Las columnas suelen acompañar los procesos coyunturales, a corto plazo, esto es de gran relevancia para ir haciendo los apuntes que permitan develar lo que está pasando y cuáles son los efectos en el rumbo de nuestra vida social. No obstante, cada cierto tiempo también es necesario dar seguimiento a los procesos de gran escala que van cerrando ciclos de larga duración y que son fundamentales para explicar las coyunturas mismas.
En esta serie de entregas intitulada “la trampa del mercado” hemos estado delineando este macroorganismo que es el mercado capitalista, el título ha sido seleccionado para poner al centro que su mecanismo y la narrativa que le acompañan son parte del mismo proceso para su dominio. Es decir, es tan importante los dispositivos objetivos del proceso de intercambio, así como los aparatos ideológicos que normalizan las relaciones de dominio, por ello es por lo que la revolución de las conciencias representa una dimensión tan importante como las políticas económicas impulsadas desde el Estado para superar el neoliberalismo.
La cuarta transformación fue una aparente sorpresa en la historia democrática del país –y digo sorpresiva porque se requirieron décadas para alcanzar este momento–, de pronto, observamos un cambio en el actuar de las instituciones, una forma de comunicación y construcción de narrativa en la que se comenzó a hablar de fenómenos que hasta ese momento habían sido limitados a ciertas esferas bajo una condición de ser solamente temas de un pequeño grupo de técnicos posicionados por encima de la vida social y sus genuinos intereses.
México abandonó la narrativa neoliberal y comenzó a situar los fenómenos de mercado no como fetiches sino como condiciones generales de la batalla que se enfrenta. Ciertos sectores de la llamada izquierda siguen enunciando que la economía sigue en el mar neoliberal porque siguen existiendo dispositivos de mercado, pero no se dan cuenta que a escala internacional esta serie de políticas y su narrativa han llegado a su fin a escala internacional. Es suficiente observar lo que sucede en Europa y su relación con los Estados Unidos de América para concluir que la fase que comenzó con la caída del muro de Berlín ha llegado a su fin.
El neoliberalismo es otra forma de llamar al sistema de saqueo generalizado centrado en los intereses de los Estados Unidos. Por ello, el cambio de relación y políticas entre nuestro país y nuestro vecino del norte nos ejemplifican el cambio de rumbo. Cuando observamos que el Estado impulsa proyectos económicos a escala regional y global para detonar el efecto multiplicador se está ya un paso fuera de la ortodoxia neoliberal. La recuperación del salario mínimo, la eliminación del outsourcing y la propuesta de disminuir la jornada laboral y aumentar los días de vacaciones apuntan a una visión diferente de la acostumbrada. La soberanía energética y la recuperación del campo mexicano son, también, muestras fehacientes de esta transformación. La recomposición fiscal que trabaja en contra de la elusión y la evasión de grandes empresas no pueden inscribirse dentro de una visión neoliberal.
En suma, es necesario que para el análisis y valoración de la cuarta transformación partamos del contexto global en el que todo está cambiando aceleradamente. Tratar de reducir esta riqueza de nuevos procesos a lo mismo de siempre no solo habla de una reacción política (en este periodo se ha visto que incluso algunos sectores de izquierda resultaron ser conservadores) sino también podemos hablar de una pereza epistemológica para construir nuevos lentes para nuevas realidades. Avancemos en este sentido.