Hay una trampa muy poderosa que utiliza la ideología del mercado para prevalecer: negar cualquier posibilidad de otras formas económicas fuera de sus principios. Aunque la dualidad Estado-Mercado se identifican como pares contradictorios, se suele reducir al Estado como un simple agente que coadyuva o trabaja para abrir nuevas áreas al Mercado. Esto fue válido para el periodo neoliberal en el que el poder ejecutivo fue capturado para habilitar y asegurar acceso a ganancias privadas mediante el usufructo de lo público.
En materia de procesos sociales no hay fechas exactas, solo aproximaciones orientadoras para marcar en el calendario los sucesos importantes, pero el 2018 significa, sin duda, un cambio en los principios de acción del Estado.
La recuperación de la noción de soberanía, de seguridad nacional, de estrategia se han vuelto características esenciales del actual modelo económico post-neoliberal.
Un ejemplo ineludible es el caso del litio. El día 23 de agosto de 2022 se publicó el decreto que da salida a un nuevo organismo público descentralizado de nombre Litio por México. En él se encuentra delineado con claridad que este mineral se convierte en un asunto de carácter estratégico por su importancia en la emergente industria de baterías para carros eléctricos, esto en el contexto de la necesaria transición energética a escala global. Como un ejemplo de esta evidente tendencia tenemos que –según un tuit reciente de Evo Morales– la tonelada de litio valía $4,450 dólares en 2012, en 2021 subió a $17, 000 usd y hoy en pleno 2022 ya se encuentra en $78, 000 usd.
Pero, además, no solo se trata de exportar, digamos, en bruto, sino construir una cadena de valor integral para que el aprovechamiento no se privatice, sino que responda a las necesidades del pueblo de México. Y es que los neoliberales solían enunciar en abstracto que los recursos “pertenecían a la nación” pero en lo concreto se aseguraban que las ganancias fueran a dar a los bolsillos de privados. Con el actual decreto queda asentado con claridad que los beneficios habrán de ser colectivos. Conviene reproducir aquí el artículo 2 de dicho decreto por su importancia histórica:
Artículo 2. El objeto de Litio para México es la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio, ubicado en territorio nacional, así como la administración y control de las cadenas de valor económico de dicho mineral.
Así mismo, el espíritu de esta política toma conciencia de la importancia de desarrollar la investigación y desarrollo de tecnología para asegurar este aprovechamiento. En este sentido se ha roto un paradigma neoliberal de la dependencia eterna a la tecnología desarrollada por trasnacionales. Contrario a esto se practica el principio de colaboración y cooperación con otras experiencias, como es el caso de Bolivia que ha llegado a producir su primer carro eléctrico y que, gracias a esta experiencia, puede abrir a México el conocimiento para establecer una ruta que nos permita retornar a la industria automotriz, no de una forma subsidiaria, sino como líderes en la materia.
Esta nueva política de “LitioMx” tendrá una dirección colegiada pública que, lejos de las prácticas corporativas, se compondrá de las y los titulares de secretarías de Estado, como es el caso de la Secretaría de Energía, Hacienda, Economía, Gobernación y Medio Ambiente y Recursos Naturales, por lo que los criterios estarán regidos por el Plan Nacional de Desarrollo que puede ser leído como el documento básico de los intereses públicos nacionales.
El escape
Es natural que todavía existan suspicacias en la colaboración con instituciones privadas (el artículo 6 abre esta posibilidad) pero aquí lo importante es quién mantiene la rectoría y el sentido de la actividad como un todo. No se trata, como en el neoliberalismo, de ofrecer sectores estratégicos para el usufructo privado, sino de la coordinación mixta para que incluso la actividad privada termine beneficiando a la economía nacional.
Este día ha sido histórico puesto que asegura el control de recursos ingentes que pueden dar paso a sostener y financiar todo el entorno de bienestar popular en los próximos años. Lo que es importante no olvidar es que para que esto siga por esta ruta es necesario contar con el apoyo democrático del pueblo y una definición clara del interés en que la transformación se profundice. Dicho de otra manera, no solo se trata de la dupla Estado-Mercado sino de que esta tenga contenido popular, que verdaderamente se construya una democracia económica y deje de reproducirse la plutocracia neoliberal que busca desesperadamente todos los medios para regresar. Este decreto del litio es un paso adelante para evitar que esto suceda.
