Una de cada mil o dos mil mujeres padece un cáncer durante la gestación. Las cifras son bajas, pero encierran una peligrosa paradoja. Al ser tan pocos casos, los médicos no tienen datos para saber cómo deben tratarlas. Las dudas incluyen si quimioterapia afectará al feto, si hay que posponer el tratamiento, o si se debería adelantar el parto.
Ahora, un trabajo presentado en el Congreso Europeo del Cáncer (ECC) y publicado en la revista New England Journal of Medicine, ha tratado de hacer lo que otros estudios anteriores (más pequeños y cortos) no lograron.
Los investigadores del departamento de ginecología y oncología del Hospital de Lovaina (Bélgica) han estudiado a 129 niños nacidos de mujeres embarazadas con cáncer (96 de ellas tratadas con quimioterapia) y a otros 129 nacidos de madres sin cáncer, siguiendo su evolución hasta que tenían una media de dos años.
La principal conclusión es que el tratamiento mediante las formas más comunes de quimioterapia no afecta al desarrollo de los niños. Además, aunque hay más casos de bebés prematuros y de bajo peso al nacer, lo recuperan con posterioridad. Tampoco se observaron diferencias en cuanto a malformaciones congénitas, alteraciones cardiacas, ni en relación al desarrollo cognitivo, al menos hasta los tres años.
“Cuando una mujer embarazada llega a la consulta le decimos: no bebas alcohol, no fumes, pero, ¿qué le decimos cuando hay que suministrarle quimioterapia, compuesta por fármacos que matan a las células en división?”. Esa fue la pregunta lanzada ayer durante la presentación del estudio en el ECC por parte de Frédéric Amant, jefe de ginecología oncológica en el hospital belga, y uno de los dos principales autores del trabajo.
Inexistencia de tumores secundarios
Preguntado por Sinc, Amant señala que –aunque no están recogidos en este estudio– el equipo tiene datos de más de doscientos niños, y “en ninguno hemos observado ningún tipo de tumor secundario tras el uso de quimioterapia en el embarazo. En toda la literatura solo hay descrito un caso”, destaca.
El alcohol o el tabaco son claros tóxicos para el feto, pero la quimioterapia –un auténtico veneno celular– no parece serlo. “Es en cierto modo paradójico, y aún no sabemos por qué”, comenta.
“Algunos de ellos no consiguen atravesar la placenta. Otros, como los derivados del platino, sí que lo hacen, pero no parecen producir daños –agrega–. No podemos descartar que otros sean peligrosos, especialmente los más nuevos, en los que se basan las terapias dirigidas. Estos nuevos fármacos son moléculas más pequeñas, y seguramente atraviesen mejor la placenta. En este momento no sabemos si podrían tener efectos perjudiciales”.
Amant también matiza que los tratamientos con quimioterapia “por norma” no se realizan durante el primer trimestre. “En ese momento tiene lugar la formación de los órganos y posiblemente sí sería peligroso”.
Prematuridad
En el estudio se indica que, pese a de que luego lo recuperan, más niños nacidos de madres tratadas nacen con bajo peso al nacer. Y la tasa de bebés prematuros es mucho mayor (61% frente al 8%).
El científico aclara que “en un porcentaje de los casos el tratamiento parece que puede adelantar el parto, porque favorece la rotura temprana de membranas. Pero en muchos otros los partos se provocan, creyendo que al adelantarlos se disminuyen los problemas derivados de recibir la quimioterapia. Eso es lo que seguramente debamos evitar”.
En cualquier caso, recomienda la contracepción en mujeres ya diagnosticadas con cáncer y en tratamiento. “Siguen existiendo casos de pacientes que se quedan embarazadas. Aunque los riesgos son menores de lo que cabría suponer, si podemos deberíamos evitarlos”, subraya.