Con una frase directa y sin matices, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo envió un mensaje contundente a quienes olviden los principios de la Cuarta Transformación:
“No soy mamá para andar llamando la atención”.
Durante la Mañanera del Pueblo de este viernes 31 de octubre, la mandataria afirmó que no está para regañar a nadie dentro del movimiento, y que será el pueblo de México quien juzgue y sancione a quienes se alejen de los valores de austeridad, humildad y servicio.
“¿Quién se los va a reclamar? Pues la gente. Y si ya no hay pluris, pues ya no les tocará ser ni diputados ni senadores”, advirtió.
“El pueblo de México es el que sanciona”
Desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional, Sheinbaum recordó que su gobierno y su movimiento se rigen por principios de austeridad, sencillez y cercanía con el pueblo, no por intereses personales ni por privilegios.
“Siempre lo he dicho, lo defiendo. Yo busco que mi comportamiento ante la vida y ante el pueblo de México sea humilde. La soberbia y la parafernalia del poder de antes es algo que no va con nuestro movimiento, lo defiendo y lo sostengo”, subrayó.
Con tono firme, la presidenta insistió en que la conducta de cada servidor público debe responder a los valores de la transformación, y que la ciudadanía es la única con legitimidad para exigir cuentas.
Principios, no prebendas
Sheinbaum reiteró su apego a los principios de Morena y descartó cualquier rol de vigilancia personal sobre los integrantes del movimiento. Su convicción, dijo, está en mantener la coherencia entre el discurso y la práctica.
La mandataria recordó que el fin de las diputaciones y senadurías plurinominales, impulsado como parte de la nueva reforma política, fortalece la rendición de cuentas ante el pueblo. Quienes hayan actuado de espaldas a la ciudadanía, enfatizó, no podrán esconderse detrás de cargos o cuotas partidistas.
“Será el pueblo quien sancione a quienes no respondan a los intereses de la gente”, recalcó.
Una advertencia con mensaje interno
El posicionamiento de Sheinbaum se dio en un contexto de reafirmación interna dentro del movimiento de transformación, tras semanas de debate sobre conductas de algunos militantes y representantes públicos. Sin dar nombres, la presidenta marcó una línea clara entre quienes sirven al pueblo y quienes se sirven del poder.
La declaración, más que un regaño, fue un recordatorio político y moral: el proyecto de transformación, dijo, se sostiene en valores, no en jerarquías.
El poder, sin parafernalia
Con este mensaje, Sheinbaum reafirmó el carácter austero y ciudadano de su gobierno, y la convicción de que el poder público no es un privilegio, sino una responsabilidad.
Su declaración marcó un tono firme hacia dentro del movimiento, sin rupturas, pero con autoridad moral, para recordar que la continuidad de la transformación no depende de nombres, sino de principios.


