Natalia Antezana Bosques /@Natalia3_0
(5 de octubre, 2013).- “Mi compañera y yo estábamos parados sobre Paseo de la Reforma, por el Excélsior; decidimos avanzar hacia la glorieta de Colón, pero en eso escuchamos ‘¡una ambulancia, una ambulancia!’; lo que llamó nuestra atención y decidimos regresar hacia el Caballito, para registrar el evento. En ese momento vi que venían hacia mí varios granaderos. Me subí a la banqueta a modo de darles el paso y también para evitar cualquier tipo de confrontación. Pero cuando se subieron, también vi que venían por mi”
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El fotógrafo Alejandro Medina Guzmán, de la agencia de fotografía Oochel, acudió a la marcha del 2 de octubre, a 45 años de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, para documentar el evento. Llegó alrededor de las 4 de la tarde a la esquina de avenida Hidalgo y Eje Central, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, aunque la manifestación aún no había llegado a ese punto. Empezó a caminar hacia el norte para encontrar la marcha de frente, cuando lo hizo, empezó a disparar: su cámara fotográfica.
Al regresar a la esquina antes mencionada, empezaron a salir las fotos de los primeros conatos de violencia, que se intensificaron en el transcurso de avenida Hidalgo, donde las bombas molotov y los gases lacrimógenos se hicieron presentes. En las fotos resultantes se puede observar el humo blanco y rojo, el fuego, las piedras y la gente corriendo.
“Al principio no había podido localizar a mi compañero Beto, pero ya en ese punto nos vimos y empezamos a trabajar juntos. Luego de esos enfrentamientos, nos movimos hacia Reforma, donde también seguía la batalla. Todos corrían de un lado a otro y nosotros continuamos por donde está la Iglesia de San Hipólito y nos dirigimos al Caballito por la calle Guerrero”.
Las piedras volaban en todas direcciones, los granaderos, policía bancaria y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) vestidos de civil, empezaron a bloquear todas las entradas a la fuente. Hubo un momento en el que se encontraba completamente rodeado.
La prensa también se encontraba en esa batalla. Muchos tenían las cabezas cubiertas con cascos, otros también tenían en el rostro máscaras antigas: medidas de seguridad infaltables para aquellos periodistas que documentaban la escena desde lo más profundo de ella.
Alejandro también estuvo ahí, con dos cámaras en el cuello y dos lentes que usaría según la circunstancia. Tenía un casco negro y una banda amarilla que decía PRENSA, que originalmente tenía en el brazo, pero luego la usó como tapabocas para evitar los gases lacrimógenos y que al final, terminó en su cuello.
“Estaba ahí, corría de un lado a otro, para seguir documentando todo lo que sucedía. Decidí moverme hacia Reforma y avenida de la República. Ahí empezó una tensa calma. Me relajé un poco. Tal vez no debía hacerlo”. En ese momento Alejandro aún no sabía que sería detenido, sin razón alguna, por elementos de la SSP.
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La agencia Oochel tiene una trayectoria de 3 años, aunque en realidad empezó a tener una vida más activa hace 2. La empresa fue construida por cinco fotógrafos, Julian Rosas Vargas, Alberto Millán, Luis Barrón, César Ibarra y Alejandro.
“Llevamos poco pero pues ya estamos acreditados en varias instituciones privadas y públicas. Este es un proyecto que nace desde la oportunidad que nos damos nosotros mismos ante la falta de empleo”, relata Alejandro, orgulloso al mostrar el éxito que empieza a tener su empresa.
El joven tiene 27 años y estudió diseño gráfico en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán. Se especializó en ilustración y en fotografía forense. Cuenta que el diseño lo llevó a la fotografía y a su vez, esta última, lo llevó a crear la agencia.
“La vida me trajo a esto del fotoperiodismo. Nos dimos cuenta de que nos gustaba mucho la fotografía y lamentablemente no hay muchos empleos que te permitan hacer esto; así que decidimos autoemplearnos y hacer lo que nos gusta”, contó.
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“Un granadero me tomó del brazo derecho y otro del brazo izquierdo. ‘Camínale, cabrón, camínale’, me decían a pesar de que mi compañera y yo les dijimos que éramos de prensa. ‘Tú camínale, andas en tus desmadres y luego ya no quieres responder’, me gritaban. Yo no puse resistencia y sólo alcancé a agarrar mi acreditación en la mano para que todos se dieran cuenta de que era un fotógrafo acreditado”
Alejandro fue detenido en Reforma casi esquina con Bucareli. A pesar de que se identificó como prensa y mostró su credencial, esto no les importó a los elementos policiales. Otros colegas suyos intentaron impedir la detención, pero no tuvieron suerte. Sólo vieron como a su compañero lo metían en esas vallas humanas de las fuerzas del orden y desaparecía.
Aún tomado del brazo, lo llevaron sobre avenida Juárez, dieron la vuelta a la derecha en Balderas, caminaron hasta la calle Independencia y lo presentaron con otro elemento de seguridad, quien parecía ser su jefe.
“Escuché que le dijeron: ‘Aquí está comandante’, a lo cual, el supuesto comandante respondió: ‘Él no es mi detenido’. Y ahí fue cuando me di cuenta que querían detener a alguien más y me habían confundido”.
Lo tuvieron ahí más de media hora, sentado en la defensa de una camioneta de la SSPDF. Después de esos 30 minutos interminables, el policía que lo había detenido le dijo: “y ahora, ¿qué vamos a hacer contigo?”. Yo nada más me encogía de hombros y le decía que yo no había hecho nada, que era fotógrafo.
Le pidieron su acreditación, así también una identificación oficial para contrastar la información. Cuando lo hicieron, Alejandro relata que ambos elementos de seguridad se miraban entre sí con cara de preocupación “en realidad creo que no sabía qué hacer”, dijo el joven.
“Ya, vete de aquí, sácate a la verga”, le dijo el oficial. Cuando Alejandro se incorporó le pidió el casco que los policías le habían quitado, pero la respuesta fue obvia, no se lo devolverían.
“¿Todavía que te dejo ir, quieres que te regrese tu casco?”, le dijo el policía. El joven sólo recogió sus cosas, caminó hasta Eje Central y empezó a correr con rumbo a su casa, por si acaso, para evitar que lo siguieran y que el asunto se agravara.
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El 3 de octubre, Alejandro Medina metió una demanda contra quien resultara responsable por la agresión que sufrió el 2 de octubre, cuando estaba haciendo su labor de registro, como fotoperiodista.
Así como él, Daniel Paniagua fue detenido en la esquina de la información de Reforma y 20 minutos después, fue liberado. También 21 periodistas fueron agredidos, según lo documentado por Artículo 19, organización que señaló que el 90 por ciento de las agresiones fueron perpetradas por elementos de la policía.
Ricardo González, Encargado del programa global de protección, señaló que ya se ha detectado un patrón desde las marchas anteriores y que por lo tanto, en esta ocasión, se armó un mecanismo para prevenir abusos a la prensa. No obstante, los atropellos sí se dieron el pasado 2 de octubre.
“Es muy grave que este patrón de violencia haya ido creciendo en cuanto alcance, porque ya no sólo es a los manifestantes o a la prensa independiente, sino también a los observadores y defensores de derechos humanos, como es el caso de miembros del [centro de Derechos Humanos] Miguel Agustín Pro Juárez, que también fueron agredidos físicamente”, señaló el especialista.
Asimismo señaló que la policía capitalina demuestra en cada marcha que no tiene la capacidad de hacer uso de la fuerza de manera gradual y diferenciada; además, señaló que resulta “terrible” que la explicación sea que simplemente reaccionaron a las agresiones, cuando la reacción es de manera desproporcional.
“El gobierno está intentando suplir la falta de capacidades de entrenamiento con el número de elementos, lo cual es muy grave porque están incorporando gente que no está entrenada, por ejemplo oficiales que trabajan para la policía bancaria, que estuvieron uniformados como policía antimotines”, indicó.
Asimismo enfatizó que Artículo 19 ha denunciado la utilización de balas de goma por las fuerzas del orden el pasado 2 de octubre, además de un uso desproporcionado de la fuerza y detenciones arbitrarias.
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“Lo que yo les puedo recomendar a mis colegas es que cada vez que exista una cobertura de riesgo se incluyan en un protocolo de seguridad para periodistas, como el que operó Artículo 19, a quien agradezco mucho la movilización que hicieron después de mi detención”, Explicó Alejandro.
También dijo que cree que lo mejor es mantener la calma y evitar confrontaciones con los granaderos o cualquier elemento de la SSPDF, porque puede resultar peor.
“Aunque en realidad ya no sabes, porque te portes como te portes, o hagas lo que hagas, igual te detienen. Yo sólo estaba registrando, documentando el evento, de manera tranquila y de todas formas, igual me detuvieron”.