(04 de septiembre, 2015).- Un estudio, publicado esta semana en la revista Science, demuestra cómo el aire polvoriento o el aire de las granjas lecheras es capaz de prevenir alergias en niños. Los resultados fueron confirmados in vitro en células humanas.
Los experimentos realizados permitieron confirmar que los ratones estaban totalmente protegidos de la alergia a los ácaros de polvo, “la causa más común de alergia en humanos”, declara Lambrecht.
La protección de los niños a las alergias se produjo por la exposición regular a partículas bacterianas y a polvo de granja, ya que se mitigaron sus respuestas inmunológicas inflamatorias. Según los científicos, el polvo de granja hace que la membrana mucosa del interior del tracto respiratorio reaccione menos severamente a alérgenos como los ácaros de polvo.
Como causa de este efecto protector, el trabajo involucra una enzima antiinflamatoria en particular, la A20. “El cuerpo produce esta proteína cuando entra en contacto con el polvo de granja. Si se inactiva la A20 en la membrana mucosa de los pulmones, el polvo ya no es capaz de reducir la reacción alérgica o asmática”, concreta Hamida Hammad, coautora y científica en el mismo centro que Lambrecht.
Por ello, los hogares con animales de compañía, así como las granjas lecheras –donde los niños respiran polvo con altas dosis de partículas fúngicas, bacterias procedentes de los establos o endotoxinas, es decir, toxinas presentes en las membranas externas de algunas bacterias–, previenen las alergias, a pesar de que todavía se desconoce cómo.
Experimento en ratones
Así, descubrieron que los ratones que habían estado sometidos de forma regular a endotoxinas no desarrollaron manifestaciones alérgicas, mientras que los ratones de control sí lo hicieron.
Para los científicos, “parece que la exposición a endotoxina protegió a los ratones al detener la capacidad de las células epiteliales del pulmón de los animales de generar moléculas proinflamatorias, a pesar de que este efecto protector solo funcionó en presencia de una buena copia de la enzima A20”.
Hacia una futura vacuna
Con el fin de confirmar la presencia de A20 en este efecto protector, los investigadores recurrieron al uso de muestras de biopsias de pulmón de adultos sanos y de asmáticos.
Tras una exposición regular a endotoxina, las células de humanos sanos generaron menos moléculas inflamatorias características de las alergias que sus equivalentes asmáticos, en los que los niveles de A20 también fueron más bajos.
“También evaluamos a un grupo de 2.000 niños que se estaban criando en granjas y encontramos que la mayoría de ellos estaban protegidos. Los que no lo estaban y seguían desarrollando alergias tenían en realidad una variante genética del gen A20 que provocaba un fallo en la proteína A20”, subraya Lambrecht.
En la actualidad, los científicos tratan identificar la sustancia activa en el polvo de granja responsable de proporcionar esa protección. Una vez que se identifique, el desarrollo de una medicina preventiva contra el asma será el paso siguiente.
“Descubrir cómo el polvo aporta este tipo de protección nos encaminará hacia el desarrollo de una vacuna contra el asma y nuevas terapias para prevenir alergias. Sin embargo, aún necesitamos varios años de investigación antes de que estos avances lleguen a los pacientes”, concluye Hammad.