A pesar de la propaganda oficial y de la aprobación de las adversas reformas estructurales, la economía mexicana enfrenta un panorama incierto a mediano y largo plazos. A la deficiente rectoría económica de la administración pública federal que encabeza Enrique Peña Nieto se suma un complejo entorno internacional caracterizado por la caída abrupta y permanente del precio del petróleo; la inminente elevación de las tasas de interés de Estados Unidos y la consecuente apreciación del dólar, y un bajo entorno de crecimiento global.
La previsión de los analistas privados sobre el desempeño de la economía mexicana en este 2015 es revisada constantemente a la baja. De acuerdo a sondeos realizados por Banamex entre grupos bancarios de México y el exterior, la economía mexicana crecerá 2.83 por ciento este año, una tasa menor a la que espera la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de entre 3.2 y 4.2 por ciento, nivel en el que prácticamente se ha quedado sola. Incluso el Banco de México redujo en febrero pasado su previsión de crecimiento para este año, que situó en un rango de 2.5 y 3.5 por ciento.
En la más reciente encuesta de Banamex, Vector se ubicó como el grupo con el pronóstico más bajo de crecimiento para 2015: 2.30 por ciento, seguido por Thomes & Associates, con 2.50 y el brasileño Itaú BBA, con 2.60 por ciento. Los pronósticos de crecimiento más elevado para este año fueron: Banorte Ixe, con 3.60 por ciento; BBVA Bancomer y Santander, con un 3.50 por ciento en cada caso; e Invex, Monex y la japonesa Nomura con una previsión de 3.20 por ciento.
Por lo que toca a la inflación, los analistas esperan sea de 3.1 por ciento para este año, el mismo nivel de la encuesta previa, y que se ubica cerca del objetivo permanente del Banco de México, que es de 3 por ciento anual con un intervalo de variación de más o menos un punto porcentual.
Conforme avanza el año las expectativas de crecimiento de la economía han ido bajando lo que ha contaminado el ambiente entre los inversionistas y los empresarios, que también ha sido influenciado por los propios anuncios del gobierno federal en materia de presupuesto.
La semana pasada, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, planteó que los recortes presupuestales para disminuir el gasto gubernamental serán por varios años porque el futuro de la economía nacional e internacional es incierto, los precios del petróleo se mantendrán bajos y se observará alta volatilidad en el tipo de cambio.
El funcionario sostuvo que por esa razón el país debe preparar su economía para ejercer un menor gasto gubernamental y poder enfrentar un menor crecimiento internacional, la elevación de tasas de interés en Estados Unidos, que provocará un reflujo de capitales a ese país, y los bajos precios del petróleo para un periodo que puede durar años.
Para este año se cuenta con las coberturas petroleras que garantizan unible de 79 dólares por barril. Para el 2016, la administración federal buscará contratar garantías con el mismo fin, pero serán a un precio mucho menor, y de acuerdo a las condiciones de los mercados. En los últimos meses, el precio de la mezcla mexicana de petróleo de exportación se ha estabilizado entre 45 y 50 dólares por barril y se anticipa que permanecerá en esos niveles en los próximos meses.
Para el próximo año, las coberturas petroleras serán insuficientes, como lo reconoció el propio titular de la SHCP. En el corto plazo no se prevé que se recuperen los petroprecios.
Todos estos anuncios presentados antes de la elección del 7 de junio, fecha en la que los encuestadores, todos pagados, señalan que la ventaja será para el PRI sin mayor discusión. Solo que, si así está el panorama frente a un año electoral en el que se juegan gubernaturas, alcaldías, legislaturas locales y la federal ¿qué pasará después de esa fecha? ¿Cuántos más daños nos esperan?
RECORTES PRESUPUESTALES
Luis Videgaray destacó que México tiene que ajustarse a la nueva realidad, reduciendo gastos. Adelantó que el recorte del gasto será permanente y estableció el compromiso del gobierno federal para que año con año se reduzca el déficit público, en particular el gasto corriente. “Le toca al gobierno apretarse el cinturón”, señaló. Pero, como la señora Rivera de Peña dicen que no pertenece al gabinete, para ella no habrá ningún recorte presupuestal seguramente.
El pesimismo del secretario de Hacienda cuenta con amplias bases. A pesar de que el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, sostiene que el país cuenta con “un arsenal” de 270 mil millones de dólares, que incluyen reservas internacionales por 120 mil millones y una línea de crédito flexible con el FMI, “para enfrentar cualquier contingencia que se pudiera presentar”, como una posible salida de capitales o mayor depreciación del peso frente al dólar debido a una crisis financiera global, el país resentirá los efectos de dichas contingencias.
Legisladores del PRD advirtieron que es probable la fuga de capitales ante la incertidumbre económica del país. El coordinador perredista en la Cámara baja, Miguel Alonso Raya, destacó que en materia económica “no tenemos nada seguro, estamos entrando cada día a una zona de mayor incertidumbre y, por lo tanto, no hay expectativa a corto plazo, ni la posibilidad de que se pueda recuperar o podamos tener una estabilidad pronto, tanto en la macroeconomía como en el crecimiento”.
Carstens, durante una comparecencia ante senadores, presumió que se ha cumplido con el mandato constitucional de mantener una inflación baja y estable. Expuso que aunque en 2014 llegó a 4.08 por ciento, la tasa inflacionaria cerrará el año por debajo de 3 por ciento. Lo que no dijo es que esto se logró a costa de los salarios y el bienestar de la mayoría de los mexicanos.
El gobernador del Banco de México destacó ante los legisladores que “la buena nota” de largo plazo es que la economía de Estados Unidos comienza recuperarse y va influir en la economía mexicana. Sin embargo, esa afirmación no se ajusta a la realidad. De hecho, el crecimiento económico de Estados Unidos se frenó más de lo previsto en el primer trimestre, ya que el tiempo frío redujo el gasto del consumidor y las compañías de energía, afectadas por los precios más bajos, disminuyeron sus inversiones.