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¿Es posible huir del Sistema Solar?

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Antes o después el ser humano se verá enfrentado ante la necesidad o la voluntad de salir del Sistema Solar. Quizás como dijo Stephen Hawking para asegurar la supervivencia de la especie en otros planetas, o quizás por mera curiosidad.

Se podrían seguir así los pasos de la Voyager I, la veterana sonda espacial que dejó atrás el Sistema Solar y que hoy en día está a 18 horas luz. Permanecerá activa hasta 2025, según los cálculos de la NASA, pero si tuviera energía podría llegar a la estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri, en 17.000 años.

Probablemente, si el ser humano se decidiera realmente a viajar más allá del Sistema Solar, el primer objetivo sería precisamente Próxima Centauri. No solo es la estrella más cercana, sino que a su lado se encuentra Próxima b, un planeta rocoso de tamaño similar al de la Tierra recién descubierto y que podría tener agua líquida en superficie.

Por mucho que este sea el planeta amigable más cercano a la Tierra, no se puede decir para nada que esté cerca. Por lo que sabemos, está a una distancia de 4,22 años luz, (es la distancia que la luz tarda en recorrer 4,22 años), o sea, a la «friolera» de 41 billones de kilómetros. Para hacerse una idea de lo que significan estas distancias, mientras que la Luna está a 1 segundo luz, Marte está a unos 12 minutos luz, por término medio.

Naves existentes
Actualmente, una de las naves más rápidas es la sonda «New Horizons», capaz de llegar a Plutón tras 9,5 años de viaje para recorrer una distancia que oscila entre las cuatro y las siete horas luz. Si la NASA la lanzara hacia Próxima Centauri, necesitaría unos 54.000 años de viaje, tal como ha publicado Space.com.

Quizás la alternativa sería Juno, la sonda que ha explorado Júpiter, y que alcanzó una velocidad de vértigo, de 265.000 kilómetros por hora. Aún así, esta pequeña nave necesitaría viajar 17.157 años.

En ambos casos, surge un grave problema. Estas sondas apenas tienen el tamaño de un piano, por lo que desde luego no podrían albergar todo el instrumental (y entretenimientos) que una tripulación humana necesitaría en un viaje así. Acelerar naves tan grandes a velocidades tan inmensas es un grave problema que hoy por hoy no tiene solución, y además habría que resolver sin dañar a los tripulantes.

El disparo estelar
Habrá que esperar mucho para ver una nave así, si es que alguna vez es posible construirla o que los humanos hagan viajes tan largos. Pero existe un proyecto de disparo estelar capaz de catapultar a pequeñas sondas espaciales hasta las proximidades de Próxima Centauri.

El proyecto, presentado este año por Stephen Hawking y los multimillonarios Yuri Milner y Mark Zuckerberg, contempla usar un enjambre de naves diminutas y equipadas con velas que, impulsadas por un rayo láser desde la Tierra, podrían alcanzar una velocidad de hasta el 20% de la de la luz. De este modo, llegarían a Próxima Centauri en unos 25 años.

Quizás no permitiría más que echar un vistazo, pero quizás sería el primer paso para una nueva y potente tecnología. En este sentido, en una reciente conferencia Pete Worden, de la Fundación «Breakthrough Prize» anunció que un grupo de expertos había estado discutiendo planes para construir un prototipo del proyecto Starshot. «Quizás en 20 o 25 años podamos comenzar a lanzar estas sondas», pronosticó Worden.

En principio, tienen previsto que la tecnología necesaria cueste tanto como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), con un coste de unos 10.000 millones de dólares.

La revolución tecnológica necesaria
Una vez que lleguen a etapas más avanzadas, los precursores del proyecto hablarán con los expertos para averiguar si es posible que Proxima b albergue vida y si es conveniente entonces enviar sondas con sensores para detectarla.

Los problemas que surgen, aparte del propio viaje, es que estas sondas minúsculas tendrán que ser capaces de enviar la información a la Tierra, haciendo un viaje de 4,22 años. Para ello, necesitan potentes transmisores e instrumentos minúsculos. Además, quizás habría que esperar a tener receptores más sensibles en la Tierra para captar sus señales.

Por suerte, la tecnología sigue avanzando y construyendo cada vez componentes más pequeños. Los ordenadores y las comunicaciones cuánticas, que según pronostican sufrirán una gran evolución en dos décadas, podrían suponer una notable diferencia.

Tal como ha declarado Seth Shostak, astrónomo del Instituto SETI, en Space.com, el proyecto de viaje interestelar, ya anunciado en abril, es «aún más interesante ahora que sabemos que ahí hay un planeta». En su opinión, Próxima b es hoy en día un «objetivo» de interés para buscar vida extraterrestre.

De momento no se sabe mucho sobre este planeta. Se considera que es posible que tenga agua en superficie, pero hay más condiciones necesarias para que pueda haber vida: hace falta una atmósfera, compuestos orgánicos y una estrella pacífica cuya radiación sea compatible con los seres vivos. Y aún así, la vida podría o no estar allí presente.

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