La discusión sobre los actores reales detrás de la marcha vinculada a la llamada Generación Z dio un giro decisivo este viernes, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum confrontó públicamente la frase del dirigente del PAN, Jorge Romero, quien admitió en entrevista que “lo que nos falta a la oposición literalmente es ya la violencia”. Para la mandataria, esa declaración no es un error, sino una pieza central de una estrategia política “grave” que apuesta al enfrentamiento.
La Presidenta subrayó que no puede normalizarse que un dirigente de un partido opositor coloque la violencia como un camino político, especialmente en medio de un clima nacional donde algunos actores han intentado instalar la idea de que existe “una generación de jóvenes contra el gobierno”.
“No se debe apostar nunca a la violencia”: Sheinbaum desmonta la narrativa desde Palacio Nacional
La mandataria respondió con firmeza:
“No se debe apostar nunca a la violencia como forma de hacer política. Más, cuando vivimos en un país libre.”
Explicó que la frase de Romero no puede minimizarse ni excusarse:
“No es menor lo que él dijo… no es que se equivocó. Es parte de una estrategia. Porque si no, ¿por qué lo declaró?”
Para Sheinbaum, esa postura toma relevancia en un contexto donde sectores vinculados a la derecha mexicana —y a organizaciones como Atlas Network— han sido señalados por buscar desestabilización política a través de discursos de confrontación y por intentar “calentar la calle” en momentos clave, como la discusión de la reforma electoral.
La Mañanera del Pueblo: pruebas, nombres y una comisión especial en el Congreso capitalino
Las declaraciones ocurrieron durante la Mañanera del Pueblo del 21 de noviembre, cuando se le preguntó a la Presidenta sobre lo dicho por el senador Adán Augusto López Hernández, quien aseguró que existen evidencias que apuntan a personajes como Claudio X. González, Roberto Madrazo Pintado y Mauricio Tabe como posibles operadores, financistas o articuladores de la marcha.
Sheinbaum señaló que el tema ya está siendo abordado en el Congreso de la Ciudad de México, donde legisladores presentaron “nombres y algunas pruebas” respecto a los grupos que habrían intervenido en la organización y financiamiento de la movilización. Recordó que ya se anunció la creación de una comisión especial para investigar.
“Qué bueno que investiguen, porque ocurrió en la Ciudad de México”, afirmó.
Una estrategia que se sostiene en redes: convocantes, operadores y quienes no se deslindaron
Sheinbaum explicó que muchas conexiones entre actores políticos, operadores digitales y promotores de la marcha se pueden observar abiertamente:
“No se necesita ser un investigador muy avesado para ver quiénes convocaron, quiénes participaron, quiénes no se deslindaron y quiénes quisieron acusar al gobierno de represor.”
Insistió en que las denuncias sobre agresiones durante la manifestación provinieron de “un grupo” con discurso de odio, pero quienes empujaron esa narrativa no se hicieron responsables cuando surgieron los cuestionamientos.
“Promueven el odio como forma de hacer política”, señaló.
Claudio X., Madrazo, Tabe: los nombres que aparecen en la investigación
Sheinbaum reiteró que no se trata de acusaciones sin sustento, sino de información que ha surgido de manera pública y de los avances de legisladores capitalinos:
“Los otros vínculos con Claudio X. González, con otras personas… hay mucho que sale en las propias redes que se puede vincular. No es un asunto más que de información pública.”
Detalló que esto no significa perseguir a nadie, sino aclarar quién convocó y quién financió la movilización, especialmente cuando se intenta presentar como un movimiento juvenil espontáneo.
“Quieren mostrar que es una generación contra el gobierno… pero ya se vio que no”
La Presidenta remarcó que la narrativa que intenta presentar a la juventud como adversaria política es artificial:
“Quieren mostrar como si fuera una generación de jóvenes que estaba en contra del gobierno. Pues no. Ya se vio que no.”
Aseguró que los hechos ocurridos, las declaraciones de actores opositores y las pruebas presentadas muestran que detrás de la movilización había intereses políticos claros, no una expresión genuina de la Generación Z.
“Son cosas que no se pueden esconder”, concluyó.


