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Maestros están dando una impresionante enseñanza al enfrentarse al Estado servil del capitalismo

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Nadie puede cuestionar las luchas sociales si no ha padecido la represión de un sistema neoliberal y por el contrario ha comido y vestido de éste, por fungir como esbirro o sabueso defensor de un sistema podrido en su odio hacia una colectividad que no acepta el gen privatizador de los gobiernos de derecha.

Que nadie se atreva a criticar e indignarse por el movimiento magisterial si no sabe lo que es ser perseguido, asesinado, violentado, torturado física, psicológica, económica y laboralmente. Prohibido hacerlo a quien no conoce la miserable vida de aquellos que van a la escuela, ya sea a enseñar o aprender, a ras de tierra, donde privilegios como un pizarrón, gis y una silla donde sentarse no existen.

Basta de escuchar “los maestros no quieren presentar un examen”, a los inteligentes que critican los conocimientos de los maestros, deberían de invertir más horas investigando sobre los movimientos de resistencia e insurgencia, para no hacer más el ridículo con excusas burdas, sobre su negativa a la reforma educativa.

No, no luchan para no perder privilegios, porque no los tienen, y quienes los tienen no salen a las calles a luchar, es decir, a Moreira no se le ve en las calles gritando “abajo la Reforma Educativa”. Sin embargo se sigue denostando a los maestros, aunque en la medida de lo posible, el Estado ha optado por asesinarlos o desaparecerlos.

Lamentablemente tenemos un pueblo (en su mayoría), ciego el cual sigue creyendo en los embustes simplones de un capitalismo rancio y arraigado en un país que se ha creído cualquier falacia en los últimos 50 años, siendo una de las principales consecuencias, la asfixia y el casi aniquilamiento de la clase trabajadora.

Sin embargo, aún con la sangre, el dolor y el olor a muerte que envuelve al gremio magisterial de manera permanente, desde que el Estado agresor puso en movimiento toda una parafernalia de violencia, cuyo fin último es destruir la moral y la voluntad de lucha de los docentes, hoy no solamente son los maestros quienes salen a las calles a diario, en distintos puntos del país los padres de familia se están sumando a las exigencias de un gigantesco contingente que no solamente pelea por sus derechos, sino que en cada grito, cada pliego petitorio, en cada condena a un maestro convertido en preso político, en cada estrategia hay detrás una defensa colectiva para toda una sociedad, incluyendo, también, a aquellos que por ser lacayos o por ignorancia, juzgan vil y cruelmente.

Hostigamientos, represiones, detenciones arbitrarias, despidos, congelamiento de sueldos, son una parte de las maniobra que dan cuenta cabal de hasta dónde es capaz de llegar el Estado neoliberal -brazo privilegiado del gran capital- para construir su proyecto privatizador de la educación. Pero la lucha social no cesa, aquel grito que se escuchó contundentemente en Chiapas en el 79, sigue manteniéndose firme y claro, sumándose Oaxaca, Michoacán y más de 20 entidades, donde se expresa “de ustedes los poderosos no me dejo”.

Como hace décadas, en las aulas y en las calles, el movimiento magisterial está dando una impresionante enseñanza de unidad para enfrentarse ante un enemigo común: el Estado servil del capitalismo.

Prohibido entonces denigrar y humillar a los docentes; los que se mantienen en pie, los caídos o los presos políticos, porque son ellos quienes están forjando una historia contemporánea en donde no se le teme más a un gobierno vengativo y sicario, siendo ellos la más pura expresión de revolución en este país.

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