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La debilidad del PRI en un solo hombre

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El evento del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Unidos por la Transformación del sábado anterior en el que el único orador fue el presidente Enrique Peña Nieto, quien a través de 33 minutos y 56 segundos dejó en claro que no es momento para hacer señalamientos claros y públicos de quiénes o quien lo podrían suceder; dejó en claro que el inquilino de Los Pinos quiere que lo arropen, no arropar.

Tal es la debilidad al frente del Ejecutivo de Peña Nieto, que los priistas están sacrificando su oportunidad de hacer campaña presidencial desde ahora y frente a los precandidatos declarados en la oposición, con tal de resguardar al primer priista del país.

Para Peña Nieto –en el discurso–, es tiempo de trabajo y “de cumplirle a México”. Es decir, el primer mandatario mexicano quiere aún, más los reflectores y no importa los costos políticos negativos que tenga que seguir sumando a su fallida tarea.

No dar rienda suelta al natural proceso sucesorio interno priista y hacia la ruta del 2018 en el mismo Revolucionario Institucional, no aporta de ninguna forma, señales de fortaleza. Todo lo contrario. En el partido del presidente se juega más que la continuidad de un partido al frente de la Federación. El asunto es sí, de intereses personales y de grupos de interés para ahora mismo y para el futuro inmediato.

Pero para seguir en el juego sucesorio hay que seguir las normas de quienes ponen las reglas en el PRI y hasta aparentar coincidencias. No importa que más de uno de los fieles priistas de Peña Nieto se sientan ya lastimados, relegados y hasta usados en el camino al 2018, lo que ahora mismo se necesita, es dar el respaldo y apoyo completo a quien lo demanda y lo requiere: A Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, alguien ya debió haberles advertido que están apostando mal su capital priista. Cada minuto que corre; la popularidad, confianza y aceptación de Peña Nieto cae, de la misma manera en que nuestro moneda el peso, se deprecia de manera acelerada e incontenible frente al dólar; así como por otros tópicos que no más, no le salen bien al Gobierno mexicano de Peña Nieto.

Si trabajar por México es vender cada centímetro productivo del país a la iniciativa privada, cobrar impuestos hasta por la mosca de la sopa que pauperiza cada vez más a la clase media, entre otras “linduras”; entonces señor presidente, está usted y todos en su equipo atareadísimos.

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