- En México, el símbolo de la bandera de Jolly Roger fue rápidamente cooptado por actores políticos, principalmente de oposición.
En diversas ciudades de México, cientos de jóvenes de la llamada generación Z —aquellos nacidos entre finales de los años noventa y mediados de la década de 2000— salieron a las calles para expresar su descontento ante los problemas que consideran más urgentes del país: la violencia, la corrupción, el encarecimiento de la vida, la falta de oportunidades para acceder a la educación superior y el deterioro del empleo juvenil.
Estas movilizaciones, organizadas a través de redes sociales, buscan articularse con movimientos similares en el extranjero. Inspirados en protestas juveniles registradas en países como Indonesia, Nepal, Perú o Francia, los jóvenes mexicanos reclaman un papel más activo en la vida pública y cuestionan tanto al gobierno federal encabezado por Claudia Sheinbaum como a los partidos tradicionales, incluidos Morena, el PRI y el PAN.
Un símbolo inesperado: la bandera del One Piece
Uno de los elementos más llamativos de las manifestaciones ha sido el uso de la bandera Jolly Roger, el emblema del barco del personaje Monkey D. Luffy, protagonista del popular anime One Piece. Este símbolo, adoptado por jóvenes en distintos países como emblema de resistencia y libertad, ha sido retomado por manifestantes mexicanos como representación de rebeldía ante un sistema político que sienten ajeno a sus aspiraciones.
Sin embargo, en México el símbolo fue rápidamente cooptado por actores políticos. Durante la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación, la bancada del PRI desplegó una bandera similar en la Cámara de Diputados como gesto de protesta contra la violencia y la corrupción. Argumentaron que el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manso, era prueba del supuesto deterioro de la seguridad durante el actual sexenio.
La violencia municipal en cifras
El discurso priista buscó responsabilizar al gobierno de Sheinbaum de una ola de asesinatos contra autoridades locales. Sin embargo, los datos oficiales muestran un panorama más amplio. En lo que va de su gestión, se han registrado 10 homicidios de presidentes municipales, mientras que durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador fueron 26. En conjunto, los dos gobiernos morenistas suman 36 casos, cifra inferior a los 42 alcaldes asesinados durante el mandato de Enrique Peña Nieto y a los 37 ocurridos en el sexenio de Felipe Calderón, cuando inició la llamada “guerra contra el narcotráfico”.
Estas comparaciones muestran que, aunque la violencia política sigue siendo grave, no constituye un fenómeno exclusivo del actual gobierno. Pese a ello, diversos sectores de la oposición han buscado convertir los hechos en bandera política para desacreditar al oficialismo ante la opinión pública.
Redes, activismo y manipulación digital
El núcleo del movimiento juvenil ha surgido en plataformas como X (antes Twitter), TikTok e Instagram, donde cuentas como Migala difunden contenido político, convocatorias a marchas y acompañamientos en desalojos o protestas contra la gentrificación y a favor de causas laborales, como la reducción de la jornada a 40 horas semanales. La mayoría de sus integrantes pertenecen a la generación Z y promueven la participación directa en los conflictos sociales urbanos.
Pero al mismo tiempo, han aparecido cuentas que buscan manipular la identidad del movimiento. Una de ellas, Generación Z MX, utiliza contenido fabricado con inteligencia artificial para difundir mensajes antigubernamentales y promover consignas ligadas a la oposición, como la iniciativa “El INE no se toca”. Varias investigaciones impulsadas por colectivos de izquierda en redes asociaron dicha cuenta con proyectos vinculados al empresario Claudio X. González, quien ha sido promotor de movimientos como la Marea Rosa y de campañas contra Morena desde el sexenio de López Obrador.
La disputa por el sentido de la juventud
El intento de apropiación del discurso juvenil ha generado tensiones dentro de las propias redes. Mientras unos jóvenes buscan mantener la autonomía del movimiento frente a partidos y grupos empresariales, otros sectores —en especial vinculados al PAN y a organizaciones conservadoras como El Yunque— intentan orientar el malestar hacia una agenda política de derecha.
El resultado es un escenario híbrido: por un lado, jóvenes que demandan mejores condiciones de vida y una transformación real de las estructuras de poder; por otro, una disputa narrativa en la que los símbolos, los memes y las consignas digitales se han convertido en herramientas de lucha política.
Entre la esperanza y la manipulación
El movimiento de la generación Z mexicana representa un síntoma del momento político que vive el país. En un contexto de desconfianza hacia las instituciones y de desencanto con los partidos tradicionales, las redes sociales se han convertido en el principal espacio de organización y disputa.
La bandera pirata del One Piece ondea hoy como una metáfora de esa rebeldía: una juventud que navega entre el hartazgo, la búsqueda de autenticidad y la amenaza constante de ser instrumentalizada por intereses ajenos. Su desafío será mantener el rumbo propio, lejos de quienes ven en su inconformidad una oportunidad electoral.


