El 1 de septiembre, Ifigenia Martínez y Hernández asumió uno de los retos más significativos de su extensa carrera política: la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, en un contexto dominado por la mayoría absoluta de Morena, su partido. Como diputada federal, Martínez enfrenta el desafío de mantener el equilibrio institucional, garantizar la imparcialidad y fomentar el diálogo entre todas las fuerzas políticas del país, sin importar cuán minoritarias sean.
Su principal reto será evitar que el poder legislativo se convierta en un espacio cerrado. Por el contrario, buscará asegurar que las voces opositoras sean escuchadas para preservar la legitimidad del Congreso. Al mismo tiempo, deberá manejar los intereses de su propio partido sin comprometer la imparcialidad de su cargo.
Desde el inicio, Ifigenia Martínez dejó clara su estrategia. En su primer mensaje en San Lázaro, subrayó su compromiso con la unidad de la Cámara y la responsabilidad que conlleva representar los intereses de la nación.
“Estoy muy agradecida y emocionada por la confianza que me han conferido para representarlos en la presidencia de la Mesa Directiva”, expresó Martínez y Hernández, de 93 años, haciendo un llamado a los legisladores a trabajar juntos en la construcción de un México más fuerte, próspero y democrático.
Destacó la relevancia del Congreso como un espacio plural e incluyente, recordando que los diputados tienen el mandato del pueblo para fortalecer el marco jurídico del país. “La unidad está en la lucha, en los propósitos y en la acción”, señaló, invitando a sus colegas a trabajar en conjunto para consolidar un estado de bienestar más justo e igualitario.
La legisladora cerró su discurso reafirmando su disposición a promover la cohesión interna del Congreso y a dar continuidad a las políticas públicas que fomenten el desarrollo de México.
A lo largo de su carrera, Ifigenia Martínez ha sido tres veces diputada federal y dos veces senadora, además de ocupar cargos diplomáticos como embajadora de México ante la ONU. Esta vasta experiencia le ha otorgado un perfil de liderazgo conciliador, que ahora será crucial para sortear los desafíos de su nueva encomienda.
Además, como economista por la UNAM y doctora por la Universidad de Harvard, ha sido una figura central en la política mexicana durante décadas. Desde su participación en el movimiento estudiantil de 1968 hasta la fundación del PRD en 1988, su labor ha sido sinónimo de lucha por la justicia social y la democratización del país. Su habilidad para actuar con neutralidad, gestionar los intereses de Morena y escuchar a la oposición será fundamental para evitar que esta legislatura caiga en la polarización y el enfrentamiento.