Por Octavio Aristeo López
Señala el filósofo, científico y político francés, durante la Revolución Francesa: “Cada vez que la tiranía intenta someter a la masa de un pueblo a la voluntad de una de sus partes, cuenta entre sus medios con los prejuicios y la ignorancia de sus víctimas” (Marie-Jean-Antoine Caritat, Marqués de Condorcet, 1743-1794).
México despertó, el mexicano como individuo, como objeto,con un espíritu alineado está consciente de su falta de libertad y refleja impotencia por las condiciones generales de su existencia humana e intenta modificar las condiciones sociales y actitudes personales, en las manifestaciones en contra de la clase política gobernante asesina.
Es la construcción de una identidad que no se refleja en la clase política gobernante asesina, que como serpiente está devorando al Águila, que unifica la nación; es la crisis de la identidad, que es un elemento clave de la realidad política del gobernante para generar confianza; es entre la animalidad y la sociabilidad, el animal social y animalidad antisocial. Es la Águila devorada por la serpiente.
Como seres incompletos la clase política gobernante asesina,con disfraces de monstruos, o bien ya desnudos, demonios o animales, buscan vivir en sociedades primitivas, quieren llevar a la sociedad mexicana al retroceso; buscan “chivos expiatorios”, que ya perdieron eficacia, porque sabemos que el “chivo expiatorio” expía las culpas de la clase política gobernante asesina; que semejantes serpientes buscan sacrificios.
Como si el mundo fuera un teatro y el hombre un actor. Viven una farsa. Son deshumanos, disimulan, engañan, traicionan; se ponen mascaras para esconderse en las instituciones y en un Estado Derecho en esta tragedia histórica; por supuesto, tienen su propia farsa o su tragedia personal, hasta alcanzar el ridículo.
Vivimos una época histórica específica; la máscara es un aspecto inauténtico en una serie de transformaciones y situaciones inéditas en la vida política de México; los ciudadanos exigen una nueva relación con gobierno, expresan su malestar porque no se ha castigado a la clase política gobernante asesina en un Estado de Derecho, ya no se le puede engañar fácilmente porque posee una cultura política democrática.
No podemos ser indiferentes ante asesinatos de ciudadanos por la clase política gobernante asesina, por lo que el duelo no ha pasado, porque los asesinos se están burlando al ser castigados, incluso se atreven a devorar al Águila, es parte de nuestro entorno social en el que no son aliados sino enemigos; la sociedad mexicana no es solidaria de la clase política gobernante asesina.
Entre la clase política gobernante asesina existen grupúsculos que compiten, aman y odian. Entre ellos, existen víctimas y verdugos, son culpables por la desigualdad y por la violencia. No hacen caso de la sentencia: el sacrifico purifica, dice, el oráculo y los chamanes, es el centro político ritual. Sin sacrificios no hay reino ni autoridad, es el lenguaje simbólico.
Esto no importa, dice la técnica, la objetividad y la razón justifica los hechos sangrientos; la historia señala otra cosa distinta.
Así, entra en el contexto lo que afirma el activista norteamericano famoso por su testimonio de la Revolución Rusa: “En las relaciones entre un gobierno débil y un pueblo en rebelión, llega siempre un momento en que cualquier acto que venga del poder exaspera a las masas, y toda negativa actuar, excita su desprecio” (John Reed, Diez días que estremecieron al mundo).
La sociedad determina a los individuos, no es el gobierno; la sociedad como un todo no existe sin el individuo que la forma, tampoco existe el gobierno. Es en forma sistemática de insatisfacciones que sienten las personas respecto de sus condiciones sociales, de aquí la crítica a la realidad de un sistema definido de valores; critica a los valores que dañan al individuo, por lo mismo, es una revisión crítica de valores o un rechazo de la clase política gobernante asesina, devoradora del águila.
Los intereses están en conflicto, gobierno y sociedad; existe una cruzada contra el gobierno opresor, la indignación contra el gobierno asesino. Es el rostro dramático, nadie ama a los gobernantes asesinos, son rechazados porque son enemigos del pueblo; se transformó en una guerra enmascarada en lugar de la democracia y la libertad: es la crueldad.
Se está gobernando con la misma clase política asesina; no puedes gobernar con un equipo corrupto y asesino: aquíestán los resultados. Águila devorada por la serpiente.
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México.
oaristeolopez@gmail.com