En un operativo que busca mandar un mensaje contundente contra el crimen organizado, la Fiscalía General de la República (FGR) llevó a cabo la destrucción de más de una tonelada de clorhidrato de cocaína en el estado de Guerrero.
El evento se realizó en Xocomanatlán, Chilpancingo de los Bravo, donde las autoridades federales convirtieron en cenizas mil 211 kilos con 669 gramos y 500 miligramos de droga, producto de una carpeta de investigación por el delito de contra la salud en la modalidad de transporte.
Pero no fue lo único: junto con el narcótico se destruyeron también 203 objetos relacionados con actividades delictivas, reforzando la imagen de un golpe doble contra las estructuras criminales.
Un operativo bajo lupa
El proceso de incineración fue llevado con protocolos estrictos. Una agente del Ministerio Público de la Federación (MPF) encabezó la diligencia, mientras personal del Órgano Interno de Control supervisó el pesaje, conteo e identificación tanto de la droga como de los objetos destruidos.
Al acto asistieron también elementos de la Policía Federal Ministerial (PFM) y peritos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), así como integrantes de la Guardia Nacional (GN) y efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), garantizando la legalidad y transparencia del procedimiento.
Un mensaje al crimen organizado
El fuego que consumió la tonelada de cocaína representa más que un simple operativo: es un recordatorio del músculo institucional que se despliega contra las redes de narcotráfico en el país.
La magnitud de lo destruido en Guerrero no pasa desapercibida: más de mil kilos de droga, cientos de objetos del delito y un despliegue coordinado de fuerzas federales. Un golpe que busca dejar en claro que los decomisos no sólo se anuncian, sino que terminan en cenizas.