Aunque en Estados Unidos el Tribunal Supremo sentenció hace 40 años que el aborto era un derecho constitucional, los grupos provida –históricamente en contra de esta medida- han cambiado recientemente su estrategia para nulificarlo: ya no atacan al aborto en sí sino a los centros de salud que los realizan, por lo que cada vez es más difícil someterse a una intervención de este tipo.