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Jóvenes mexicanos sorprendieron al mundo con su #YoSoy132

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Redacción / @Revolucion3_0

Desde que en enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional irrumpió en la realidad mexicana y puso en primer plano aquellas “montañas del sureste mexicano”, entre las que el subcomandante insurgente Marcos lanzaba comunicados con un lenguaje desenfadado que resultó refrescante en el clima político enrarecido por el triunfalismo neoliberal y la parálisis de la izquierda institucional, desde entonces, decía, México no había atraído la atención del mundo por una irrupción social que tomara por sorpresa al “poder” y pusiera sobre la mesa una nueva manera de entender la política.

Casi dos décadas habían pasado desde que el neozapatismo echó a andar la imaginación de activistas y pensadores en todo el planeta, poniendo fin al relato de un neoliberalismo que avanzaba sin atender a las consecuencias sociales de una política que tenía un solo mantra: la ganancia. #YoSoy132 nunca fue un movimiento “antisistema”, nunca enarboló banderas anticapitalistas como sí lo hizo, en su peculiar versión autonomista y abajoalaizquierdista el zapatismo chiapaneco. Pero llamó la atención del mundo por exigir un derecho que en una democracia –como las clases gobernantes afirman lo es México– se supone garantizado: el derecho a la información, el derecho a la verdad y a la imparcialidad de los medios de comunicación ante un proceso electoral.

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“Democratización de los medios”, repudio al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, por considerar que su figura era una mera entelequia del marketing, una criatura de la empresa que controla el setenta por ciento de la audiencia televisiva en México. También, repudio por ver en el regreso del PRI la reedición de prácticas que se quiere desterradas en el pasado: la masacre de 1968, el halconazo de 1971, el clientelismo, el control de la información, la inexistencia de oposición política real.

Cuando #YoSoy132 salió a marchar el miércoles 23 de mayo de 2012, los medios de comunicación más importantes del mundo dieron cuenta de lo que pronto se dio en llamar “primavera mexicana”. No es éste el lugar para dilucidar si el movimiento supo y pudo hacer honor a su apelativo, pero el que se acuñara y difundiera muestra las reverberaciones que evocó en el imaginario colectivo global. The Washington Post, The Huffington Post, The Guardian, BBC, Al Jazeera, Le Monde, La Nación, Globo, Público, y otros medios: Europa, Norteamérica, América Latina e incluso Medio Oriente le dieron al movimiento de los jóvenes mexicanos una relevancia que no fácilmente se reconoce a las expresiones de descontento surgidas del “mundo en desarrollo”.

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Jóvenes mexicanos radicados, por estudio o por trabajo, en ciudades y pueblos de los cinco continentes se tomaron fotos sosteniendo pancartas solidarias con el movimiento que surgía en su país natal. La internacionalización de #YoSoy132 no fue fortuita: los iniciadores del movimiento pertenecían a una clase social con gran movilidad y un capital social transnacional. Un elemento que por primera vez aparecía en la protesta social en nuestro país fue el multilingüismo: pancartas en inglés, en francés, en italiano recorriendo las calles de México. Los jóvenes usaban sus celulares para grabar las pancartas y difundir los videos en las redes sociales para que ciudadanos de todo el mundo pudieran leer el mensaje: “Peña Nieto no es nuestro presidente”, “Lo que está pasando en México es un fraude”.

Pero no sólo los mexicanos voltearon a ver la tierra que habían dejado atrás. Individuos y colectivos de todo el mundo –aunque, justo es decirlo, con clara preponderancia de eso que conocemos como “Occidente”– se tomaron las mismas fotos en solidaridad con los jóvenes mexicanos. Y pronto fueron no sólo jóvenes “anónimos” quienes se declararon #132. La actriz española Paz Vega dijo a la prensa mexicana “Yo también voy con el movimiento 132”. El director húngaro Béla Tarr se “tomó la foto” con el cartel que durante meses fue omnipresente en México. #YoSoy132. Rafael Correa, el presidente de Ecuador que impulsó una ley para acotar a los medios de comunicación monopólicos y asignó un presupuesto del Estado para la creación de medios sociales, elogió al movimiento por enfrentarse a los medios y exigirles que dijeran la verdad. En febrero de 2013, Julian Assange, el más importante luchador por el derecho a la información en el mundo, difundió un video en donde él también se declara #132.

Artistas, intelectuales, jefes de Estado y activistas, adherentes o detractores, todos reconocieron a #YoSoy132 como una expresión que se sumaba a la ola de descontento global, al añejo reclamo que surgió de la selva lacandona: un mundo en donde quepan todos los mundos.

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