Por: Carlos Bauer
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La República de Chipre es un pequeño país con poco más de un millón de habitantes y un Producto Interno Bruto (PIB) de apenas 22 mil millones de dólares –el de México es de más de 1 millón 500 mil millones de dólares, por establecer una comparación. Sin embargo, esta pequeña economía es el nuevo dolor de cabeza de los líderes europeos y la más reciente amenaza a la subsistencia de la Eurozona. ¿Por qué?
La deuda de Chipre asciende al 100% de su PIB y al gobierno le resulta imposible ayudar a su sistema bancario, pues éste tiene un tamaño ocho veces mayor al de la economía total del país. Esta situación atípica se explica porque Chipre funciona como un paraíso fiscal para inversionistas europeos y, sobre todo, para magnates rusos: se calcula que entre un tercio y la mitad de los depósitos bancarios en los bancos chipriotas pertenecen a ciudadanos rusos.
Para algunos analistas, esto explica en parte el rechazo del parlamento a las condiciones del rescate impuestas por la troika (Banco Central Europeo (BCE), Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional). La propuesta de la troika implicaba gravar los depósitos bancarios de entre 20,000 y 100,000 con una tasa de 6.75 por ciento y los mayores de 100,000 euros con una tasa de 9.9 por ciento, además de otras medidas que se han aplicado a los países que solicitaron ayuda financiera, como austeridad y aumento de las cargas fiscales; de tal manera que Chipre pudiera agregar 5,800 millones de euros a los 10,000 al préstamo de la troika.
Aunque el importe total de rescate podría ser fácilmente cubierto por el BCE, las autoridades europeas se niegan a tomar tal medida ante el temor de que ayudar a un país sin exigirle contraprestaciones siente un precedente peligroso en las políticas de rescate. Por ello, tanto la troika como el gobierno chipriota buscan otras salidas a la crisis, desde limitar el impuesto a los depósitos a aquéllos superiores a 100,000 euros hasta el ofrecimiento de yacimientos gasíferos recién descubiertos “en prenda”, pasando por la intervención rusa mediante un préstamo.
Toda solución se complica porque tanto la troika como el gobierno chipriota parecen buscar una salida que no comprometa la política futura de los rescates bancarios y a la vez deje intocada la condición de Chipre como paraíso fiscal. Como ha sido regla en los rescates financieros dirigidos por la troika, las condiciones de vida de la población local resultan una mera externalidad.
