(07 de junio, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- Josué tiene 12 años y es originario de Honduras, él forma parte de los miles de niños que anualmente atraviesan México para intentar llegar a Estados Unidos.
Se encuentra en un albergue temporal en Veracruz, llegó ahí gracias a las recomendaciones de activistas de Tapachula, Chiapas que han ido monitoreando su viaje, aunque también han comentado a Revolución TRESPUNTOCERO, que cada vez más están cerca de “perderle la ubicación”.
Puesto que conforme avanza hacia los estados del norte de la República Mexicana, el riesgo para los menores se incrementa, en principio por la apertura del narcotráfico y porque “la crueldad de los agentes de migración, militares y policías se incrementa, muchos de ellos son sicarios con uniforme pensando que están atrapando animales, por eso torturan e incluso matan a los menores”, declara a este medio la activista y defensora de menores migrantes Hilda Fuentes.
Josué asegura que sus padres no querían dejarlo salir de su casa, nunca había trabajado, pero estaba harto de la pobreza. El camino de salida fue relativamente fácil, la entrada al país un tanto más, sin embargo, conforme avanza se ha encontrado con obstáculos donde todo tiene que ver con dinero, drogas y violencia.
El menor ha asegurado que en una ocasión -sin querer dar ubicación- “unos policías me pidieron trasladar un ‘paquete’ a otra ciudad, a cambio me darían pase libre hasta el lugar donde dejara ‘el encargo'”, a lo cual accedió, “y sigo mi camino, mi meta es dejar atrás el desierto y ver ciudad, donde encuentre una ahí me quedaré”, menciona.
Comenta que en su casa se han escuchado en varias ocasiones las historias de vecinas que les lloran a sus hijos que fallecieron intentando llegar a Estados Unidos pero que no lograron ni salir de México, generalmente lo saben por gente que iba con ellos, pero este no es el caso de Josué, quien forma parte de los miles de niños migrantes no acompañados que luchan por llegar a “sueño americano” venido a menos.
“Mi madre no quería dejar que yo caminara por este país porque dice que es mucho más peligroso, aquí hay policías con más maldad que los americanos, pero si no me salía de la casa, sería una boca más y sin trabajo, pero voy solo y eso pone mal a mi mamá, porque si me muero, no habrá quien le avise lo que me pasó”, comenta el niño.
México es un país de origen, tránsito y destino de migrantes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), cada año, alrededor de 40 mil niños y niñas que migran son repatriados desde Estados Unidos a México, de éstos, 18 mil viajan solos.
En 2014, hubo un fuerte aumento en el número de menores no acompañados de Centroamérica, quienes han comenzado a huir de sus países de origen, para refugiarse en los Estados Unidos, siendo ya mayor el número de menores migrantes no acompañados, que tiene como característica tener entre 0 y 17 años y haber cruzado la frontera entre los Estados Unidos y México sin un padre, madre, o tutor.
Los menores no acompañados están saliendo de sus países de origen debido a las altas tasas de violencia por la delincuencia y crimen organizado, así como el abandono, la explotación, el matrimonio forzado y el tráfico sexual, sin dejar de lado la extrema pobreza. En 2014, según un estudio de la Universidad de Berkeley, el número de niños migrantes no acompañados detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos fue de 68,541.
En mayo pasado, 371 niños y adolescentes migrantes, tan sólo en la Casa YMCA organización que ha explicado que el incremento de menores viajando solos con destino a Estados Unidos, obedece a que “el flujo es favorecido por el clima templado que prevalece en la región durante estos primeros cinco meses del año”.
“Este año no hizo el frio suficiente y a la fecha el calor no ha sido severo, por lo que sigue la afluencia de menores de edad”, declaró el director del albergue Rafael Martínez Martínez. Así los menores aprovechan los momentos en los que pueden evitar un menor riesgo a la hora de cruzar ciertas zonas geográficas -como el desierto-.
“Las medidas que se están tomando para evitar que el menor siga viajando solo, son absurdas, muchas familias no tienen ni idea de qué pasa si el niño es detenido, a otras poco o nada les importa, por lo que los niños siguen saliendo sepan o no que si son detenidos entre los límites de México y Estados Unidos, algún familiar debe recogerlos para ser libre”, explica Fuentes.
Que también señala que aún cuando se dice que los menores son enviados vía aérea a sus lugares de origen, esto pasa en esporádicas ocasiones, “posiblemente para fingir que las autoridades migratorias están haciendo su trabajo, pero en muchas ocasiones resulta ser lo mismo que con los adultos, los trasladan en masa, sometidos a condiciones infrahumanas, altas temperaturas y con migajas de comida, como si ser migrante fuera sinónimo de humillación y racismo”.
UNICEF ha informado que en los últimos años, los controles migratorios en la frontera con los Estados Unidos se han recrudecido. El desvío de flujos migratorios a zonas más inseguras para evadir dichos controles y la contratación más frecuente de traficantes de personas, pone en peligro la vida de los migrantes indocumentados, especialmente la de los niños y las niñas.
Dentro de los graves daños que los menores migrantes están propensos a sufrir, están la asfixia, deshidratación, heridas; así como ser enganchados a redes del crimen organizado; ser sometidos a explotación sexual o laboral; sufrir maltrato institucional en el momento de la repatriación o perder la vida en el momento del tránsito y cruce.
Es por ello que los menores se encuentran en un estado permanente de violación de derechos, cuando deberían ser, a decir por la activista, quienes mayor protección deberían tener, “sin que a las autoridades las forzara una ley, sino desde el hecho que son niños que no pueden defenderse y que están expuestos en un país como lo es México, violador de derechos humanos, a tragedias mortales”.
Según información de YMCA, la mayoría de los menores cruzan por el río Bravo, para después internarse en áreas despobladas, luego de poco más de tres días, por las afectaciones que generan las condiciones en las que se encuentran, muchas veces debilitados, son identificados por elementos de migración, en el área donde van a transbordar.
En muchas ocasiones, los menores son quienes se entregan a migración, porque si no logran escapar con los demás, y se quedan solos, prefieren ser detenidos, a caminar solos sin conocer la zona e ir a caer a otros espacios mayormente peligrosos.
Josué planea cruzar por el Río Bravo, no sabe nadar y tampoco tiene otra estrategia más que la de “ver quién me ayuda”, ya que asegura, que en su comunidad se escucha que hay gente que los ayuda a pasar a cambio de “cruzar paquetes”; “ya lo hice una vez, me arriesgaría de nuevo si me van a ir cuidando, porque lo que quiero es ganar en dólares y no volver jamás a mi casa, por ahora pasar México ha sido una de esas películas de terror de la tele, pero ya voy a la mitad, falta poquito para olvidarme también de esta fea parte del camino”.