Por: Valentina Pérez Botero/ @vpbotero3_0
La singularidad normalmente habla de la escases por dificultad de producción –las circunstancias que lo propician son coyunturales- o de permanencia –el contexto no favorece la continuidad-: los Scouts Gays de México (SGM) tienen ambas. Son el único grupo de escultismo a nivel mundial dirigido a la diversidad, que sesiona y tiene una estructura clara para albergar a toda la comunidad LGBTI.
Los primeros meses del año han tenido polémica para las dos comunidades que conjuntan los SGM. Por una parte, la comunidad LGBTI abrió el año con ganancias claras a favor de sus derechos: en Maryland, Estados Unidos, celebraron el inicio del año con la entrada en vigor del matrimonio igualitario y el 21 de enero el presidente Barack Obama dio un histórico discurso en favor de la comunidad. En Europa, a inicios de febrero los parlamentos francés e inglés legalizaron el matrimonio homosexual.
Por otra parte, los Boy Scouts de América (BSA) empezaron el año envueltos en la polémica sobre darle continuidad o no al estatuto, considerado discriminatorio por la comunidad LGBTI, que excluye a los homosexuales de sus filas. Inicialmente, el consejo de la BSA decidiría el 6 de febrero sobre este asunto, al que las redes sociales y diversos activistas tanto a favor como en contra han dado visibilidad, pero ese mismo día confirmaron que aplazarían la determinación hasta finales de mayo.
Pero a ambas circunstancias le antecede la formación de los Scouts Gays de México, quienes hace unos días recibieron un reconocimiento y felicitación de los Scouts por la diversidad de Estados Unidos, la principal organización que ha presionado a la BSA para que cambie su estatuto, por ser “el único grupo en Latinoamérica y en todo el mundo que realmente tiene actividades, planeación y estructura dirigida a la diversidad” explica Édgar Mendoza líder nacional y fundador de SGM.
Los SGM cumplieron 11 años desde su fundación en el 2012. Empezaron por ser una comunidad virtual y después pasaron a sesionar como cualquier otro grupo de escultismo: con actividades al aire libre, labor social y la formación a través de los principios que el fundador de los Scouts, Robert Banden-Powell, dejó hace más de cien años.
Y es justo en sus principios donde los dirigentes de este grupo encuentran la mayor incongruencia: los Scouts proponen la hermandad, estipulada claramente en la cuarta regladel escultismo: “Un scout es un amigo para todos y un hermano para todos los demás scouts sin distinción de país, clase o credo al que pertenezcan”, pero en la práctica la excepción parece estar en la orientación sexual, pues si eres gay ya no puedes formar parte.
Alejandro de la Rosa, ahora jefe de Clan de los Scouts Gays de México, tuvo una carrera dentro de las organizaciones scouts tradicionales y formó parte de su dirigencia hasta que dijo abiertamente que era gay: “empezaron a ponerme trabas, bloquearon mi trabajo e incluso llegaron a cuestionar mi calidad moral”. En México no existe un estatuto, como en EE.UU, que estipule la exclusión de la comunidad LGBTI de los scouts, pero la discriminación se da por grupos, no en todos, a través de comentarios y desclasificaciones.
La singularidad de este grupo nace por la iniciativa de Edgar y continúa por la necesidad de abrir espacios en la sociedad que incluyan a la comunidad LGBTI y a la familia diversa: homoparentales, pero también madres solteras o niños que viven con sus abuelos o hermanos mayores, como lo explica Gabriel Ángel Sánchez, subjefe nacional general.
La intención final es que, a través de una verdadera hermandad que incluya la diversidad sexual en planteamientos, dudas, planes de vida –lo dicen Édgar, Alejandro y Gabriel-, exista una verdadera hermandad scout que lleve, como lo estipulan los grupos escultistas a “hacer un mundo diferente, un mundo mejor”.