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La nueva jugada de AMLO

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Una nueva jugada estratégica del presidente Andrés Manuel López Obrador sorprende a propios y extraños, pero conlleva un mensaje muy claro: lo más importante es la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación. Por eso el tabasqueño amplía la mira y abre el paraguas: aquí caben todos siempre y cuando se comprometan con los principios básicos de “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”.

Invita a otros dos exgobernadores del PRI y genera una nueva sacudida en un partido profundamente debilitado y maltrecho que desde meses atrás se mantiene conectado a un respirador artificial.

El PRI es el partido, en dramática caída libre, que más pierde territorios y cuadros. Sin capacidad de reacción frente a Morena, el priismo abandonó gubernaturas como las de Sonora, Sinaloa, Tlaxcala, Guerrero, Campeche, Colima y está por dejar también en manos morenistas Oaxaca e Hidalgo. Por cierto perder el Estado de México en 2023 sería ponerle clavos a su ataúd. Por éso o el partido se refunda en serio, o acaba borrado del mapa.

Dentro de este contexto dramático para el partido, AMLO evidencia más fisuras al lograr que otros exgobernadores priistas ( Carlos Aysa González, Campeche y Claudia Pavlovich, Sonora) se sumen a representaciones diplomáticas en un doble papel: representar al país pero también ser portavoces del gobierno.

Los incluye como parte de la 4T a través de responsabilidades internacionales pero tampoco los quiere cerca en la toma de las decisiones estratégicas.

No obstante, AMLO manda señales de inclusión y apertura hacia otros grupos políticos con miras a 2024, año que dará lugar a la madre de todas las batallas y en el que se definirá si la transformación resultó ser transitoria y reversible o profundizada y prolongada.

La dirigencia del PRI, encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, terminó por morder el anzuelo: amenaza con expulsar a los priistas que se sumen a representaciones diplomáticas de la 4T. Se muestra como intolerante y acaba por dinamitar aún más a un partido ya en pedazos.

Con estas señales AMLO ha demostrado que no todos los priistas experimentados piensan que el suyo es un mal gobierno a tal grado de que están orgullosos de formar parte de éste, pero también envía un mensaje a los demás gobernadores de estados donde habrá elecciones este 2022: caben más siempre y cuando no se entrometan en los procesos electorales y dejen que la gente decida.

Pero no solo en el caso del PRI sino en el del PAN, López Obrador seguirá alumbrando para evidenciar ahí donde existen fisuras de la oposición. Mostrando públicamente sus debilidades y presumiendo su capacidad de persuasión y de convencimiento para que cada vez más personas y dirigentes se sumen a la 4T.

Pronto AMLO tendría que anunciar las tareas asignadas para Antonio Echevarría, exgobernador panista de Nayarit y seguramente no dejará de insistir en la invitación al gobernador del PAN de Quintana Roo, Carlos Joaquín González.

Mientras algunos desde el conservadurismo descalifican a AMLO afirmando que semejantes invitaciones diplomáticas reflejan la existencia de un PRIMOR, no se dan cuenta que al mismo tiempo están aceptando tácitamente que el PRI de Alito con el que están aliados, está por convertirse, al igual que el PRD, en un cascarón.

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