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La prensa escrita sí se está extinguiendo, lo hace ideológicamente

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Contar historias en el periodismo es un arte. Uno que ha sido menospreciado por la prensa, principalmente la impresa, que en ocasiones lo envía al olvido y otras tantas, solamente lo trae a sus páginas para denostarlo, olvidando así el compromiso con la sociedad y enalteciendo al boletín oficial, a la ‘exclusiva’, a la primera versión, la que tiene poder para ser publicada ampliamente y a ocho columnas. 

En la última década hemos sido partícipes de cambios radicales, principalmente en la prensa que anteriormente tenía una marcada línea editorial social, no de izquierda, ni de derecha, sino comprometida con las masas. Así hoy asistimos al umbral de las tragedias en los periódicos principalmente, que aunque físicamente no desaparecen, ideológicamente, pareciera que pocos –y a medias- han soportado los embates (y/o) ofertas gubernamentales. 

De forma evidente, en sus páginas la publicidad, y al mismo tiempo la manera en que jerarquizan la información y ésta es abordada, dan cuenta de una prensa que ha abandonado ya al de abajo y se han posicionado abiertamente como voceros gubernamentales y espacios de libre transito para la derecha. 

Así los pocos medios combativos y valientes, que por décadas fueron considerados como los creadores de una verdadera contraparte de los poderes de fácticos, se han quedado mudos y ciegos. Situaciones que se han pronunciado a finales del sexenio de Calderón e intensificado con el priismo de Peña Nieto.  

Como consecuencia hoy tenemos medios silenciosos y los pocos que se han atrevido a exhibir al gobierno actual, han ido acompañados de un disfraz de victimización, jugando así el papel de mártires, que también ha funcionado para uno de sus actuales principales fines: vender. 

Y sí ¡ha funcionado! Porque en casos particulares, las denuncias disfrazadas de valentía, no son más que estrategias oportunistas para atraer a lectores que aún creen fielmente en medios de comunicación que se han vendido al mejor postor, produciendo un frenesí de publicidad a favor del gran capital y de la oligarquía, por medio de información “imparcial”.  

Poco a poco, en este sexenio, pese a los grandes escándalos protagonizados, por la cabeza de la presidencia de la República, en el camino de la información han sido abandonados todos aquellos lectores que buscaban “la otra versión”, la contraparte de los hechos, es a estos mismos ciudadanos a quienes se les ha dotado solamente de ‘falsos estímulos informativos‘, para disimular la apertura de muchos medios a las filas del boletín oficial. 

Con gran decepción, vemos a medios de comunicación, llamados en ataño de “izquierda”, caer bajo, usar a la víctima del gobierno, quien cree firmemente que su denuncia será respetada línea a línea, pero que solamente es publicada, para que después de algunos escuetos párrafos, en la parte final –y de manera amplia- se contradiga con “aclaraciones armadas del Estado”, a quien confió y dio su testimonio. 

Seamos realistas, se debe abrir los ojos, analizar qué quieren decir y a quién se favorece hoy en la prensa escrita. Y aunque resulta doloroso, y por ello no se acepta el cambio, sería gravísimo no creer que esto ha sucedido, sigue intensificándose y la prensa escrita sí se está extinguiendo, lo hace ideológicamente 

Lo que también ha contribuido a generar severas fracturas irreconstructibles en el tejido social, derivado de la negativa a cuestionar a toda la base parasitaria política contraria al pueblo, a favor del saqueo permanente y la aniquilación social, aquellos cuya ideología siempre ha sido abanderada por el “quítate tú que me pongo yo”.

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