Por: Natalia Antezana
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En los últimos años se ha indagado -de manera más amplia- sobre los conceptos de jóvenes y juventud, puesto que las mismas circunstancias tanto políticas, económicas, geográficas y sociales, se fueron modificando rápidamente y, por lo tanto, exigiendo más investigación en este campo novedoso.
A la vez, se han ampliado los estudios sobre juventud y se ha superado, en cierta medida, el enfoque que se tenía de la población joven, que pasó de verse como factor de riesgo, población en vulnerabilidad e incluso, como problema, a ser considerada como un factor estratégico de desarrollo, como bien lo señalan Giovanni Rodríguez y Martín Hopenhym.
De la misma manera, también podemos decir que las políticas públicas en materia juvenil han incrementado y comenzado a estudiarse más a fondo desde 1985, cuando se declara el Año Internacional de la Juventud en las Naciones Unidas y, a partir de ello, se puede apreciar un avance considerable en la materia, en el mundo y también en nuestra región.
Sin embargo, siguen siendo un reto a nivel mundial todo los desafíos que presentan las políticas públicas, dirigidas a la juventud, desde su conceptualización, proyección, ejecución y evaluación.
Es aquí cuando nos surge la pregunta ¿qué es ser joven?
Es irreal pretender que el ser joven tiene que ver únicamente con la edad; no se puede homogeneizar a los jóvenes, sólo por el hecho de que comparten un mismo rango de edad, ya que éstos se identifican con diversos grupos que permiten que forjen su identidad “la conformación de identidades juveniles, señala que los jóvenes se identifican con grupos o comunidades que les permite construir su propia identidad y esto se traduce en una diversidad de culturas juveniles que surgen al interior de una sociedad”, explica Hopenhym.
Asimismo, no podemos encajonar el concepto de joven o juventud en una sola definición ya que éste se va determinando según las circunstancias en las que ellos se desenvuelven, y cada vez más, el marco de referencia de estos conceptos, se va disminuyendo, por la rapidez en la que se van transformando las sociedades: “No ha significado lo mismo ser joven ahora que hace veinte años atrás, el contexto social, económico y político configura características concretas sobre el vivir y percibir lo joven”, señala José Antonio Pérez Islas
Sin embargo, una de las conceptualizaciones más acertadas en la materia, es la que se muestra en la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, “los jóvenes conforman un sector social que tiene características singulares en razón de factores psico-sociales, físicos y de identidad que requieren una atención especial por tratarse de un periodo de vida donde se forma y consolida la personalidad, la adquisición de conocimientos, la seguridad personal y la proyección a futuro”.
Entendiendo lo anterior, es necesario que en las políticas públicas a nivel mundial se tome en cuenta a este sector de la población y que se generen acciones específicas para los jóvenes, ya que, aunado a todo esto, en promedio representan un tercio de la población de nuestros países.
En este sentido, como bien nos dice el juvenólogo Ernesto Rodríguez, la construcción de estas políticas, también deben incluir la participación y el consenso juvenil ya que, así, se estaría cambiando el enfoque de tenerlos como un grupo vulnerable al que hay que proteger, a una visión de los jóvenes como factores estratégicos de desarrollo en todo sentido.
Por lo tanto, se estaría fomentando en gran medida la participación ciudadana juvenil y a la vez, ayudaría a las instituciones a construir políticas públicas con mayor incidencia en este sector.