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Enrique Krauze: La oposición soy yo

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En las Catilinarias (II, 1-10), Cicerón no debería haber sentido la necesidad de bosquejar una imagen del enemigo, porque tenía las pruebas de la conjura de Catilina“.

Umberto Eco, Construir al enemigo

¡Redentor! Es insólito que quien calificó de mesiánico a López Obrador sea a su vez el redentor de la oposición a la 4T. Si podría atribuirse al titular de Palacio la frase «el pueblo soy yo», como lo sugirió el «mesías neoliberal», sería precisamente a Enrique Krauze a quien habría que concederle otra expresión: pero la oposición soy yo. Bueno, a su modo y manera sonaría como el siguiente tweet: «Medio siglo de crítica al poder. Ninguna difamación podrá borrarlo. Y ninguna intimidación podrá acallarme». Y al modo y manera de MonoSapiens de Helguera y Hernández así: «He venido a liberarlos del mesianismo».

Un caudillo más. Un redentor, de esos que públicamente detesta pero que en la intimidad -quien ha leído a Krauze lo sabrá- admira, y a los que a la menor oportunidad sustituiría. Aunque le gusta hablar a nombre de otros, particularmente a nombre de Daniel Cosío Villegas y Octavio Paz, su trabajo intelectual ocupa un lugar distinto al de ellos, quizá al lado de Luis de Llano y Valentín Pimstein. Como productor de televisión se ha aliado a Carlos Loret de Mola para continuar la labor que comenzó en la conocida Operación Berlín. Ambos dejaron las campañas de difamación y los montajes para dedicarse de lleno a las fake news, reinventando PejeLeaks y transformándolo en Latinus, en beneficio de la oposición a la 4T que se dio a sí mismo el nombre de TUMOR (Todos Juntos contra Morena), o Frenaa (Frente Nacional Anti-AMLO). Esto luego de negar durante décadas la existencia del PRIANRD o cualquier plan para bloquear la llegada del tabasqueño al poder. ¿Alguien alcanza a ver la diferencia entre quienes lo integran? Ni siquiera López Obrador, con la inteligencia policial del estado, pudo distinguirlo y los llamó directamente BOA: ¿Burócratas Odiadores Alarmistas? ¿Brozo Obtuso Arrepentido? ¿Cómo era?

Porque aparte de crear contenidos para la propaganda reaccionaria, a Krauze lo han convertido en el gurú del pensamiento y del comportamiento anti-AMLO. Un autor de la tóxica idea del «peligro para México». Un teórico del foxismo, el calderonato y el peñismo que participó en la construcción de AMLO como el enemigo. Léase en tales parámetros su más reciente colaboración en The New York Times: «¿Puede Biden ayudar a contener el declive democrático de México?». Quiero decir, no sólo como embajador en funciones de Estados Unidos en México, también como el gladiador de la insidia que advierte sobre el «dominio de un solo hombre». «La victimización como estrategia opositora», explicó el politólogo Héctor Alejandro Quintanar. «Así como el fundador de Clío enseñó a la reacción cómo ‘tratar’ a AMLO cuando era opositor (mediante la especulación absurda), ahora parece enseñarles cómo conducirse en el debate público hoy que el tabasqueño gobierna: hacerse pasar por víctimas y convertir cualquier anécdota o acción en una grave amenaza». La victimización como personaje. Máscaras de víctimas que suplantan a las víctimas, que militan en la sociedad civil, que se conduelen ante el feminicidio, se solidarizan con los migrantes, simpatizan con las luchas ambientalistas, vibran alto como lo hacían cuando tomaban cursos con Keith Raniere y ofrecen la asesoría legal de su gran amigo Juan Collado. «A los agresores históricos les urge disfrazarse de agredidos contemporáneos», sentenció Quintanar.

El estilo victimista de Krauze, ante los homicidios, las desapariciones, la pobreza o los muertos por el sistema de salud del país, una postura que asumen lo mismo Felipe Calderón, Margarita Zavala, Vicente Fox, Marko Cortés, Alito Moreno o Jesús Zambrano, está al nivel de Donald Trump refiriéndose a las «inhumanas» condiciones en las que Joe Biden aloja a los niños migrantes en los campos de concentración de la frontera entre México y Estados Unidos. Una disposición ante la 4T el que despierta la misma camaradería que los recorridos de Ricardo Anaya por el país, es decir, la que tiene un módem por un refrigerador, una fría imperturbabilidad.

No nos engañemos. ¡Qué va a saber Krauze de ser oposición, o inclusive qué podría decir de ser víctima de algo como no sean sus delirios al tildar a quien lo critica de «antisemita»! La presidencia imperial necesitó, entre otros, de virreyes culturales como él, que ha quedado demostrado no conocen al país más allá del glamour de las élites, sus amigos, esos que pertenecen a los pocos poquitos que conectaron con Nuevo orden (2020) de Michel Franco. Los mismos que por otro lado no terminan de digerir que esta administración canceló el nuevo aeropuerto en Texcoco. «O lo dejamos sin la Cámara [de Diputados] o nos deja sin país», es la leyenda en una taza del hijo del dueño de Kimberly-Clark, propietario de Mexicanos contra la Corrupción. ¿A qué país se refiere Claudio X. González? «Al país de uno», respondería Denise Dresser, al que indignado podría gritar en manifestaciones multitudinarias: «fifí marchando, también se está bronceando», «es un honor, estar de mamador», «por el bien de todos, primero los Forbes», «si Calderón no bebiera, con nosotros estuviera». Marchas que no despiertan simpatías sino complicidades.

Inclusive, en términos antropológicos, estamos ante algo que no sólo es arribismo político, sino una especie de extractivismo cultural con resonancias al corporativismo priista. Aunque, dejando a un lado el cinismo de lo visceral, mientras carezca de verosimilitud que los responsables de la catástrofe recomienden cualquier solución, defiendan su análisis u ofrezcan cualquier ayuda, la victimización al estilo Krauze seguirá ridiculizando y enrareciendo a la sociedad civil, avergonzando a las feministas, ofendiendo a los migrantes y desorientando a los ambientalistas. Pienso, por ejemplo, en la entrega de despensas de GINgroup -empresa líder en el país en subcontratación y evasión de impuestos- al okupa de Casa Refugio «Ni una menos». Pienso en los Secretarios de Salud del PRI y del PAN (José Narro, Salomón Chertorivski, José Ángel Córdova) presentando aquel plan milagroso de ocho semanas contra la pandemia de Covid-19.

Sin registro, en México Libre lo tienen clarísimo. Así habla una calderonista sobre la «oposición que AMLO quiere». «Si López Obrador tuviera que describir a su opositor ideal, seguramente sería algo muy parecido a Frenaa. El Presidente debe gozar ver las imágenes de decenas de personas marchando con estandartes de la Virgen de Guadalupe, llamándolo ‘comunista’ y ‘dictador’ desde autos último modelo. Tiendas de campaña vacías, personas educadas defendiendo la corrupción del pasado y mostrando carteles en inglés. Nada podría ser más perfecto para confirmar que el discurso que lo llevó al poder sigue siendo vigente». López Obrador debe gozar ver cómo fracasa el estilo victimista de Krauze al encarnar en figuras como Gabriel Quadri, Javier Lozano, Ricardo Alemán, Pedro Ferriz de Con. Víctimas de su mala fama y peor reputación.

AMLO también debe gozar ver a estos opositores denunciar el autoritarismo con que la 4T desdeña y ataca a los movimientos sociales para que sea otro gobierno autoritario -pero no éste- el que desdeñe y ataque a los movimientos sociales. Se montan en las causas y en las luchas, en los dolores y las heridas. Desprecian a las verdaderas víctimas, quienes saben que esto jamás le interesó a los boas, frenos, tumores, equisgonzález, salvo cuando -digo de nuevo- hubo que levantar una pira contra el tótem en el que han convertido a López Obrador, «el mesías tropical», «el ladrón de esperanzas», la versión mexicana de Chávez, Maduro y Trump. El colmo es que ya ni denuncian algo. No les interesa argumentar sino declarar, abiertamente golpean por golpear. «Él [AMLO] quiere que este país esté jodido y empobrecido para poderlo gobernar», aseguró Héctor Aguilar Camín, quien remató su sesudo comentario llamando «pendejo» y «petulante» a Obrador.

La 4T también debe gozar que el PRI -en voz de un sobrado Manlio Fabio Beltrones- asegure que es un «partido histórico inextinguible». Amenazan con jamás dejarnos en paz, e inmediatamente después anuncian que en las elecciones irán en alianza con el PRD en varias gubernaturas. Una apuesta que apesta a supervivencia, no a triunfo electoral. Beltrones, por cierto, un personaje que siempre ha usado a la «corrupción como divisa», según lo describió un analista político de Proceso a propósito de la aparición en Andorra, España, de una fortuna millonaria a nombre del priista y su núcleo familiar, y sólo explicable por medios ilegales. Entre tanto, Acción Nacional afirma que su carta fuerte para regresar al poder será «el desastre de la 4T», una suma de errores de personajes que «no saben gobernar» y son sólo unos «improvisados» (en contraste con los profesionales del PAN), mientras un panista distinguido que estuvo a cargo de la seguridad de todo el país durante dos sexenios (Genaro García Luna) es enjuiciado en Nueva York bajo los cargos de dirigir una «empresa criminal» vinculada al Cártel de Sinaloa y mediante la que «conspiró para obtener, importar y distribuir cocaína en Estados Unidos». La espiral de violencia de todo un país, las generaciones perdidas en el fango de la guerra y la inseguridad, por unos departamentos en Miami y varias maletas repletas de dólares. ¡Cuánta mezquindad! Salen caros los panistas, por tan poco.

No son los contrapesos, ni les importa el «populismo» del Gobierno de López Obrador, como dicen. El motivo de la oposición a Morena y sus aliados es que están arriba en las preferencias electorales de 2021 y 2024, y en cada nueva elección ven cómo aumenta su influencia y poder. Como el angry white man que depositó sus esperanzas en Trump, los perdedores se niegan a desaparecer, pese a que la nueva y terrible normalidad en el país se debata al interior de la 4T, y desde la izquierda de América Latina y España. Derrotado, herido tras el proceso interno de Acción Nacional a la gubernatura de Chihuahua, un senador soltó la sopa sobre el meollo de la alianza opositora PRI-PAN-PRD. «Los resultados electorales se definen más por los sentimientos que por los argumentos, y en esa batalla estamos desarmados», escribió el panista.

De nuevo, no son los contrapesos políticos, ni el supuesto «populismo» obradorista. Pues el Pacto por México fue una aplanadora legislativa contra la dignidad del país, y hoy con tal de ganar elecciones en la oposición son capaces de decirse más obradoristas que López Obrador, y asegurar que son fans del «populista» de antes y no del «dictador» de hoy. En un durísimo balconeo a sus cuates del frente anti-AMLO, que tituló «Quinta carta pública dirigida al Presidente: Andrés Manuel, construiste la oposición que querías, no la que necesita el país», otro senador -ahora uno que se dice progresista- soltó netas sobre los verdugos que el 1 de julio de 2018 se descubrieron víctimas (víctimas de la derrota electoral). «Lo trágico es que la solución que encontraron fue exactamente la que necesitabas y prácticamente pediste: se unieron contra ti. El BOA (Bloque Opositor Amplio) que anunciaste y denunciaste con oportunidad es hoy una realidad. Empresarios indignados y dirigentes nacionales desubicados, decidieron reeditar el Pacto por México. Se les ocurrió que la mejor forma de hacerte frente era unir a los partidos que representan corrupción, abuso de poder e impunidad. Vale la comparación, los veo bailar de cachetito, la diferencia es que tú marcas el paso en semejante dislate». La alternativa política del estilo victimista de Krauze propone unir contra AMLO a los partidos que representan corrupción, abuso de poder e impunidad.

Contrario a lo que piensa el senador de Movimiento Ciudadano, lo que está en cuestión hoy no es cómo bullea Andrés Manuel a sus adversarios, sino quién de todos ellos será el que podrá construir una imagen efectiva contra la Cuarta Transformación, un discurso creíble contra el hartazgo popular que eyectó en 2018 a toda una clase política que en el peor de los casos sobrevive impunemente (o, en el indeseable de los casos, se unió a la 4T). La construcción del enemigo. Esa por otra parte ha sido la función de todo Gobierno en México, tras o ante la batalla electoral: el Pacto por México de Peña contra quienes quieren «paralizar el progreso del país», la guerra de Calderón contra el narco y las drogas, la campaña de Vicente Fox contra las «tepocatas, alimañas, víboras prietas» que prometió sacar de Los Pinos. Dicho sea de paso, frente a cada uno de ellos se levantó el lopezobradorismo como el opositor electoral. Y eso, desde luego, es lo que intentan construir y en lo que buscan convertirse Ricardo Anaya, Claudio X. González, Gustavo de Hoyos, Gilberto Lozano, Margarita Zavala. Ser el López Obrador de López Obrador. No sólo emerger como la salvación, también estar a la altura para ser el auténtico rival de la 4T. ¡Ternuritas! (para usar la expresión que lanzó López Obrador). Tal y como van las cosas esa batalla ya la perdió el priismo, el panismo y el perredismo desde la plataforma de sus partidos. Y anticipando que la oposición a Morena está construyéndose al interior de la 4T, algunos ya se encolumnan detrás del primero que les abra una puerta a la «nueva normalidad». Basta leer la lista de nombres de los candidatos que están postulando Pedro Haces por Fuerza por México y Elba Esther Gordillo por Redes Sociales Progresistas. Basta observar con cuidado los movimientos de Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, y sus susurros detrás de los cubrebocas.

Todos hablan del bono electoral de los 30 millones de votos, desestimándolo, despreciándolo, sobredimensionándolo, pero hasta que alguien no construya una imagen correcta de AMLO como el enemigo, no importa que la luna de miel de la 4T sea sólo por tres votantes. Y no van a lograrlo contrastándose con las luchas de Obrador, ya dio de sí el victimismo estilo Krauze. Como dijimos antes, los agresores históricos de los mexicanos no parecen muy inteligentes si creen que pueden disfrazarse de agredidos únicamente por no simpatizar con la 4T.

La oposición va por la revancha, mientras la 4T juega al ajedrez entre ciegos. No hay un escenario en donde las dos fracciones ganen, una aplastará a la otra, sin misericordia. El bipartidismo se ha instalado en el México contemporáneo, y las elecciones de junio de este año serán una batalla entre los anti-AMLO y los pro-AMLO. El verdadero López Obrador de López Obrador aún no tiene rostro ni nombre y, para ser honesto, creo que tal vez no advertiremos quién será hasta dentro de mucho, mucho tiempo.

Texto de Jesús Pérez Gaona.

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