(2 de diciembre, 2014).- Dentro de la tardía y cuestionada reacción que tuvo la semana pasada Peña Nieto, en materia de seguridad y economía para intentar apaciguar la crisis que vive el país, se incluyó una iniciativa para reformar el sistema policíaco que contemplaría un fuerte reacomodo y una mayor injerencia del Estado a nivel municipal, aunque al margen de la contexto actual, su implementación luce por demás equivoca.
Entre la serie de reformas a los cuerpos de seguridad que presentó, Peña Nieto anunció el llamado “Mando Único”, cuyo fin es eliminar a los aproximadamente mil 800 elementos de la policía municipal, mismos que quedarían a cargo de la policía estatal. Aunado a ello, El gobierno federal tendría la capacidad de tomar el control de los municipios en caso de considerarlo necesario.
La iniciativa presentada por Peña Nieto en Palacio Nacional, se produce en medio de la crisis política y de inseguridad provocada por la masacre de Tlatlaya, el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos y el escándalo de su esposa y la “Casa Blanca”.
Para la organización InSight Crime, al margen de la crisis social que se vive, el político mexiquense parece convertirse en el “estereotipado dinosaurio del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con acusaciones de corrupción y una aparente indiferencia frente los masivos asesinatos que implican a las fuerzas de seguridad y a los funcionarios de su gobierno”, por lo que su iniciativa pareciera más un esfuerzo por resarcir su imagen pública.
Si bien sus 10 puntos incluyen propuestas nada descabelladas, queda por ver si cuenta con la capacidad de aplicación, pues tras la ruptura del llamado Pacto por México, tanto el PAN como el PRD no mostraron su apoyo a la iniciativa presidencial y por el contrario criticaron tales reformas pues consideraron que ya se habían presentado en el Congreso y debían ser el PRI y el Partido Verde los encargados de darles salida.
Respecto al “Mando Único”, no es la primera vez que se plantea dicha idea. Ya Felipe Calderón había propuesto algo similar en 2010, e insistió con ello el resto de su sexenio. Sin embargo, una de las principales trabas que se presentan es que a menudo la policía estatal y federal es igual de corrupta que la municipal, por lo que un cambio de poder sólo agravaría más la situación.


