Enrique Peña Nieto, no es un hombre de justicia, tampoco un político practicante de la democracia y mucho menos un mandatario que se ocupe de la seguridad del mexicano, sobre esto las pruebas son contundentes.
Sin embargo, sí es un político ególatra, preocupado de sus intereses particulares y de quienes lo llevaron a la silla, y para los que hoy trabaja, incluyendo Estados Unidos, principalmente para ellos. Con un país en harapos, que se hunde en la pobreza, la inseguridad, el hambre y la muerte, al priismo siempre le ha funcionado los shows de carpa y todo lo que alrededor de éstos se fragua.
“¡Lo tenemos, misión cumplida!”, fue una frase por demás ridícula, pero lógica para un gobierno cuyo propósito es ‘llamar la atención’, recuperar la buena voluntad del pueblo, esa que nunca tuvo y jamás conocerá.
La recaptura de Joaquín Guzmán Loera, no es, aunque para ese propósito haya sido realizada, una victoria de este sexenio, por el contrario es otra representativa muestra de los fracasos de este gobierno. Si bien es cierto que se ha repetido hasta el cansancio que el capo en la cárcel no cambia nada, un punto más a favor del fracaso, Peña Nieto ni siquiera es ya confiable para los norteamericanos.
Lo saben incapaz e inepto, él lo ha ratificado de inmediato, pese a la temporal suspensión de la extradición del narcotraficante, todo el proceso está presto para que Estados Unidos lo tenga en su poder, “en una cárcel donde no lo dejarán huir”, decía un político norteamericano. Presumir “lo tenemos”, en un país plagado de corrupción, narcotráfico, impunidad y muerte, dicha frase es vulgar.
Sobre todo cuando se trata del hombre más buscado por haber cometido muchos de los peores delitos de la humanidad, y sin embargo su fortuna (sea cual sea ésta), permanece intacta, sin investigar, tal como las de otros narcotraficantes que hoy aún se encuentran tras las rejas.
El Chapo, con el tiempo se convertirá en otra leyenda urbana, una evidencia más de lo corrompido que está el sistema político y judicial en el país, los fundamentos van desde los más grandes como el pulcro respeto a sus derechos humanos, a contraposición de otros detenidos como lo son activistas, maestros, estudiantes, hasta su vestimenta, y es que al capo sí se le brindó un pantalón deportivos de marca al igual que los tenis, ¿cuándo hemos visto lo mismo con los grupos sociales antes mencionados?
Ésta detención es una burla más a un pueblo al que nuevamente se le pretende callar, distraer, dormir, porque para el gobierno siempre será más económico detener al Chapo y desviar la atención, que dar al pueblo empleo, detener las ejecuciones extrajudiciales, combatir el hambre y también luchar contra el narcotráfico, pero desde el combate a su fortuna, que ya lo demostró González Camarena, es la única manera de dar una pelea real y con resultados, todo lo demás es sólo un vil show de carpa barata.