“El cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador fue la exhibición de músculo de quien lidera las encuestas. Lo fue en el fondo y en las formas. En el fondo, porque antes de aparecer en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, ante miles de personas la noche de este miércoles, López Obrador estuvo en Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, y en Tabasco, hablando a otra multitud a casi 1.000 kilómetros de distancia. Fue el perfecto resumen del largo peregrinaje que comenzó hace seis años y el epílogo a una extenuante campaña en la que ha recorrido cientos de ciudades y pueblos”, afirmó Jacobo García, en su publicación para El País.
Antes de las nueve de la noche, el tres veces candidato presidencial apareció sobre el pasto del estadio Azteca como si fuera una estrella de rock, tomado de la mano de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. Con el rostro tenso de las grandes ocasiones caminó por un pasillo de 100 metros dando besos y abrazos a la multitud, tomó el micrófono y comenzó a hablar, se describe en el texto.
López Obrador insistió en que esta cuarta transformación será pacífica, popular y radical: “Y que nadie se asuste con lo de radical, que viene de raíz, se trata de cambiar el actual régimen desde la base”, advirtió.
“El mitin en el estadio Azteca fue también un alarde en las formas. Obrador logró reunir un día laborable a más de 100 mil personas. Que un nuevo aire recorre la candidatura del líder de Morena lo confirma que en 2006 y 2012 Obrador también trató de cerrar en el estadio Azteca, pero la cadena Televisa, dueña del recinto, no se lo rentó y sí lo hizo con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Mucho ha cambiado desde entonces la situación para que doce años después una de las fotografías más poderosas que dejan tres meses de campaña es la del estadio de fútbol más grande del mundo escuchando entusiasmado a su líder hablando ante una enorme bandera de México”.
El cierre de campaña de Obrador fue también su respuesta a los que dudan de su estado de salud y le atribuyen dolencias que se trata con un médico de Miami que llega cada semana. Si lo hizo este miércoles no debería volver a separase de él. A sus 64 años y tres mítines diarios, López Obrador mostró un buen estado físico y habló con la energía de quien se sabe observado por la historia, señala el periodista.