(15 de octubre, 2014).- A lo aberrante del secuestro y la ejecución de algunos de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero, se une la forma de actuar y las declaraciones de funcionarios de todos los calibres y de todas las especies.
Por un lado resulta que ninguno de los 28 cuerpos encontrados en las fosas clandestinas corresponden a los jóvenes de la normal rural. Eso lo dice el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, quien horas antes hizo pública su crítica al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivera, por haber afirmado lo mismo, o sea por ganarle la nota, como si eso fuera lo más importante. También ha dicho el funcionario federal que ya tienen a 50 detenidos y que capturaron a más policías, éstos de Cocula, Guerrero, porque se presupone que, al igual que el alcalde ahora prófugo, están implicados en el secuestro. Estos últimos uniformados suman 14.
A este ir y venir de declaraciones y de enfrentamientos, se suma la actitud irresponsable de los senadores, quienes consideraron que no hay condiciones para el grupo de seguimiento al caso Iguala. ¿Qué condiciones requieren? ¿Mucha seguridad? ¿Garantía de que no serán apedreados? ¿Qué les entreguen computadoras portátiles? ¿Qué blinden el hotel en donde se hospedarían?
Dicen que no quieren descomponer lo que se ha hecho para que exista la gobernabilidad, ¿será que ésta existe? Los de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reportan que han hecho 300 levantamientos, o sea que ese es el número de quejas que hasta ahora existen por alteraciones a las disposiciones que ellos manejan. Se destaca que quieren también llevar agua a su molino porque en los reportes aparece como violación si se cayó un papel y el que se encontraba al lado de su propietario no lo levantó, una cuestión similar a las mentadas “acciones de vivienda”.
Por su parte, Enrique Peña Nieto expresó que “en esta tarea quiero reafirmar ante ustedes y la sociedad mexicana que el Ejecutivo a mi cargo tiene una responsabilidad y un objetivo por delante que es el esclarecimiento de los hechos y encontrar a los jóvenes estudiantes de quienes se desconoce su paradero en este momento, y dar con los responsables materiales e intelectuales. Espero que a la brevedad podamos dar los resultados y el esclarecimiento de los hechos que la sociedad demanda”. ¿Podría decir lo contrario o continuar en silencio con recorridos y fotos que demuestran una tranquilidad que no comparten millones de mexicanos?
Parecería que no y que tampoco puede asegurarse que se pueda cumplir su siguiente frase: “Este es un tema que llevará al Estado en su conjunto a tomar acción, a tomar medidas que permitan evitar eventos como el ocurrido en Iguala”. ¿Nos podría decir cómo le hará? Porque igual pasó en Michoacán y son muchas las entidades que enfrentan panoramas similares en inseguridad. Para colmo de males ya cundió eso de andar preguntando si quiere la gente que los que están permanezcan o se vayan y no se trata del referéndum tan cacareado sino de lo dicho por el famoso comisionado Castillo que, como diva, solicitó a los michoacanos decidir si ya no lo quieren ahí, porque él, dice, llegó a trabajar. Igual hizo cuando se acercó a la casa de Paulette y el resultado fue que la encontraron muerta y atrapada en su propia cama, ¿lo recuerda?
Ahora que, ya con la candidatura en la bolsa de la “Cocoa” Calderón, los panistas se aprestan a exigir la desaparición de poderes en Guerrero. Ellos aseguran con gran énfasis, con uno que no tuvieron para señalar la serie de tropelías y abusos cometidos por Genaro García Luna, que Ángel Aguirre Rivero tiene los días contados.
En tanto, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya no sabe cómo salir del atolladero que su mala fama creó. Ligados como se les ve a grupos de delincuentes, de narcotraficantes, a través o en complicidad con los alcaldes extraídos de sus filas –y habrá que ver hasta donde han llegado en las gubernaturas— ahora salen con que primero tienen que analizar el desempeño del mandatario guerrerense con la Comisión Civil que se integró para buscar a los normalistas, antes de hablar de su salida.