(8 de agosto, 2021. Revolución TRESPUNTOCERO).- Tapachula es un municipio de 353,706 habitantes, que no duerme ante el incesante paso de migrantes que transitan por las calles día y noche.
En 2018, la población chiapaneca recibió por primera vez una caravana con cientos de migrantes hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, africanos, cubanos y haitianos.
La llegada de dichas caravanas, desde octubre de 2018, transformó la vida de los habitantes de la ciudad chiapaneca, quienes decidieron brindarles agua, alimentos y ropa en un principio ahora ya no lo hacen y señalan “malos tratos” y “comportamiento” por parte de los migrantes.
“Hay de todo, pero jamás vimos entrar por cientos y desde el 2018 esto no ha parado, muchos no sé cómo pero avanzan, los haitianos se han quedado varados aquí y sea cual sea el motivo, los pobladores estamos padeciendo la situación, no es que ellos no sufran el camino, la violencia por ser migrantes pero nosotros, los tapachultecos también sufrimos intimidaciones, robos y humillaciones, en este caso por parte de haitianos”, comenta Héctor López, taxista desde hace una década, a Revolución TRESPUNTOCERO.
Actualmente en la ciudad hay más de 40,000 migrantes, en su mayoría haitianos. Algunos de ellos se unen a caravanas que intentan avanzar hacia el norte del país con la idea de llegar hasta Estados Unidos, sin embargo, miles más se quedan en Tapachula en espera de otras opciones para salir de la ciudad.
“En los medios se hablan de violencia en su contra por parte de los agentes de migración y sí está pasando, pero los que se quedan también nos intimidan. Viven en pequeños cuartos a veces hasta 10 personas, porque les sale menos costosa la estancia, pero cuando deciden irse lo hacen sin pagar la renta y los servicios como la luz y el agua.
“En las calles sus miradas y su forma de expresarse es violenta. Si ven sola a una mujer hacen señas obscenas que las intimida”, comenta Héctor.
Entre las quejas frecuentes de los taxistas de la ciudad se encuentra la violencia con que son abordados. Las tarifas van entre los 40, 45 y 50 pesos, empero, “los haitianos nos avientan el billete de 20 pesos sin que podamos hacer nada. Son hombres corpulentos de casi 2 metros y con mucha fuerza. En muchas ocasiones optamos por no llevarlos para no meternos en problemas y salir perdiendo”, menciona Luis, un taxista de la ciudad.
La situación sanitaria también se ha convertido en un problema para la sociedad civil, “son muy, muy, muy pocos los haitianos que usan un cubrebocas. En el transporte público los conductores les piden que lo usen, que no debería ser una petición, ya se sabe que es necesario y no lo hacen. No se les obliga porque golpean, son violentos. Eso es lo que no se dice. No todos, pero la mayoría de los que se quedan en la ciudad lo son.
“Caminan por las calles, casi siempre hablando por celular, no se fijan por dónde van y te empujan. No puedes decirles que se fijen porque aunque algunos no entienden español, sí se voltean y te gritan cosas en su idioma. No respetan las reglas sanitarias. Por cada 10 personas en una banqueta, ocho son haitianos y de ellos casi siempre ninguno usa un cubrebocas”, cuenta Adelaida Zunun, dependienta de una tienda en el centro de la ciudad.
Hoy la población de Tapachula se considera “de segunda clase” ante los tratos de los migrantes haitianos de quienes hay quejas constantes derivado de su comportamiento.
A finales de agosto pasado elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana Municipal (SSPCM) de Tapachula detuvieron a un hombre de nacionalidad haitiana quien golpeó y desarmó a un policía municipal, en la vía pública, tras la detención también le incautaron varias bolsas pequeñas con marihuana.
Este tipo de violencia se ha presentado en distintos casos, generalmente en contra de la población civil.
“Los haitianos tienen graves problemas en su país y se entiende que salgan a buscarse una mejor vida, sin embargo, nosotros padecemos también sus malos comportamientos. El que intimiden y no poder hacer nada provoca coraje y de ahí viene el descontento en la población. Además, Tapachula es una ciudad pequeña, no está preparada para recibir a más de 40,000 personas. No podemos caminar en paz, porque también han habido atracos. Vivimos inseguros porque nunca ha sido una ciudad tranquila pero ahora aumentó la inseguridad”, señala Héctor.
La colonia 5 de febrero, una de las más grandes de la ciudad y una de las zonas más pobladas por haitianos, quienes viven en cuartos donde hay hasta ocho personas. Ahí las aceras están completamente ocupadas, en el día se mantienen sentados o acostados negándose a moverse si un transeúnte, hombre o mujer intenta pasar.
También, con frecuencia, los vecinos denuncian excesivo olor a mariguana, ya que los migrantes salen a la calle a consumirla, lo que ha provocado mayor temor en la población que prefiere no salir de sus casas por la noche.
“No somos racistas y tampoco los discriminamos, han pasado muchas situaciones difíciles pero ellos nos han dado también malos tratos y no respetan nuestra ciudad, nuestra cultura, son prepotentes. Los medios se fijan en su sufrimiento pero no documentan cómo viven los ciudadanos y cómo impacto en nuestro territorio el recibir a tantísima gente”, añade Adelaida.