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Mandato de Graco: mosaico de actos deshumanizados e impunes

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Morelos fue catalogado a principios de 2015 como la entidad con mayor violencia en el país, y en el transcurso del año ésta se intensificó evidenciando que autoridades locales y estatales, en colaboración y/o a la par de los grupos delictivos la mantenían al alza.

La violenta tragedia que hoy vive Morelos se ha visto reflejada en feminicidios, homicidios dolosos, tortura y desaparición forzada, que finaliza en decenas de casos en ejecuciones extrajudiciales, que son ‘sepultadas’ en fosas clandestinas, cavadas por elementos de seguridad.

A lo anterior se suma la violencia política, como evidencia, la perpetrada hace un par de días, en contra de la alcaldesa de Temixco, crimen que conforma ya un mosaico de actos deshumanizados e impunes, característicos del mandato de Graco Ramírez Garrido, quien mantiene a la población civil y al parecer también a los políticos, viviendo en un constante riesgo de ser víctimas de la inseguridad propias de la entidad.

Con Graco da lo mismo ser secuestrado, que extorsionado o asaltado en vía pública, todos los casos quedan impunes, las autoridades no investigan y mucho menos sancionan, la colusión policía – delincuente es cada vez más obvia, el abandono de la protección a la ciudadanía baja, al mismo tiempo que la violencia se eleva. Así las violaciones a derechos humanos por parte de gobierno estatal y bandas delincuenciales son dos magnitudes directamente proporcionales.

Ante los hechos, la ingobernabilidad de Morelos no parece ser derivada de una ineptitud para gobernar, sino de un propósito, de un pacto entre gobierno y grupos delictivos, los cuales han crecido durante el mandato de un posible cómplice por omisión (o actor intelectual), de manera que es imposible de invisibilizar.

Hoy la entidad ha crecido en ilegalidad, decrecido en una cultura de prevención del delito, eliminado de sus obligaciones la formación de policías y ministerios públicos incorruptibles, quienes hoy son los principales victimarios de una sociedad aterrorizada, que vive en el estrés cotidiano, producto de clima de violencia que mantiene Morelos a niveles alarmantes.

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