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“Hambre y Carnaval”, lúdica manera de expresar una problemática central: Bartra

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(19 de octubre, 2013).- En el marco de la retardada realización de la XIII Feria Internacional del Libro del Zócalo, el filósofo y activista Armando Bartra presentó el pasado 17 de octubre su libro más reciente Hambre y Carnaval coeditado por MC Editores y la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (UAM-X).

El filósofo señaló que la reciente privatización y usurpación del Zócalo por parte de las fuerzas federales y capitalinas fue contrarrestada mediante una actividad cultural que permitió recuperar la representativa plaza de la constitución.

Para Armando Bartra, su libro Hambre y Carnaval implica un intento de comunicar de manera lúdica una problemática central para la vida política y cultural de México. La forma de narrar escogida por su autor es cercana a la manera en que los cuenta cuentos para niños relatan sus historias.

La estructura dual del libro incluye la problemática en torno a la crisis alimentaria y al hecho de que diariamente, alrededor de mil millones de personas carecen de alimento y que muchas más tienen una dieta continua de comida chatarra.

El libro constata la contradictoria realidad que se opone a la idea civilizatoria de que el progreso y los avances tecnológicos resolverán las problemáticas alimentarias y a este idealismo tecnocrático lo desmiente el hecho de que en pleno siglo XXI, 1/6 de la humanidad padece de hambre.

Para el filósofo la ocurrencia tecnocrática del progreso ininterrumpido implica que el agronegocio y las grandes empresas transnacionales se hagan de millones de hectáreas y se constituyan en gigantes latifundios privatizados para que en ellos se produzcan, con transgénicos, los alimentos que la humanidad requiere y éstos únicamente se producirán bajo la lógica del negocio y la ganancia. Es por ello, indica Bartra, que el Hambre como problema no está en vías de resolverse sino de agudizarse.

Mientras la realidad del hambre mundial hace inconsistente el idealismo agroindustrial, Armando Bartra plantea una vía singular de resistencia. Para el filósofo el carnaval es una actitud, un estado de ánimo, una táctica subversiva, astuta y de no confrontación directa.

El también activista nos indica que en su historia, todos los pueblos han tenido que cuidarse de un poder que oprime, que vigila y nos plantea que para contrarrestar estas formas de tiranía hay que “carnavalizar el poder”, es decir, transformarlo en algo festivo.

Un carnaval, nos comenta, evoca y reanima la festividad que permite evadir la represión del poder mediante modalidades críticas indirectas, sutilezas que no son reductibles a la confrontación directa. Como ejemplo planteó el caso del2 humor satírico y caricaturesco que ejercen aquellos que hacen cartón político, que mediante formas humorísticas han podido decir cosas que la mayoría pensaría que es imposible decir en el interior de un orden autoritario, dictatorial y represivo como lo es el orden gubernamental mexicano.

Respecto de la reciente conmemoración de la matanza de 2 de octubre, Armando Bartra, puso como ejemplo a Abel Quezada, caricaturista político que publicaba en Excélsior, quien después de la masacre de Tlatelolco hizo una caricatura que consistió en pintar simplemente un recuadro completamente negro. Para Armando Bartra esta fue la crítica más feroz que se pudo hacer contra dicho evento y su capacidad de denuncia implicó el no haber sido censurada por el mismo Díaz Ordaz y por tanto haber llegado a una gran mayoría de la población ya que al ex presidente no le pereció peligroso.

Con Hambre y Carnaval, el escritor nos interpela y nos convoca “hagámonos tontos, hagámonos locos de vez en cuando para decirle en su cara al poder lo que de otro modo no le podríamos decir”, además señaló que hay que organizarse, protestar, y criticar sin anular las prácticas comunes de protesta.

Mencionó que, sin invalidar las confrontaciones directas con el poder, hay que reivindicar el humor, el teatro y el performance los cuales vitalizan las manifestaciones y las convierten en carnavales políticos llevando las artes teatrales a las calles. Finalmente mencionó que carnavalizar es invertir, subvertir, girar y transformar los diferentes puntos de vista en un mundo que yace trastocado por el poder.

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