Desde la invención de la rueda hasta la actualidad, la historia de la humanidad está intrínsecamente ligada a la innovación tecnológica. Hemos pasado de manipular átomos para construir herramientas y máquinas a dominar bits para crear mundos digitales interconectados. Pero, ¿cuál es el siguiente paso en esta evolución?
Primero fueron los átomos
Nuestro camino inicia con la etapa material, en la que manipulamos átomos. Los datos son expuestos de forma física en libros, bibliotecas, etc. El control de datos, de decisiones, etc, es centralizado dentro de un espacio tangible y se maneja de forma jerárquica.
Con el surgimiento de la era digital, que nace con la computación e Internet, transferimos nuestros datos a medios digitales convirtiéndolos en bits. El control de datos y la toma de decisiones se presentan como colaborativas y transversales, enmarcadas en narrativas de democratización del conocimiento y los datos. Este cambio es posible gracias al almacenamiento en sistemas intangibles y remotos, que amplían el acceso y la interconectividad a escala global.
Creo firmemente que nos encontramos transicionando a una etapa híbrida en donde lo físico y lo digital se fusionan de manera sinérgica y que será la antesala de una bifurcación tecnológica y ontológica muy peculiar.
Y expongo algunos ejemplos más precios de la evolución de estas tres etapas.
- Del procesamiento de datos:
- “Átomos” (Computación física tradicional) →
- “Bits” (Computación digital) →
- “Sistemas Híbridos” (Procesamiento local y conectado)
- De la infraestructura computacional:
- “Mainframes” (Grandes computadoras centralizadas) →
- “Cloud” (Servicios en la nube) →
- “On-Premise” (Retorno al procesamiento local)
- Del modelo organizacional:
- “Centralizado” (Control total desde un punto) →
- “Centralizado localmente” (Control distribuido pero supervisado) →
- “Semi-Descentralizado” (Falsa Autonomía total)
- Del entorno laboral:
- “Jerarquía descendente centrado en un jefe” (Estructura vertical tradicional) →
- “Espacios abiertos y decisiones compartidas” (Simula comunidad sin paredes oficinas y decisiones transversales) →
- “Homeoffice” (Mayor autonomía)
Todos siguen un patrón de transformación de átomos a bits, seguido por la evolución hacia sistemas híbridos que integran tanto lo físico como lo digital pero que nos devuelven el control local con una versión mejorada del punto inicial.
Estos cambios no sólo responden a avances técnicos, sino a una transformación de cómo entendemos la realidad, la sociedad, el conocimiento, y la autonomía. Y esta transición actual a una etapa híbrida tampoco será la última fase de evolución. La llegada de la inteligencia artificial (IA) personalizada, impulsada por los avances de empresas como NVIDIA y el anuncio hecho en noviembre de 2022 cuando la Open AI(a) dio a conocer un chatbot conversacional llamado Chat GPT aceleró el proceso de evolución a un estado exponencial.
Con la llegada de la IA generativa al dominio público, dejó de ser exclusiva de científicos computacionales, físicos y especialistas, permitiendo que un número mucho mayor de personas la utilizara para crear una diversidad de contenidos con un nivel de personalización sin precedentes. El cambio se observa en varios frentes:
- Blockchain y Web3 → Moviendo el control de los datos y el valor económico a los individuos.
- Aprendizaje Descentralizado → Modelos educativos autodirigidos donde el conocimiento no es impuesto, sino explorado.
- IA Local y Autónoma → Dispositivos personales que no dependen de servidores centralizados, respetando la soberanía del usuario.
Pero aquí surge una pregunta crítica: ¿qué hacemos con este poder?
No es raro encontrarnos debatiendo sobre las implicaciones éticas y sociales mucho después de que las innovaciones ya están integradas en nuestras vidas.
Después de esto ¿qué?
IA Personalizada y la Generación de Conocimiento: Etapa On-Device
Una nueva etapa apunta a la priorización de sistemas on-device en donde la IA promete llevar su poder de personalización directamente a nuestros dispositivos y en nuestras manos. Si extendemos este análisis más allá de la infraestructura computacional, vemos un paralelismo con la evolución de la educación y el conocimiento y en donde yo priorizaría tres puntos:
1.Habilidad inquisitiva: la importancia de hacer preguntas para generar conocimiento
En el futuro cercano, cada persona podría tener su propia IA en su dispositivo, actuando como un mentor o asistente inteligente. Esta idea se relaciona con la tendencia actual hacia tutores de IA altamente personalizados, en nuestro dispositivo, como sugiere Jensen Huang, CEO de NVIDIA. Esto impacta profundamente nuestra relación con la tecnología, la educación y la descentralización del poder. Una IA bien diseñada podría permitirnos acceder a niveles más profundos de conocimiento, no simplemente consumir información de manera pasiva.
Pero hay un desafío clave: una IA solo puede ser tan útil como las preguntas que se le formulen. Esto implica que el desarrollo tecnológico no debe centrarse solo en la eficiencia del procesamiento de datos, sino en mejorar nuestra capacidad de preguntar, explorar e interpretar el conocimiento.
2. Descentralización:
He mencionado recurrentemente cómo esta evolución está relacionada con la descentralización, transformando nuestra interacción con la tecnología, la educación y la distribución del poder. Si bien la descentralización puede potenciar la autonomía, también puede llevar al aislamiento y la fragmentación. Sin una mentalidad colaborativa, corremos el riesgo de que la descentralización refuerce modelos individualistas en lugar de construir comunidades conectadas.
3. Más Allá del “Primero yo”: Cooperación y Tecnología Ética
Uno de los mayores peligros de la descentralización mal entendida es el hiperindividualismo, donde el acceso a la tecnología se convierte en una herramienta para la fragmentación en lugar de la cooperación. Cuando vemos la tecnología desde un punto de vista meramente tecnócrata disminuyendo la importancia de las humanidades, perdemos el sentido que la tecnología no debe diseñarse sólo para maximizar la eficiencia, sino para ayudar a resolver problemas de una forma más eficiente para el bien común.
En conclusión:
A medida que avanzamos hacia la era de la inteligencia artificial personalizada y la computación on-device, nos enfrentamos a un punto de inflexión sin precedentes. La descentralización del conocimiento y la autonomía tecnológica prometen dar capacidades a los individuos como nunca antes, pero también presentan desafíos críticos.
Si bien la descentralización puede fomentar la autonomía, su implementación sin un enfoque colaborativo corre el riesgo de fragmentar nuestras sociedades en silos hiperindividualistas. La tecnología, por sí sola, no es la solución definitiva; su impacto depende de cómo decidimos integrar en nuestras vidas y ello depende de cómo aprendemos a representar el mundo. La verdadera evolución no radica solo en el avance técnico, sino en nuestra capacidad para hacer preguntas significativas, construir conocimiento de manera colectiva y diseñar sistemas que prioricen el bienestar común sobre la mera eficiencia.
El futuro no está determinado únicamente por el progreso tecnológico, sino por las decisiones que tomemos hoy sobre cómo usarlo. ¿Construiremos un ecosistema basado en la cooperación y la ética o reforzaremos estructuras que perpetúan la desigualdad y la desconexión? La respuesta a esta pregunta definirá la siguiente etapa de nuestra evolución tecnológica y social. Confío en un futuro descentralizado y autodirigido pero comunitariamente colaborativo e interconectado. ¿Cómo lo ves tú?
Te dejo un ejercicio para tu reflexión.