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“¡Qué obra de arte es el ser humano! Sus poderes de raciocinio le ennoblecen; sus facultades son infinitas; la forma de su cuerpo, su soltura y agilidad son dignas de admiración; su capacidad intelectual le acerca a los ángeles, ¡a los mismos dioses! Es lo más bello del mundo, el más perfecto de todos los animales y, sin embargo, no puedo deleitarme en la contemplación de lo que finalmente será tierra, polvo, sombra, nada.”
– Hamlet, William Shakespeare
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(29 de marzo, 2015).- Hoy en día prácticamente todos los ciudadanos mexicanos tienen la mirada sobre el gobierno, su ineficacia, la violencia desenfrenada del país, las violaciones a los derechos humanos, el crimen organizado y su replicación (cual virus) en prácticamente todas las esferas sociales, etc. Pero estas lamentables distracciones han ocasionado que se deje completamente de lado un hecho que podría ser incluso peor porque, a pesar de lo podrido que han quedado las estructuras sociales, creadas por el hombre y destruidas con sus propias ‘manos’, se necesita de un lugar para albergar tanto lo bueno como lo malo y en ese sitio, que no es otro que el planeta Tierra, existen maravillas que el humano se ha encargado de destrozar por el calentamiento global.
El planeta es un ser vivo con sus propios mecanismos para regularse, excretar, respirar, etc. Sin embargo como todo ser vivo el planeta también está cambiando.
Debido a creencias que el mismo humano ha creado, tales como la religión o la ciencia, se observa a la naturaleza como una especie de encarnación con orígenes divinos o biológicos, que debe ser protegida a toda costa por el ser humano, sin embargo esto genera una paradoja ya que el humano se encarga de colocarse a él mismo en un pedestal donde se convierte en aquél que es encargado de preservar el ‘equilibrio’ natural siendo un destructor-conservador.
A su vez en la Tierra ha habido cambios donde han existido periodos de estabilidad, es en uno de esos períodos de estabilidad (un período breve e irrelevante en términos geológicos) donde la vida y la cultura humana han florecido, esa misma que ahora continúa con un ciclo de destrucción que parece interminable.
Prácticamente es un hecho que el exceso de emisión de gases, producto de la combustión y el deterioro medioambiental, producido por la acción humana hayan contribuido a desgastar muchas zonas del planeta y otro hecho es que dichas acciones no quedarán impunes. El ser humano es una maravilla, ya lo dijo elocuentemente William Shakespeare en voz de Hamlet, y una anomalía de la evolución, pero a pesar de ser una creación fantástica no posee el poder, afortunadamente, para erradicar por sí mismo la vida.
A continuación se muestran 11 fotografías de maravillas naturales que el humano se ha encargado de, poco a poco, ir destruyendo.
Los arrecifes de todo el mundo sufren con el calentamiento del agua y la contaminación humana. Pronto no quedarán sino carcasas sin vida. Se estima que la mitad del gran arrecife de coral ha desaparecido.
La gran reserva de aire acondicionado del mundo está en riesgo. Un efecto secundario especialmente dramático será que los osos polares cambiarán de color al aparearse con otras especies que emigren al norte, buscando regiones más frías.
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Desaparición de pequeñas islas
El aumento en el nivel del mar ha provocado que el agua salada invada reservas de agua dulce en Kiribati, Tonga y el atolón de Java, en Oceanía. Esta tendencia afectará a otras islas del Pacífico, pero también a las Maldivas y a las islas del sureste asiático.
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Manglar de Mahajamba
Los manglares son una protección natural contra ciclones y tornados en zonas costeras de Asia, África y América. La acción del calentamiento global hundirá muchos de ellos en los próximos años, como el manglar de Mahajamba, ubicado en la isla africana de Madagascar.
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El glaciar más icónico de África podría no sobrevivir al siglo XXI.
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La forma vegetal predominante en Cabo, Sudáfrica, extendida por 90 mil kilómetros cuadrados en la costa oeste, también está en riesgo. Su flora endémica (entre la que se encuentra la protea rey, flor nacional de Sudáfrica) será susceptible a desaparecer debido a los recrudecidos incendios forestales.
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Cubre casi 500 kilómetros cuadrados en la Antártida, y es uno de los que se derrite a mayor velocidad.
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Ubicado a casi 2 mil metros de altura sobre el nivel del mar en Costa Rica, este bosque nublado podría perder sus icónicas nubes a medida que el calentamiento global dispersa la humedad y lo expone a la desertificación.
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5.5 millones de kilómetros cuadrados en una decena de países sudamericanos se encuentran en riesgo debido a la tala excesiva, tolerada por los gobiernos y auspiciada por capitales internacionales. La desertificación de este enorme pulmón mundial significa menos lluvia, menos comida y temperaturas mayores en todo el mundo.
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La desecación de los mantos freáticos subterráneos pone en peligro uno de los mayores sitios de peregrinaje de aves migratorias en España.
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