(22 de octubre, 2014).- El cinismo de nuestra clase política no tiene límites. Así lo demuestran múltiples hechos, notables en la cúpula del poder. ¿Qué acaso la corrupción no fue más clara durante los dos sexenios del PAN en Los Pinos? Como sus dirigentes estaban seguros de que su permanencia al frente del Ejecutivo sería efímera, decidieron aprovechar la oportunidad para saquear el erario público sin ninguna limitación, en lo que pusieron el ejemplo Vicente Fox y Felipe Calderón, actualmente multimillonarios que no van a la zaga de sus predecesores priístas.
Ahora el PAN sale con la puntada de proponer una “reforma” para enfrentar la corrupción y acabar con este flagelo que tanto daño ha hecho al país desde que triunfó la fracción conservadora de las fuerzas revolucionarias en 1915. A partir de ese momento quedó sellada la suerte del país, aun cuando con las limitaciones propias de una economía en plena bancarrota por la lucha armada. Las cosas fueron cambiando, para bien de la élite en el gobierno, una vez que se empieza a poner orden en la vida política nacional, en primerísimo lugar acabar con los enemigos del grupo triunfante.
Tal fue el resultado, años después, de la derrota que sufrieron los militares que apoyaban al disidente Adolfo de la Huerta, quien de haber triunfado México hubiera tenido otro destino. No fue así, porque para ese entonces la Casa Blanca brindaba su apoyo a quienes podía controlar más fácilmente, por medio precisamente de la corrupción. Plutarco Elías Calles fue el prototipo del político-negociante, quien intentó perpetuarse en el poder con el uso intensivo de todo tipo de corruptelas. Desde entonces empezaron a funcionar casinos en México, así como otros giros negros, a los cuales puso fin el general Lázaro Cárdenas del Río al llegar a la Presidencia.
De ahí vino el enojo de Calles, quien no daba crédito a lo que estaba haciendo quien creía seguiría los pasos de Abelardo L. Rodríguez, uno de los primeros grandes millonarios a la sombra del poder. ¿Acaso no fue éste quien estableció el Hipódromo de Tijuana y otros negocios de este tipo desde los cuales la mafia estadounidense “lavaba” sus ganancias? Enfrentar al callismo y acabar con las actividades aparentemente legales del Maximato da una idea del valor y patriotismo del presidente Cárdenas. Así se ganó el apoyo del pueblo, pues demostró con hechos que tenía la firme convicción de hacer cumplir el mandato constitucional.
El sistema político daría un vuelco negativo años después, al llegar a Los Pinos “Míster Amigo”, Miguel Alemán Valdés, quien aprovechó circunstancias favorables al despegue de la economía estadounidense, gracias al triunfo de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. En ese sexenio volvió a desatarse la corrupción a gran escala, como lo registra la historia, a grado tal que hubo necesidad entre las fuerzas políticas de corte nacionalista que aún quedaban en el sistema político, de entregar la primera magistratura a quien se sabía estaba dispuesto a enfrentar al alemanismo: don Adolfo Ruiz Cortínez. Así lo hizo y frenó con firmeza la voracidad del grupo gobernante que lo antecedió.
Don Adolfo López Mateos también mantuvo a raya a la corrupción, siguiendo el ejemplo de su antecesor en la primera magistratura. No hubo necesidad de decretos ni de actos demagógicos, sino de predicar con el ejemplo con un alto sentido de responsabilidad republicana. Pero de nueva cuenta las cosas cambiaron para mal al llegar a la Presidencia Gustavo Díaz Ordaz, quien se dejó llevar por sus apetitos y ya no pudo poner un ejemplo de ética política como lo demandaban las circunstancias, en un momento en que la economía mexicana demostraba su fortaleza y permitía corruptelas a la sombra del poder.
Desde entonces para acá la corrupción sentó sus reales, cada vez con más fuerza. Crecería exponencialmente, en todos sentidos, al llegar a la Presidencia Miguel de la Madrid, no por un interés personal en aprovechar el cargo, sino por la voracidad de los tecnócratas que se hicieron del poder a su sombra. Ahora el PAN nos sale con la vacilada de una “reforma integral” para poner fin al flagelo, cuando en los hechos no demuestran un ápice de ética. Obviamente, si quisieran enfrentar la corrupción deberían empezar por su propia casa. Qué afán de quererse burlar de la ciudadanía.