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Hipócritas despragmatizados

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Todo, absolutamente todo lo que el humano pueda concebir, pensar o imaginar es algo que hemos puesto ahí nosotros mismos.

El ser humano vive continuamente en suposiciones, las sociedades muchas veces validan estas suposiciones para su uso en lo cotidiano. Suponemos que hay una verdad eterna así como que el conocimiento que tenemos es verdadero, pero no hay verdades éticas eternas y el conocimiento absolutamente verdadero sobre cómo son las cosas es imposible. Todo lo que sabemos es una cuestión de conversación y práctica social, por lo que no hay nada en lo más profundo de nosotros que no hayamos puesto ahí.

El movimiento ético y el pensamiento plástico sonfundamentales para el desarrollo de las sociedades, sociedades estancadas son —sin lugar a duda— entidades destinadas al hundimiento del tejido social, mientras que sociedades desarrolladas a partir del movimiento y la plasticidad siempre van a estar en ventaja. Y no estoy hablando de desarrollo económico o riqueza monetaria, estoy hablando de lo fundamental que aún no hemos encontrado como camino, evolución.

¿Cuáles son las implicaciones prácticas de aceptar el llamado del parlamento europeo a México como verdadero o auténtico?

La experiencia como “algo dado” no es más que un mito, nunca podríamos tener acceso a datos crudos, solo nos hacemos conscientes de algo conceptualizándolo, y esos conceptos los aprendemos a través del lenguaje. En consecuencia, nuestras percepciones están inevitablemente enredadas con las formas habituales en que usamos el lenguaje para discernir el mundo.

¿Qué sabe el parlamento europeo de México? Después de ver y revisar la sesión llevada a cabo el 10 de marzo, donde su cuarto punto se tituló “Situación de los periodistas y los defensores de los derechos humanos en México”, y donde el 90 por ciento de los expositores fueron españoles, concluí que no solo hay un insulto absoluto por el trasfondo de interés injerencista, sino un desconocimiento aberrante de lo que somos y en donde estamos. Hasta las representantes que podrían considerarse de izquierda o de pensamiento social más amplio resultan ser una farsa, pues las premisas en sus discursos sólo son una repetición de las máscaras moribundas que el neoliberalismo creó para pasar desapercibido. Libertad de expresión, crítica al discurso populista, sociedad civil y toda esa sarta de conceptos aprendidos en el más bajo infiernoneoliberal.

Pero hay un concepto muy utilizado en esta farsa que me llama la atención, el “periodismo”. Aparentemente asumen que cualquiera que expone una opinión en un medio de comunicación es periodista, así como asumen verdades éticas eternas, sin un mínimo análisis histórico — el cual puedo entender no tomen en cuenta por el espejo en el que se verían expuestos— y el innegable conservadurismo rancio y repugnante que sabemos tienen en sus entrañas.

El conocimiento no es tanto una forma de reflejar la naturaleza sino más bien una cuestión de conversación y de práctica social. El periodismo es convenientemente vanagloriado o satanizado por los conservadores, por la derecha más rancia, por eso cuando hablan de libertad de expresión debemos interrumpir y cuestionar primero qué es lo que entienden como periodismo. Queda claro en estos últimos días que no tienen idea ni de lo que es, ni de lo que debe contener éticamente, a grado tal que intentan desaparecer e invisibilizar cadenas enteras rusas solo por ser rusas, nunca por un análisis de su contenido; lo que nos pone como segundo cuestionamiento ¿qué demonios entienden por libertad de expresión? Y ya en este punto nos vamos percatando de su ignorancia, promovida por su arrogancia occidental en decadencia.

Europa trató de unificarse para contrarrestar a los dos imperios reinantes que poco a poco la iba aplastando como un sándwich, unificación que ha resultado con cierta ventura únicamente en lo económico, pero que socialmente solo los ha revuelto en un sin fin de atrocidades humanas, las peores prácticas clasistas y racistas se han apoderado de ese continente. La ignorancia es cada vez más imperante en sus sociedades y viven en un constante estrés separatista, estrés bien sufrido por lo endeble de la máscara que resulta llamarse “Unión” Europea.

La farsa que los absolutistas manejan de la ética maniquea conservadora ha puesto al mundo donde está, y ver el desmembramiento de éstos, los antiguos, es la prueba fehaciente de que estamos viviendo un cambio, un movimiento en el cual debemos aferrarnos para encaminar a la humanidad a un lugar donde el bien y el mal dejen de ser controlados por unos monstruos.

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