios públicos, pero sobre todo y de manera sorpresiva, fue invitado a colaborar en el programa Es la hora de opinar en Televisa, al lado de figuras como Denise Dresser o Carlos Tello. Era una gran oportunidad para contrarrestar el discurso falaz que caracteriza a ese espacio.
Sin embargo, repasar algunos de estos programas, desde las primeras apariciones de GRR hasta las más recientes, es un buen ejercicio para el análisis del proceso de cooptación intelectual y de renuncia a las ideas por interés político; un paseo por el tobogán de la infamia. De polemizar con sus interlocutores pasó a ofrecerles elementos discursivos en contra del gobierno actual; en él han encontrado lo que son incapaces de hacer por sí mismos. No habría problema alguno, si el mismo rigor con que escribía sus columnas en aquel pequeño medio, lo aplicara en sus planteamientos actuales. No es así en absoluto. Gibrán está construyendo el discurso que la opisición necesita, por eso es tan apreciado en los espacios de la oposición. Sin datos o manoseándolos de vil manera, con afirmaciones y acusaciones sin más sustento que su dicho, con mentiras rotundas, el soberbio Gibrán tocó el fondo de la inopia intelectual, del sensasionalismo más barato.
Un ejemplo: en febrero de 2019, en una entrevista para El País, GRR respondía a una pregunta de Eugenio Fernández Vázquez sobre la reducción de presupuestos de los órganos autónomos y la política de austeridad:
“El neoliberalismo construyó toda una institucionalidad basada en criterios de política pública despolitizantes. Como el gobierno era lo malo, y el presidente y la Presidencia en general eran lo malo, se empezó a legislar para dejar cada vez más cosas fuera de la política. El neoliberalismo es despolitizador. Lo primero que quiso despolitizar fue la economía, pero mientras más cosas puedan dejarse fuera del alcance de los representantes electos popularmente, mejor. Entonces, dejaron las elecciones fuera del alcance de la política, porque era el PRI, el presidente era malo y autoritario y todo eso. […] Es patente que eso fracasó. Mucho IFAI y mucho INAI, y el sexenio pasado fue lo que vimos, y eso que Peña no fue particularmente agresivo contra los órganos autónomos. Esta institucionalidad cohabitaba con toda esa corrupción y autonomía no fue ni siquiera relativa, sino sólo nominal.”
No cabe duda que GRR consideraba que los órganos autónomos son un fracaso, además de corruptos, desde su propio diseño. De acuerdo con esta postura, cabría apoyar una reforma que pretende reorientar una institución, considerada neoliberal y despolitizadora, hacia un organismo democrático y no cooptado por los partidos. Si bien no lo menciona por su nombre, es claro que, al decir que “dejaron las elecciones fuera del alcance de la política”, pensaba que entre esas instituciones corruptas que “no sirven” está el INE. En su columna de Milenio (07112022) de este lunes se avienta un triple salto mortal para desdecirse.
El INE de hoy no es esa institución neoliberal, despolitizadora, nominalmente autónoma y que cohabitaba con la corrupción. No, ahora resulta que el INE es nada más y nada menos que el legado de los comunistas mexicanos como Siquieros y Revueltas, como también de Francisco J. Múgica, Lázaro Cárdenas y Arnoldo Martínez Verdugo. Hoy Gibrán dice que la reforma electoral propuesta es “autoritaria”, que desconoce y atenta contra el legado de “la lucha democrática de las izquierdas”. El INE pasó de ser una agencia despolitizadora neoliberal a la mayor herencia de la izquierda; una izquierda a la que López Obrador “destruye” con su reforma. Lorenzo Córdova sería, así, el fiel depositario del pensamiento de Revueltas y heredero político de Lázaro Cárdenas, mientras AMLO es la reencarnación de Miguel Alemán. Desmemoriado, la institución que hoy defiende a capa y espada es la misma a la que hace dos años acusaba de “hacerle fraude”.
Desconozco su papel como organizador o líder social en la conformación de Morena ni de qué tamaño, si tiene, son sus bases sociales y su presencia territorial. Destacó como orador en la campaña de 2018 y, aprovechando su presencia mediática, activó su militancia cuando quiso postularse a la presidencia del Partido. Tampoco ha tenido cargos de elección popular y sólo ha usufructuado un puesto público, de donde salió con serios cuestionamientos sobre el uso de recursos. De ahí fue rescatado por Ricardo Monreal para llevarlo al Senado, donde labora actualmente. Su activismo se ha caracterizado por impulsar sus propios intereses y no los del movimiento ni del Partido, al que dice defender de su propia dirigencia. Ensoberbecido llegó a decir en televisión que el Presidente no es un líder social sino tan sólo un “locutor que se dirige a su público”. Curiosa forma de descalificar a alguien por parte de quien es, justamente, locutor de televisión; es decir, un hablador público.
No cabe duda que el distanciamiento de ese personaje con algunos de los principales liderazgos de Morena y, sobre todo, con el Presidente, tiene su origen en su intento de presidir al Partido, cuando acusó a la “cúpula” de Morena de querer sacarlo a la mala “con sus amiguitos Lorenzo Córdova y Ciro Murayama”. Se agravó durante el proceso electoral cuando quedaron fuera de las candidaturas personas a quienes apoyaban él y su alter ego, Ricardo Monreal. Abiertamente habló de boicotear ese proceso, “sin nosotros no ganan Durango”, afirmó, y así fue. Como lo hizo Irma Eréndira Sandoval en Guerrero, y como lo hizo Monreal en la Ciudad de México, Gibrán operó en contra de Morena ahí donde no fue candidato algún integrante de su grupo.
Como dice el dicho, no hay peor fe que la fe de los conversos y GRR es claro ejemplo; ha llevado su batalla de converso al terreno de la injuria y la mentira. Ha mentido sin rubor respecto al metro de la Ciudad de México y a los resultados en materia de seguridad pública, como lo hizo en un artículo doloso sobre desapariciones y homicidios (Milenio, 27062022), cuando ya gozaba del pantano. Ha atacado, incluso, a Marcelo Ebrard con una mentira descarada sobre la controvertida colaboración de Rudolph Giuliani (Milenio, 26092022) en el entonces DF pero, sobre todo, ha atacado al Presidente con la peor bajeza, asociándolo con el crimen organizado, sin aportar absolutamente ninguna prueba o indicio verosímil.
La ruptura de Ricardo Monreal con el movimiento y con el Presidente no tiene vuelta atrás. Su escudero, Gibrán Ramírez, renunció al análisis político y se dispuso a convertirse en el vocero de la derecha y sus diatribas, aunque, parafraseando a José Revueltas, sus planteamientos no sean “propiamente una categoría de conocimiento” sino “apenas una percepción psicológica, una sensación”. Gibrán Ramírez, el sensacional de la soberbia.
Referencias.
Gibrán Ramírez. “Si queda izquierda, la reforma no pasará”. Milenio. 07112022. https://www.milenio.com/opinion/gibran-ramirez-reyes/testificare/si-queda-izquierda-la-reforma-no-pasara.
Gibrán Ramírez. “Militarización y securitización en el espíritu de los tiempos”. Milenio, 26062022. https://www.milenio.com/opinion/gibran-ramirez-reyes/testificare/militarizacion-y-securitizacion-en-el-espiritu-de-los-tiempos.
Gibrán Ramírez. “Desaparición y homicidio: el engaño del gobierno de la Cdmx”. Milenio, 27062022. https://www.milenio.com/opinion/gibran-ramirez-reyes/testificare/desaparicion-y-homicidio-el-engano-del-gobierno-de-la-cdmx
Eugenio Fernández Vázquez. “Lejos del neoliberalismo, cerca del populismo”. Entrevista a Gibrán Ramírez Reyes. El país. 01022019. https://estepais.com/impreso/lejos-del-neoliberalismo-cerca-del-populismo-entrevista-a-gibran-ramirez-reyes/
Es la hora de opinar. “¿Son preocupantes las prácticas en el proceso interno de Morena?“ https://www.youtube.com/watch?v=aqMGi0Loeic