Recuerdo con una gran sonrisa las películas de Indiana Jones, esos momentos donde todo parecía perdido y Harrison Ford sacaba su látigo logrando cosas magistrales con este instrumento. Sin embargo, con el paso del tiempo fui entendiendo que, como toda película joligudense, sólo había manipulado redirigiendo su verdadera esencia de maldad que este instrumento ha tenido a lo largo de la historia.
Mayormente usado como castigo corporal, como instrumento de tortura y de manera menos violenta para insitar a algún animal ya sea de carga o de transporte a acelerar su paso.
Un látigo se tiene que ondear y dar un estirón final para que su punta cree su característico sonido pues lleva la concentración de la fuerza a la punta, por eso es que donde pegue esta hace mucho daño.
El conservadurismo y la derecha en México lleva poco más de 40 años ondeando un látigo, amenazante y cruel por su manera tan ruin con que ondean este sin terminar de finalizar con firmeza su último jalón, pero temiéndonos a todos en estado de alerta por sí llegarán a darlo; así había sido durante mucho tiempo, lo que nunca alcanzaron a ver aquellos que lo ondeaban es que en medio de esta amenaza constante iba a aparecer alguien que se pondría en medio diciéndole a todos — no se preocupen, nosotros recibiremos el golpe por ustedes —.
Hoy México está en una revolución principalmente por el rompimiento de paradojas con respecto a cómo se debe llevar un gobierno, luchando contra falsos conceptos antes impuestos, contra prácticas de intimidación y con un tropezado pero efectivo encuentro con realidades ideológicas.
Ya no somos el mismo país que éramos hace 3 años, ahora todos tienen una opinión buena o mala, ahora ya no se practica tanto la desidia en temas políticos ni se ven como tabú en el cotidiano, ahora ya no existe el general de —todos son lo mismo— y mucho menos vemos la resignación.
Pero aquel látigo ondeante ahora sí la derecha lo está estirando, porque quiere hacer daño, ahora si quiere romper y sangrar a quien se cruce por su camino. Porque así son ellos, porque en el fondo solo pueden pensar en que si las cosas no son para ellos entonces no serán de nadie.
No olvidemos que la derecha históricamente es impecablemente cruel y despiadada, al grado que no le importa mentir mientras obtenga beneficios, al grado que no le importa matar diciendo que fue otro mientras pueda ganar algo; la derecha siempre ha sido y será sinónimo de muerte, destrucción e individualismo, donde solo le interesa el otro cuando le conviene y mientras no le convenga no le importa deshacerse de él.
Pero el fenómeno general ya no es de agacharse, ya no es de cerrar los ojos para recibir el castigo, no, ahora la mayoría del pueblo se enfrenta al hecho, se burla de aquellos que amenzan, los increpa y muchos más están ahí inamovibles.
Andrés Manuel, en mi opinión, tiene su mayor logro justo en esto, él llegó a empoderar a los antes sumisos, a reorganizar las ideas de los resignados, a crear cuestionamientos internos en muchos de los inamovibles, a contarnos la historia desde otro punto de vista, a cuestionarnos la justicia como nos habían contado que tenía que ser, y sí, inevitablemente por añadidaura esto trajo un incremento en el odio de los que antes ya nos odiaban, quitó el velo que antes ponían a la desigualdad y desenmascaró la polaridad que existía en México desde hace muchos años.
Estamos en un momento crucial donde solo nos queda ser más fuertes, impecables y radicales en nuestras ideas hacia el bien común, donde la búsqueda de nuevas formas democráticas son fundamentales, donde ponernos en duda para mejorar es crucial porque este latigazo final al que nos enfrentamos por parte de la derecha, si no lo recibimos juntos y unidos puede llegar a hacernos mucho daño.
