Por Emmanuel Gallardo-Cabiedes
@ManuGallardo77
El pasado dos de julio a la tienda Walmart sucursal Toltecas, en Tlalnepantla, Estado de México, no le interesó que la familia Hernández Reyes comprara más de mil 500 pesos en mercancía ni que sus tres hijos estuvieran ahí al momento de que uno de sus empleados, el “encargado de protección de activos”, exhibiera con gritos y acusaciones de robo al matrimonio que vertió líquido de una botella de detergente para ropa en otra de la misma marca que se llevaban porque, según ellos, ninguna tenía suficiente producto.
“Se me hizo fácil vaciarle un poco a la botella que elegimos comprar porque buscamos varias, y ninguna estaba en realidad llena”, cuenta Alma Lilia Reyes, esposa de Gilberto Hernández; padres de tres niños de 15, 11 y 3 años de edad. Después de pagar su mercancía y a punto de salir del área de cajas, un empleado delgado y moreno le gritó a la familia que se detuviera porque “habían robado”, mientras levantaba el detergente de ropa como señal de evidencia. “¡Me están robando! ¡Esto es un robo!”, gritó el encargado de protección de activos a quien el apoderado legal de Walmart, de la empresa Alto México, identificó sólo con el nombre de Ángel.
El joven llamó a dos vigilantes y ordenó la detención de la familia. Ambos padres se paralizaron ante la acusación y las miradas de la gente que en ese momento salía del supermercado. “No supe qué hacer. Entré en shock cuando el empleado de Walmart no dejaba de gritar ni de acusarnos. ¿Quiénes son los ladrones? ¿Cuánto pude haber vaciado a la botella? Nosotros no robamos nada. Le dijimos que pagaríamos el otro detergente, pero se negó, insistió en que eso era un robo y llamó a la policía”.
Cuando llegaron los policías del Estado de México adscritos al Centro de Justicia de Tlalnepantla, Fiscalía Especializada en Secuestro ubicado en Avenida Sor Juana Inés de la Cruz esquina Mario Colín, en la colonia Industrial San Javier, el empleado de Walmart presionó a los agentes para que se los llevaran, pero ellos respondieron que no podían hacer nada porque eso no era un robo y que la familia había pagado como demostraba su ticket de compra. Ni Alma ni su esposo habían sacado nada del establecimiento sin pagar.
Aún así fueron llevados al Centro de Justicia.
Cuenta Alma Lilia que el encargado de protección de activos dijo al policía que los niños se quedaban en la tienda, pero ella y su esposo se negaron a dejar a sus hijos, así que todos tuvieron que subir a la patrulla que los llevó detenidos, bajo ningún cargo en específico, ante la licenciada Marlin Arce de la O, agente del ministerio público del tercer turno y a quien en ese momento este reportero entrevistaba en relación con un caso de extorsión por parte de posibles agentes ministeriales adscritos a su oficina.
El policía que detuvo a la familia interrumpió la entrevista. Yo estaba sentado en un sillón verde con olor a cama dentro de la oficina de la licenciada Marlin Arce. El policía no tenía idea de qué acusar a Gilberto y a Alma. No había hasta ese momento ni una sola prueba del supuesto delito. El jabón líquido y un paquete de papel higiénico seguían abandonados en el Walmart de avenida Toltecas, como lo pude constatar una hora después cuando fui a sacarle fotos y a hablar con el gerente. Mientras tanto el matrimonio y sus tres hijos esperaban a que se les fundara algún cargo.
Sin importar que yo estuviera en esa oficina, el policía hizo evidente su ignorancia de la ley y consultó a Marlin Arce:
-Lic. Buenas tardes, compermiso. A ver, lic, asesóreme: traigo dos “farderos”, pero resulta… no sé cómo manejarlo, la verdad. Abren una botella de jabón, compran una botella de jabón, vacean (sic), llenan su botella y es la que pagan.
Gilberto no era fardero. Un fardero esconde mercancía entre sus ropas y la roba. La acusación del policía no tenía fundamento alguno. Su tono dubitativo fue silenciado en seguida por Marlin Arce de la O:
-Fraude. Sentenció la agente del ministerio público sin conocer más del caso, sin preguntar por pruebas o contexto de lo que sucedía.
-Le pasó al… trae a sus hijos, pa que le diga, ¿no Lic.?
-¿A la persona que vació la… ? Pero nada más… ¿Cuántos individuos tenemos? La canción “No Basta” de Franco De Vita salía de la laptop de la funcionaria.
-Dos, es que es un matrimonio con tres niños.
¿Los niños son menores?
-Sí. Aceptan eso.
-No es un robo, es un fraude, porque buscan alterar la capacidad… de un… para obtener un beneficio.
-Y luego abren un papel de baño. Ahí ya no le entendí. Ahí está el apoderado de la empresa, de Walmart. El policía sonaba a cantinflas.
Marlín Arce de la O no tenía idea de qué artículo era, de cuánto era la capacidad, ni de qué había sucedido en el Walmart Toltecas. No respetó la presunción de inocencia y ella jamás vio pruebas en ese momento, simplemente elaboró un juicio rápido de algo que conocía solo por el relato mal contado del policía que salió por el indiciado para presentarlo ante la agente del ministerio público.
Gilberto explicó que las botellas de detergente no estaban llenas y que se le hizo fácil llenar la que compraría con otra más de la misma marca. Pero Marlin Arce de la O sólo lo regañó por su manera de argumentar:
“Es complicado… vamos, esa situación de que a usted se le haga fácil… más por los niños, ¿no? Nosotros, ya como adultos, pues sí comprendemos que… digo, a lo mejor lo que hago es buscar entre las botellas una que tenga más, porque a final de cuentas, esto es de un tipo penal. El Fraude es cuando una persona aprovechando por medio del engaño… causa un detrimento del patrimonio para obtener un beneficio propio en este caso, pues usted… no tengo que dudar de lo que usted me dice, pero usted dice que fue nada más para tratar de llevarse el litro, por ejemplo, que dijera… pero al igual se puede pensar a que lo llenara más, y a lo mejor en vez de llevarse un litro, se lleva un litro cien, y ahí está causando daño a la empresa.
Gilberto, empleado en una compañía de paquetería internacional quedó envuelto en la explicación rebuscada y maltrecha de la funcionaria. El miedo se le reflejó en los ojos cuando Arce de la O le dijo que tenía que resolver el asunto en las siguientes 48 horas y que en caso de que él y su esposa quedaran detenidos, el DIF (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia) se haría cargo de sus hijos. “Puede que esto no sea tan grave, pero mientras se encuentre establecido en el código penal y si es un delito, tienen que ser puestos a disposición”.
Salí con asco de la oficina de Marlin Arce de la O. Yo había llegado a entrevistarla respecto a una pareja de supuestos policías ministeriales que roban a empleados de un call center bilingüe cerca de ahí y cuyas víctimas aseguran haberlos visto entrar y salir de ese centro de justicia. Ahora salía de ese lugar después de haber visto la forma en que una persona era privada de su libertad ante una acusación de un supuesto robo que terminó siendo fraude.
En el Walmart de Toltecas la mercancía quedó abandonada sobre una caja fuera de servicio. Otro empleado que dijo ser el gerente confirmó que se habían llevado a la familia completa y que ahí seguían las pruebas que nunca presentaron en primera instancia a Marlin de la O, un detergente líquido de la marca Persil y un paquete de rollos de papel Kleenex Cottonell.
Gilberto fue liberado. No hay un registro de cuándo ni cómo, porque en el centro de justicia existe su entrada, pero no su salida. Los agentes ministeriales que no quisieron dar su nombre aseguraron el domingo por la noche que no tenían a nadie con el nombre de Gilberto Hernández Cortés bajo su custodia. El sábado en familia terminó entre sustos de los hijos del matrimonio Hernández Reyes, quienes afuera del centro de justicia fueron cuidados por una tía que sólo lloraba de impotencia.