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“Falso de toda falsedad: el PRI no es prostíbulo, ni las mujeres seres de segunda”

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Por Ivonne Acuña Murillo

(10 de abril, 2014).- “Falso de toda falsedad”, respondió el líder con licencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) del Distrito Federal, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, cuando Carmen Aristegui, Daniel Lizárraga y su equipo de investigación lo exhibieran como el “propiciador”, “administrador”, “regenteador” de una red de prostitución encubierta, cuya sede se encuentra en las mismas oficinas del PRI-DF, que por lo mismo, es ya conocido como el “Hotel PRI de paso”.

Muchas son las preguntas que pueden hacerse en torno a este hecho: ¿desde cuándo opera esta llamada “red de PRI-stitución” encubierta? ¿La prostitución que ejercen las mujeres reclutadas por Priscila Martínez González, principal “enganchadora” del señor Gutiérrez y que aparece en la nómina del PRI ocupando 4 diferentes puestos, sólo lo beneficiaba a él? ¿Realmente los servicios sexuales de estas mujeres sólo estaban dirigidos a satisfacer las necesidades y fantasías sexuales del líder del PRI en el Distrito Federal? ¿Qué relación tiene esta red de prostitución con el “nuevo PRI”? ¿Qué otros delitos, como la trata de personas y la prostitución forzada, se relacionan con esta red? ¿Cuántos líderes priistas se encuentran involucrados en este hecho?  ¿De verdad ninguno de los miembros del PRI conocía la existencia de esta red? Si ese fuera el caso, ¿cómo pudieron ocurrir estos hechos sin que los asiduos visitantes del PRI capitalino se enteraran?

Las preguntas son lógicas toda vez que parece imposible que se pueda formar y operar una red de prostitución, en las mismas oficinas del PRI-DF, sin que ninguno de los integrantes del partido se diera cuenta o se beneficiara de las actividades de prostitución a que las mujeres referidas eran sometidas.

La invisibilidad o supuesto desconocimiento de la existencia de esta red de prostitución de mujeres, cuyas edades van de los 18 a los 32 años, por parte de los altos funcionarios del PRI no parece creíble. De serlo, habría que preguntarse por la existencia de otras situaciones en las que el presupuesto del partido ha sido desviado para fines distintos a los marcados por la ley sin que la dirigencia del partido tuviera conocimiento. Grave omisión por parte de quien debería vigilar el correcto ejercicio del presupuesto público asignado al PRI, tanto dentro como fuera del partido.

Por otro lado, no debe restarse importancia al hecho de que esa desviación puede estar involucrada en la comisión de uno o varios delitos, como ya se dijo arriba. Asimismo, es igualmente escandalosa la denuncia hecha por la periodista Lydia Cacho Ribeiro, en entrevista con Carmen Aristegui, sobre las negociaciones de Jesús Murillo Karam, actual procurador general de la República, y de Beatriz Paredes Rangel, ex presidenta del PRI nacional, quienes ordenados por Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México y “padrino” de Enrique Peña Nieto, negociaron para imponer a este personaje como líder del PRI en el D.F. Él mismo, a decir de Cacho, ejerció violencia en contra de aquellas personas que se negaron a entregarle el PRI del D.F.

Entre las artimañas de Cuauhtémoc Gutiérrez para hacerse de poder político -ya que el ser el “junior de la basura” y dueño de una fortuna no le eran suficiente, pues quería además ejercer poder político formal, para lo cual tanto él como su padre “metieron” dinero a las campañas de algunos priistas- fue seguir la estrategia de lo que hoy conocemos como las “juanitas”, para entrar en lugar de la mujer que fuera elegida para ocupar una curul en la Cámara de Diputados.

En la misma entrevista, Cacho, afirmó que el padre de Cuauhtémoc Gutiérrez, Rafael Gutiérrez Moreno, conocido como el “rey de la basura”, fue acusado por su propia esposa, la madre de Cuauhtémoc, de haber violado a más de 100 mujeres y niñas, algunas de su propia familia. Este sujeto además era dueño de prostíbulos en donde, junto con su esposa, explotaba y violentaba mujeres.

Todo lo anterior es ya conocido por la opinión pública y muchas son las aristas desde donde puede abordarse este tema. Uno muy importante se relaciona con la respuesta a la pregunta ¿cuál es la imagen que de las mujeres tienen, propician, promueven y sostienen ‘los’ priistas? Si resulta cierta la sospecha sobre esta red de prostitución y posible trata de mujeres, la cuestión adquiere mayor relevancia.

Desde su fundación como partido político, el PRI llevó de tiempo en tiempo, una relación de inclusión con las mujeres, a pesar de que en 1934 se rechazó la propuesta del presidente Lázaro Cárdenas del Río para el reconocimiento de sus derechos políticos, éstos fueron finalmente “otorgados” en 1953 por el también presidente Adolfo Ruíz Cortines. Otro mandatario, Luis Echeverría Álvarez, propició la modificación tanto de la Constitución Política como de Códigos y Leyes, para omitir todos aquellos preceptos legales discriminatorios en contra de las mujeres.  Desde entonces, los gobiernos priistas firmaron todos aquellos acuerdos que tanto a nivel nacional como internacional buscaron mejorar las condiciones de vida de las mujeres y tomaron medidas para que, a partir de políticas públicas específicas, dicho objetivo se volviera realidad.

Es a partir del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, que el PRI comienza a modificar visiblemente su forma de relacionarse con los derechos de las mujeres y el mejor indicador es la aprobación, como concesión al PAN, de las llamadas “leyes antiaborto”.

Lo anterior supone que los derechos de las mujeres fueron usados por el PRI como “moneda de cambio” para que a su vez el PAN apoyara a este partido en algunos otros asuntos. Algo así como los casos del PEMEXGATE y “Los amigos de Fox”, en los que tanto el PRI como el PAN hicieron oídos sordos y ojos ciegos a los claros casos de corrupción, desvío de fondos y recursos de procedencia oscura, ocurridos durante las campañas presidenciales de Francisco Labastida Ochoa y Vicente Fox Quesada.

Con las “leyes antiaborto” aprobadas en 19 estados -que claramente criminalizan el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo- como antecedente,  cabe preguntarse ¿Desde cuándo cambió la imagen que los priístas tienen respecto de las mujeres?, ¿Desde cuándo dejaron de estar comprometidos con las causas de éstas? y ¿Desde cuándo los priístas consideran a las mujeres no sólo como botín político a intercambiar en favor de “otras causas”, sino como un “objeto sexual” dirigido al divertimento de sus cúpulas?  Más fundamentalmente, ahora que han recuperado la presidencia de la República, ¿Cómo planean tratar a las mujeres? ¿Qué otros derechos les van a conculcar? ¿Van a permitir que uno de sus “hombres” sea castigado como merece en función de los delitos cometidos o lo van a proteger para posteriormente volver a colocarlo en posición de poder? ¿Es esta forma de reclutamiento la idea que tienen para “cubrir” la cuota de género?

Si no se pueden o quieren probar los delitos relacionados con esta red de prostitución, ¿Serán los máximos líderes priístas capaces de sancionar moralmente a Cuauhtémoc Gutiérrez sacándolo del partido? o ¿Cuánto tiempo más tendrán que seguir esperando las mujeres, no sólo las reclutadas con engaños para brindar placer a ciertos priístas, sino las violadas, secuestradas, desparecidas, también prostituidas, asesinadas, discriminadas, a que los políticos del partido en cuestión comiencen a verlas como iguales y no como seres de segunda, cuyos derechos, bienestar y dignidad pueden ser intercambiados, ignorados, violados?

Finalmente, habrá que preguntarle a Ernesto Cordero Arroyo si aún quiere ser el presidente del PRI, como inconscientemente afirmó en uno de sus eventos de campaña por la presidencia del PAN, o si prefiere seguir con su campaña por Acción Nacional.

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