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Matrimonios por conveniencia: primeras damas de utilería

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Es incierto el decir que no ha habido cambios ya que estos han estado presentes en todos los mandatos, de los colores que se quieran, bajo las siglas conocidas y las nuevas y sobre muchos de ellos se descarga el papel de las mujeres de quienes ostentan el poder, ya sea el municipal, el estatal o el federal. Fue la esposa de Adolfo López Mateos, doña Eva, la que instituyó lo que ahora se conoce como DIF y sus características y labor era totalmente diferente a lo que hoy se hace. Para empezar no era un negocio ni la caja chica de la primera dama en turno, hoy eso es lo que representa, además de ser un tentáculo de empleo para el partido que se encuentra en el poder y el sitio en donde la cónyuge del mandatario encuentra un espacio para no estar todo el día pidiendo cuentas sobre el lugar en el que se encuentra el marido y acompañado por quien o quienes.

La esposa de Díaz Ordaz resultó el recuerdo permanente de la mujer que a sabiendas de tener un marido infiel no debe dar ningún dolor de cabeza ni representar ninguna amenaza de escándalo que perjudique la figura del hombre, del padre, del esposo, del primer mandatario ocupado por generar bienes y beneficios para una Nación y un pueblo al que no dudo en amenazar cuando protestó por un gobierno descuidado y deforme. Sabido es que doña Eva no quería dejarle el INPI a doña Guadalupe Borja, lo cual ocasionó el gran enfrentamiento entre López Mateos y don Gustavo, a la larga el último perdió y mucho más.

Doña Esther Zuno se hizo muy famosa por sus aguas de horchata, de jamaica, por su vestuario al que llamaba “muy mexicano” y que se hacía presente en todas las festividades en donde se acostumbra rodear al primer mandatario de sus más fieles súbditos, todos ellos cobrando en las nóminas gubernamentales y en las fiestas patrias. Encargada de esos asuntos descuidó no solo los que eran de atención pública sino los privados y familiares y de ahí las perdidas en la familia. Ya para entonces el INPI, Instituto Nacional de Protección a la Infancia, el mismo que logró que generaciones de niños y jóvenes de este país pudieran concluir sus estudios con el estómago lleno de desayunos escolares gratuitos o con costos de 20 centavos como máximo, empezaba a oler a muerto para dar paso a los vivos de los negocios.

Así llegamos a las que se convirtieron en las primeras damas de utilería, las que se sacaban cuando los protocolos internacionales así lo requerían, por lo que sus atuendos y comportamientos causaban entre terror y pánico entre los encargados de darle seguimiento a las reuniones con quienes han hecho de estos protocolos toda una forma de vida. Ellas son, por ejemplo, la señora Paloma Cordero de De la Madrid, o doña Cecilia Occelli de Salinas de Gortari. De la esposa de quien se sintió entre escritor e historiador pero que como presidente solo supo llorar “como perro”, José López Portillo, se quedó atrapado entre las excentricidades de su mujer y de su hermana y el látigo materno. En todo un misterio se convirtió hasta la muerte de doña Carmen Romano, de la que afirman terminó sus días víctima de un sida que aquel doblador de cucharas Uri Geller pudo haberle contagiado. De encargarse de la infancia, ninguna.

Así es que se llegó a doña Martita quien logró lo que ninguna de las anteriores amantes de presidentes había conseguido: su casita dentro de Los Pinos y, de ahí, al altar; no sin antes haber visitado varios cuartos de hotel como encargada de los asuntos de prensa y relaciones públicas. O sea que de mujer casada, pasó a bígama, después a empleada y amante y luego a esposa. Con esa trayectoria lo que le quedaba era hacer el dinero con el que nunca soñó ni ella ni su familia y el ejercicio del poder llegó al grado de conseguir las anulaciones matrimoniales eclesiásticas de la entonces muy célebre y famosa pareja presidencial. Si en algún momento se creyó en su totalidad que las mujeres éramos más honestas y honradas que los hombres, la señora de Fox se encargó de romper el mito y de enseñar que en realidad somos mucho peor que muchos del género masculino y en eso de las infidelidades mucho más participativas.

Una visión totalmente diferente pretendió dar la señora de Calderón y la alcanzó la simpleza con una rapidez nunca antes vista. De carita lavada dejó hacer y deshacer a don Felipe con quien lo único que logró fue tener hijos porque ni siquiera pudo acompañarlo en dueto para cantar “El hijo desobediente” y mucho menos estar a su lado en momentos en los cuales la crueldad de la “cruda” se hace presente mostrando la debilidad del alcohólico y la pobreza moral de los hombres que lo padecen.

Ya en estos últimos tiempos el número de niños y de jóvenes que tenían que abandonar los estudios se multiplicaba por millones y los dizque esfuerzos del DIF se diluían hasta quedar en cero, eso sí con un cada vez más costoso presupuesto que servía para llenar muchas de las múltiples necesidades de enriquecimiento de la familia en el poder y de sus amigos quienes, sin escrúpulo de por medio se significaron como la amenaza que se unió al dilape de recursos de la SEP para liquidar generaciones enteras de mexicanos que deambulan por las calles sin futuro.

Pero llegó a la casona presidencial quien reunió de todas lo necesario para dar la imagen de lo que significa ser el lujo del primer mandatario y la amenaza presente cuando se trata de “dormir con el enemigo”, que no sólo participa de los ingresos económicos sino que soporta tundas e infidelidades con tal de mantener una existencia solo posible de lograr según lo marcan los libretos de los teledramas que exhibe el canal de las estrellas, en donde lo mismo se logra que una sirvienta se convierta en una ricachona dueña de su destino y el de muchos más o de aquella que besando un sapo se convirtió en princesa.

Angélica Rivera es usada como instrumento de lujo en los actos protocolarios y su fama y excentricidades logran que se le ubique en todas las revistas del corazón en las que se detallan sin ningún rubor los lujos que la rodean y que representan una vergüenza más para un pueblo sumido en la miseria y la pobreza. Según el diario El País, “la gaviota” ha roto con los moldes dispuestos para las primeras damas de México. Ha roto silencios para auto defenderse por la compra de una casa que sigue sin contar con la investigación oficial que cayó en manos de un personaje con “risitos” y una enanes tanto intelectual como física. Sigue ostentando el cargo de Presidenta honoraria del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia o sea el DIF, pero no se ha presentado a ninguna de sus reuniones.

Como en Televisa, se ha encontrado dispuesta a representar cualquier papel que le asignen y tan es así que se presentó a tomar el té con los que participan en la serie Dawntown Abbey que narra la vida, los conflictos, la realidad vista por los escritores en la que se desarrollan los dueños de vidas y haciendas, los miembros de la realiza inglesa que sus doncellas, sus mayordomos, la servidumbre y doña Angélica ha hecho el papel de unos y otros. Su existencia en la realidad es tan inútil que solo le ocupa dedicarle 39 palabras de las 359 que conforman la revelación de su “exitosa” trayectoria, de esa que le permitió acumular por centenas los millones de pesos. Y, otra de las facetas es que más que hacerle un favor al proceso que se avecina, es el lastre, uno más de los que anda cargando por su administración el hombre que ha roto todos los records en promesas no cumplidas: Enrique Peña Nieto. Lo que demuestra que “Dios los hace y ellos se juntan”, así de simple, así de real.

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