I.- La historia de las provocaciones corre paralela a la historia de los gobiernos autoritarios. Desde las autocracias más antiguas a los regímenes presidenciales actuales, pasando por las monarquías, sistemas feudales de las tres edades medievales, y hasta en las democracias, sus dirigentes desacreditan a la oposición que ejercen los pueblos. Cuando los sindicatos eran auténticas organizaciones de lucha por la reivindicación de los trabajadores, sus enemigos y gobernantes infiltraban policías, soldados y agentes disfrazados como integrantes de las manifestaciones, con la finalidad de que generaran anarquía, alborotos, asesinatos y toda clase de conflictos callejeros, para motivar la intervención policiaca con el supuesto de cancelar la violencia social con la violencia de las fuerzas públicas. Casi siempre lograban su objetivo: crear desorden y pervertir las protestas legítimas con actos ilegítimos. Para eso son contratados. Por lo general son elementos militares, policiacos y de grupos de choque que el sistema presidencialista mexicano tiene para aplacar a quienes protestan. Son agitadores oficiales; golpeadores profesionales en grado de delincuentes, y que ahora también utilizan los narcos.
II.- Los encapuchados que han estado presentes desde hace unos dos años y que reaparecen en cada manifestación llevando la voz cantante de las provocaciones, se hacen llamar anarquistas; que a la luz de los hechos y la literatura anarquista, algo tienen de esa tradición: recurrir a la violencia. Lo mismo hacen los provocadores aunque con diferentes fines. Por ejemplo, la intromisión de los “marines” estadunidenses son provocadores que –con todo y el desmentido del secretario de Marina– al parecer asesoran a los marinos mexicanos en tácticas y estrategias que los “marines” de Washington usan para asaltar (matar, desmantelar y agredir) genocidamente a los pueblos que someten a sangre y fuego. Los provocadores pueden llegar a condicionar el éxito del golpismo. Y lo mismo hacen los anarquistas disfrazados de verdugos que insisten en desacreditar a todos los que se han sumado a la protesta por los 43 estudiantes desaparecidos.
III.- Existe, por supuesto, el Movimiento Anarquista que busca echar abajo al Estado, a los regímenes explotadores y combatir las injusticias. Pero los encapuchados y los “marines” más parecen provocadores para corromper las protestas. No dan la cara, porque son por lo general agentes del Cisen. Son grupos con formación militar y policiaca para atacar, a sabiendas de que serán rescatados por sus patrocinadores. Hay sospechas de que los “marines” están infiltrados en Marina y los encapuchados en las manifestaciones populares, para otros fines. Los “marines” estadounidenses con uniforme de marinos se confunden con los mexicanos. En cambio los enmascarados-anarquistas más parece infiltrados oficiales para que el gobierno tenga motivos para pasar de las amenazas peñistas a la represión de quienes ejercen los derechos a protestar y criticar usando la democracia directa, porque la democracia representativa no cumple con sus obligaciones.