Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1
(16 de mayo, 2015).- El teatro cabaret siempre ha gustado de pasearse como un funambulista entre lo entretenido y lo eficaz. Sus mensajes son claros y directos: La crítica hacia una sociedad que es embestida por un gobierno que no sabe atender las necesidades reales de un determinado sector.
Las risas son el elemento catalizador que posteriormente permitirán la anagnórisis entre aquél que está en escena y el que observa.
Lo anterior no es la excepción en el montaje “Dicen que me parezco a Santa Anna… ¡y ni guitarra tengo!”. Puesta en escena que presenta a Chilacayotl, una especie de vidente desempleado, que a través de críticas “indirectas” al gobierno actual (ya que descontextualiza al hablar de presidentes sin dignidad del siglo XIX) muestra una realidad evidente para todos.
Pero como parte inherente del teatro, posmoderno o no, el conflicto existe y Chilacayotl tiene un problema muy complicado; es asediado por presidentes mexicanos del pasado y el principal en “poseerlo” es Santa Anna, que está muy molesto porque no lo comparan con los presidentes actuales, nadie se acuerda de él.
El monólogo, de Isaac Pérez Calzada y Paola Izquierdo, consigue tener una comunión con el público brindando situaciones que facilitan la rápida identificación y la posibilidad de presenciar temas duros de una manera relajada, un ejemplo de ello es el hecho de tomarse la ya indispensable selfie con el auditorio.
Además otra característica elemental del teatro cabaret es la música, misma que se convierte en otro elemento vivo en la escena, genera comunión y se convierte en un artificio que convive en simbiosis con lo demás generando un organismo que respira y expresa emociones y crítica.
Macedonio Alcalá y Aniceto Ortega son los músicos del siglo XIX que se retoman para musicalizar la puesta, interpretados de manera magistral por el pianista Juan Ramón Sandoval, otro elemento que otorga vida al montaje.
El montaje deambula entre sucesos del siglo XIX que son totalmente paralelos a hechos actuales, hay analogías directas con Enrique Peña Nieto, mismas que provocan risas y reflexión a los asistentes además de también brindar una excelente cátedra de la historia de México.
Entre los temas que se tocan está la pérdida del territorio nacional, el “error de diciembre” y prácticamente se convierte a Santa Anna en un anti héroe mítico.
Si algo posee el teatro cabaret es la posibilidad de conseguir que el público se ría de su propia desgracia, por ejemplo la mediocridad mexicana al mencionar que “lo importante es competir”.
El espectáculo posee un intermedio de 5 minutos para continuar, con un personaje nuevo, con las críticas sociales y políticas actuales, mismas que llegan a un punto máximo en el final del montaje consiguiendo, desde mi punto de vista, la catarsis con el espectador.
Con premisas donde se muestra a la nación como un negocio personal para unos cuantos, el narcogobierno y la pérdida globalizada de la esperanza al señalar que “yo dejé mi semilla bien plantada”, por parte de Santa Anna, se logra un espectáculo que, con elementos básicos pero perfectamente utilizados, brinda no sólo entretenimiento sino una eficacia escénica total al conseguir comunión y equilibrio entre los diversos elementos que se presentan en escena, desde un perchero hasta la tecla fa en el teclado del pianista.
El montaje regresa con funciones martes y miércoles en el Foro A Poco No, que pertenece al Sistema de Teatros de la Secretaría de Cultura del GDF, del 19 de mayo al 23 de junio a las 20:30 horas. El recinto se encuentra cerca del metro Allende a espaldas del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
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Ficha técnica:
Dicen que me parezco a Santa Anna… ¡Y ni guitarra tengo!
Autoría: Isaac Pérez Calzada y Paola Izquierdo
Dirección: Paola Izquierdo
Elenco: Isaac Pérez Calzada
Música original: Juan Ramón Sandoval
Música original de compositores mexicanos del Siglo XIX: Jesús Rivera, José Antonio Gómez, José María Pérez de León, Aniceto Ortega y Sabas Contla
Escenografía: Regina Morales Ramos
Imagen: Carlos Ramírez
Asistente de dirección: Karla Sánchez
Coreografía: Mafer Hernández
Asesoría en dramaturgia: Gustavo Proal
Duración: 1 hora 20 minutos